Identificarte con alguien o sus sentimientos no es necesariamente bueno, depende de esos sentimientos. La conciencia está por encima de la empatía, pues es la que juzga sobre la bondad o no de esos sentimientos o acciones.
Yo no tengo ningún motivo para tener conciencia, la tengo y punto. Y no la ha puesto ahí el azar, sino las leyes que rigen el comportamiento del Cosmos (véase el hilo que enlazo al final jo,jo,jo). Además tengo la certeza de que no seguir sus dictados tiene una trascendencia más allá de esta vida. Para el ateo esa certeza es una estupidez, pues es una creencia consecuencia del miedo a la muerte y no sé qué, jo,jo,jo. Si un tipo está convencido y presume de eso, sigo sin ver ninguna razón lógica para creer que va a anteponer la satisfacción de su conciencia, antes que otro tipo de satisfacciones como la que da el poder, el dinero, el reconocimiento público, el que sea, la vida es corta y tal.
Hombre, no soy experto en religiones, lo que enseñaban en la asignatura de religión católica en la escuela franquista y poco más, jo,jo,jo. Pero creo que son los protestantes para los que no son tan importantes los actos como su creencia en Dios. Los católicos tengo entendido que deben obediencia a su conciencia y no creo que eso consista en que se puede obrar mal en la certeza de que un acto administrativo del cura deshace ese mal, me parece que no van por ahí los tiros jo,jo,jo. Propósito de enmienda creo que lo llaman, sin esa actitud verdadera, como que no vale nada el perdón del cura (Romanos 2:14-16).
Pero bueno, a mi me da igual, yo no soy religioso. En todo caso, soy todo lo religioso que puede ser un tipo que procura ir por la vida con su conciencia por bandera y la verdad que no es fácil seguir siempre sus dictados. Fácil lo tienen los ateos jo,jo,jo.
A ver, empezaré hablando de los antiguos griegos, porque esto de los griegos no es normal. No es normal que hace más de dos mil años, cuatro gatos mal contados en un rincón del mundo, de repente uno detrás de otro empezaran a postular y a razonar cosas de las que todavía hoy nos sorprendemos y...
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