De entrada te puedo decir que no lo considero un héroe, pero es que yo no creo en los héroes; todos los que han recibido ese nombre no fueron más que hombres que buscaban satisfacer sus intereses personales, ya fueran políticos o económicos. También sé que Santa Anna no fue ningún Napoleón (eso de que el se hacía llamar “el Napoleón del Oeste” es un invento gringo, pues la única fuente donde se menciona eso es un testimonio de Samuel Houston), sino un militar mediano tirándole a malo, además de un político que se enriqueció en el poder. Sin embargo, resultan fascinante la manera en que dominó el país y la política entre los años 20 y 50 del siglo XIX; cómo resultó alguien indispensable para el país y diferentes ideologías; cómo estuvo directa o indirectamente relacionado con todos los acontecimientos que marcaron el país durante más de 30 años; la forma en que siempre se puso al frente de un ejército para enfrentar a un enemigo extranjero, etc.
Y con respecto a su papel durante la guerra con Estados Unidos, y basado en sus antecedentes, no veo ninguna razón por la cual él hubiera traicionado el país en ese conflicto. Santa Anna no era un yankófilo alucinado por Estados Unidos como Lorenzo de Zavala y los liberales de la Reforma. El problema con los historiadores es que pocos lo son en el aspecto militar, así que lo único que hacen es repetirse entre sí al momento de abordar las batallas en las que participó Santa Anna, en vez de estudiar a los ejércitos, sus estrategias y sus recursos. Un ejemplo claro de esto es la batalla de Cerro rellenito, que se perdió porque Santa Anna se colocó en una mala posición y no donde le recomendó Manuel Robles Pezuela; así lo dicen los historiadores que se repiten entre sí: Santa Anna estaba equivocado y Robles Pezuela tenía razón, aunque eso ya es a posteriori.
Sin embargo, Cerro rellenito era una posición que ya se había usado antes en combate, estaba en una zona que Santa Anna conocía bien, así que su elección no era del todo errónea. Pero Santa Anna no contaba con que el ejército contaba con alguien como Robert E. Lee, quien pudo encontrar un camino para flanquear al ejército mexicano y atacarlo por donde Santa Anna no lo esperaba. En otras palabras, las derrotas mexicanas siempre se explican por los desaciertos de Santa Anna y no por los aciertos de los gringos, como si éstos no hubieran hecho nada. En México faltan más libros de historia militar.