Guajiro, Setrakso, Sevillano indolente, Salsero de Madrid, Ruperta... ... ...
Ahí están, vienen del lejano oeste. Pertrechados con sus impolutos trajes, extrañamente si vienen de trabajar duro o directamente de los laboratorios de ideas, vienen a contarnos su hallazgo. Ese invento revolucionario con el que el vello capilar craneal volvía a brotar cual adolescente en edad de lucimiento en las más curtidas cabelleras. Sí, con ese gran ungüento recuperaremos el esplendor perdido en los últimos años. No sabemos quiénes son, o simplemente hemos oído algo sobre ellos del poblado lejano. Nadie conoce sus méritos como químicos o alquimistas, pero aparecen aquí con un discurso impecable, seguro, flexible y veloz. A penas nos hemos dado cuenta y ya lo tenemos en la mano: crecepelo. Puede que funcione, puede que no. Total, son apenas unas monedas. Tal y como estamos, a peor no podemos ir. Podemos comprarlo, lo hemos comprado y ahora vamos a disfrutarlo. Es una pequeña dosis, probablemente hasta inocua, es, en definitiva, un placebo. Hemos comprado el deseo, no lo real. No ha pasado nada, ni un solo pelo de más. El crecepelo se ha acabado y el charlatán se ha esfumado. Puede que podamos avisar al pueblo vecino, pero la estela de crecepelos es larga y ya no sabemos ni donde está.
Esto sucedió a mitad del siglo XIX, pero sigue ocurriendo hoy. Fueron el más claro exponente del actual denominado marketing: comunicar lo que se pretende comercializar. De aquí a que el producto vendido se demuestre inútil, falso, falaz o incluso inocuo y se refleje como un timo a pequeña escala puede pasar tanto tiempo que ya nada se puede hacer contra el charlatán.
Vuelve la historia a principios del siglo XXI. Los charlatanes cogen sus carromatos (redes sociales, mass media, etc.), a sus compinches entre el público junto con los que montan los carteles y mueven los enseres (multinicks, colegas de la estafa) y se echan al monte.
Buscan a ese pueblo crédulo y ávido de comprar el producto, el crecepelo del éxito (según ellos)
la vivienda.
Nos lo venden 'barato' a cambio de un conjunto de propiedades beneficiosas incalculables (rentabilidad bruta del alquiler, nunca bajarán, suben y suben y siempre subirán, compra ahora que mañana estará más caro, el ladrillo es inversión segura, etc.).
Este es el motivo por el que actualmente se hace tanta publicidad de que la bajada de la vivienda se acabó (pufados y bancos), se presentan artículos bien pagados en prensa, se anuncian subidas de precios (curioso, cada semana uno distinto... eso ya da qué pensar), futuras e increíbles (inverosímiles más bien) subidas perpetuas de la vivienda, se insiste en que o eres propietario o eres un perdedor, una dinámica para engañarte. Salen las cabareteras, que corra el champán, tú lo vales,
lo necesitas, luces de neón, mañana serás un poco más rico...: todo para conseguir vender más y más crecepelos, más y más viviendas.
Con las promesas de estos mesías, igual que con los efectos de los crecepelos, nadie se acordó nunca de ir haciendo una foto diaria para ver, de verdad, si los efectos prometidos se cumplían (ande, echen un vistazo desde 2007 a ver qué paso).
Hete aquí que la ofensiva burbujera de los charlatanes está en su apogeo. Es el momento de desprenderse de los pufos. Dentro de no mucho subirán los tipos de interés, quizá explote la gigantesca burbuja financiera, entonces, además de los tipos de interés subirán los precios, el IPC, el agua al cuello de nuevo, no llego a fin de mes... bueno, vendo ¿no iban a subir siempre?, ah, que ahora nadie se mete a comprar, porque no tiene, es verdad, esperemos un poco... pero es que la pirámide de población me dice que los precios no subirán ya más, pero ¿Y qué hago?. "Vende barato". Si hombre, espero. Me dijeron que subirá, que es una mala racha y se recuperará. Y espera, y no vende, y cada vez peor, hasta que el banco se lo quita, lo subasta al 50%. Se queda sin casa y debiendo dinero al banco.
Un triunfador me decían, y no tengo nada, sólo deudas astronómicas.
Y luego de esto ¿dónde estarán aquellos los charlatanes de flequillo lacio que se subían a los atriles de los foros y dirigían sus consignas para justificar las propiedades de su crecepelo, aquel al que le hicimos caso hace unos años, a Guajiro, Setrakso, Sevillano indolente, Salsero de Madrid, Ruperta...?.
La foto del futuro de los precios de la vivienda no es nada buena, sólo los voceros y las cabareteras serán las que traten de hacernos ver otra realidad. Como dice el título del tema (aunque en otro sentido),
avisados estáis.