Interesante tema, yo tengo una opinión que bien podría derivar en jovenlandesaleja.
Hace algunos años, no importa cuántos exactamente, teniendo poco o ningún dinero en los bolsillos y aún estudiando en la Universidad, por primera vez empecé a trabajar de lo mío en un puesto fijo. Fue entonces que se me presentó la oportunidad de comprar un Pontiac Firebird TransAm de finales de los 80s. Alguien de la universidad pedía $1,500 por él en los días en que Facebook se había liberado de la necesidad de tener un email universitario para unirte. Precisamente anunciaba la venta en Facebook y un amigo mío me mostró el enlace y el resto fue el ritual de toda la vida. Llamar, quedar, ir a verlo, darle unas patadas a los neumáticos y asentir con cara de entendido. Entonces no sabía mucho sobre mecánica ni sobre inspeccionar coches usados, pero el vendedor me contó su historia. Hacía menos de un año se había mudado desde su pueblo en otro estado, creo que Oklahoma o algo así. Había llenado el Firebird con todas sus posesiones materiales y se había mudado conduciendo por más de mil millas sin ningún problema. Tenía registro vigente y finalmente, sin que se lo pidiera bajó el precio a $1,000 y al ver que dudaba me dijo que lo probara y que luego le hiciera una oferta.
¡Ay de los hombres mortales que saborean las dulces mieles del Olimpo reservado a los dioses! Solo me bastó encender el motor y oír el suave ronroneo del V8 para decidir la compra. El trato se endulzó aún más cuando el vendedor confesó que le quedaban media vida a los neumáticos (de ahí lo importante de patearlos cuando se negocia el precio
) y cerramos el trato en $800. Al día siguiente fui a la DMV con el título, seguro, etc. y salí con las matrículas y el título a mi nombre... Y como era de esperar, pocas semanas después empezó a recalentar. Al principio sólo en subidas pronunciadas, luego en verano lo hacía con más frecuencia. Afortunadamente tenía otro coche, pero la poca confiabilidad y la ansiedad que provocaba ver la aguja y la luz roja en el tablero hacían que ni siquiera ir a la playa fuese una experiencia libre de estrés y preocupaciones. Cuando finalmente lo llevé al mecánico y me dieron el estimado de casi $2,000 por todo lo que necesitaba (bomba de agua, termostato, juntas, fugas de toda clase de líquidos, más un incipiente problema con la transmisión que se quedaba a medio camino entre 1ra y 2da hasta que dabas un acelerón) que decidí no gastar más de lo necesario en ese coche. Finalmente, cuando falló la inspección y no pude volver a registrarlo, decidí venderlo a un desguace.
Luego de toda esta historia cualquiera pensaría que me arrepiento de haberlo comprado, pero no es así. Era el coche de mis sueños desde que siendo niño veía una vieja serie enlatada de un coche exactamente igual al mío. La serie era The Knight Rider (El coche fantástico en España), y el anterior dueño también veía esa serie y lo había empezado a modificar para que se pareciera más al Kitt de la serie. Era completamente neցro con una ridícula hilera de lucesitas aftermarket en la parte delantera. Solo le faltaba el volante de Kit y el tablero de instrumentos con un millón de botones, pero eso es a lo que iba. A veces queremos cosas absurdas sin sentido práctico ni razón lógica alguna para gastarnos el dinero en ello, pero el no hacerlo, el dejar pasar las oportunidades de ser felices, es de lo que realmente tenemos que arrepentirnos.
Finalmente, para no hacer off topic, el coche que me arrepiento de haber comprado es un Volkswagen Polo TSI con un ridículo motorcillo de mezquinos 1.4 litros. En realidad quería un VW Golf pero apelando a la lógica y a la razón, ese Polo estaba mucho más equipado que un Golf de mayor precio, y los seguros y demás preocupaciones financieras parecían ser menores. Dio algunos problemas empezando por un sensor que fue cambiado sin costo alguno bajo garantía pero pasando más de una semana en el taller. Por todo lo demás era perfecto, uno de los coches más rápidos y divertidos que he tenido, y el mejor que se desempeña en curvas cerradas y contracurvas. Me gasté buen dinero en un kit completo de deflectores y alerones, suspensión de performance, barras estabilizadoras de competencia, etc., pero nunca lo disfruté tanto como el viejo Firebird que dejé en un desguace.