Yo no soy monárquico convencido, pero pienso que es una manifestación bastante buena del orden natural. Otras son posibles, pero esta es la que ha llegado a nosotros. Mucha gente ha sido adoctrinada con la idea de que la democracia es algo bueno y deseable en sí mismo. Lo repiten como un dogma de fe sin conocer qué repercusiones o qué consecuencias tiene en la sociedad.
La monarquía es una derivación de la familia tradicional, y aporta estabilidad a la sociedad del mismo modo que el modelo patriarcal aporta estabilidad a la familia. El orden natural es el que es, y las características del ser humano son las que son.
Ante cualquier situación que exija respuestas rápidas aflora sin tapujos el orden natural y la gente se organiza espontáneamente en torno a un lider que es reconocido como tal por el resto del grupo. Al lider se le reconoce su capacidad de dirigir con justicia y determinación, y del mismo modo el resto de los miembros aportan sus talentos específicos. Solamente cuando la situación es de calma y todas las necesidades están cubiertas aparecen los debates interminables donde cada cual se ve capacitado para opinar sobre cualquier cosa, sin importar sus capacidades. En este momento es cuando los amantes del poder por el poder aprovechan la situación y buscan, mediante la mentira y la manipulación, obtener el poder sin tener derecho natural a él.
La democracia es un sistema de gobierno perverso, inherentemente inestable. Los gobiernos se ven reemplazados cada pocos años, y dedican gran parte de sus esfuerzos a políticas cortoplacistas para procurar ser reelegidos, porque esta es la estrategia ganadora de este sistema. Los planes a largo plazo se ven reemplazados por el robo a manos llenas a corto plazo, y el intento de ganarse a la población del modo que sea. Lo análogo sería un padre que, para conservar el cariño de sus hijos, les permita tomar todas las golosinas que estos deseen: ni el padre ejerce sus funciones ni los hijos reciben lo que necesitan.
Por lo demás, vemos en otros ámbitos de la sociedad el mismo principio destructor (caos, inestabilidad, cambio constante) que da lugar a la democracia: las parejas cambian cada pocos años, meses o semanas. En la familia tradicional, el poder también se ve reemplazado por el consenso, y parece que vamos a un modelo en que los hijos, a lo largo de su niñez, van a conocer a una cantidad considerable de "padres" distintos. En el ámbito de las ideas, tenemos el relativismo jovenlandesal y la idea de que la verdad no existe ahí fuera, sino que cada cual tiene su propia verdad tan válida como la de cualquier otro. En cuestiones como el aborto o la eutanasia, tiende a prevalecer el bien individual sobre el bien común. El hombre deja de ser hombre, feminizandose, y la mujer deja de ser mujer, masculinizándose. El intelecto deja de vincularse a lo imperecedero (Dios), para convertirse en histeria al atarse a la materia. Todo esto tiene la misma raíz destructora, y a la destrucción nos lleva. El "ser humano" pasa a convertirse en el "actor humano".
Se puede argumentar que la democracia es fuente de progreso, pero la misma idea de progreso está poco desarrollada para muchos, tomándola por adoctrinamiento como un bien en sí mismo. Un árbol es siempre un árbol, no cambia, y un ser humano tampoco lo hace. El progreso debe circunscribirse al ámbito de la ciencia y la tecnología, y siempre bajo la supervisión del orden natural. Es cierto que la democracia acelera el ritmo del progreso, pero lo hace a costa de traer sufrimiento y destrucción en otros ámbitos de lo humano (por ejemplo, trabajos insalubres en ciudades contaminadas). El progreso, el cambio constante, se convierte en un fin en sí mismo, un fin que se postula como superior al mismo ser humano y su bienestar, y por tanto no es más que un conjunto de ideas que actuan como un bichito.
Si algo le reprocho a la monarquía hereditaria es solamente la falta de elección por aclamación popular, con lo que no está asegurada la aparición de líderes naturales, aunque este modelo solo parece viable en grupos humanos pequeños. Aun así, y particularmente si se limita su capacidad de gobierno, creo que es un modelo de sociedad muy superior al actual: un rey de cabeza de la nación, y un consejo de "sabios", suficientemente amplio, que combine la estabilidad en el cargo de sus miembros durante periodos suficientemente largos con la incorporación periódica de nuevas personas de entre los miembros de la sociedad más aptos en cada campo.
La verdad fundamental del ser humano es que es desigual. Cada persona es un ser único, con un conjunto único de talentos. Cada persona es igual en dignidad a los demás, sin importar sus habilidades o posesiones, pero, precisamente en virtud de esa desigualdad natural y necesaria de talentos, cada persona depende de los demás y está destinada a ocupar un lugar diferente. No todos valemos para todo, y la base de la democracia es precisamente esta, que cada cual está capacitado para comprender los problemas que entraña el gobierno de una nación y para reconocer qué personas están más capacitadas para el cargo. Las contradicciones de la democracia se ven en el mismo cambio de gobierno cada pocos años, y en las masas queriendo a la vez, o de una semana para otra, una cosa y su contraria.