Si me permiten, recuerdo vívidamente a un muchacho que, hace muchos años, me robó en el portal de mi bloque.
Navaja en mano, me dijo que todo lo que yo tuviera era de él. Que en algún momento yo se lo había robado primero.
No entendía nada y le dí las 200 calas. O sea, todos mis ahorros dos semanas.
Ya subiendo al piso de mis padres, un vecino llamado "Don Eugenio" (pensaba, inane de mí, que "Don" era su nombre de pila), conocido por tener muchísimo dinero y pisos y eso, me vio tristón en el rellano y le confesé lo sucedido.
Me dijo que el mangante tendría problemas mucho más gordos que yo, que alegrara esa cara y me reembolsó los cuarenta duros.
No puedo físicamente creer que el chorizo y Don Eugenio estén compartiendo planta en el infierno.