La ciudad amurallada de Kowloon: la ciudad sin sol
La Ciudad Amurallada de Kowloon fue un fuerte militar chino –de ahí su nombre- desde su fundación en el siglo X hasta el final del siglo XIX, cuando el gobierno de China concluyó la cesión de los Nuevos Territorios de Hong Kong al Imperio Británico en 1898. Sin embargo, pese a que los británicos tomaron posesión del enclave el mismo año, en las siguientes décadas apenas levantaron un edificio civil en su interior –unas oficinas municipales y un local para ancianos-. Por lo demás, practicaron un estupendo ejercicio de dejación de responsabilidad. De hecho, el gobernador británico de Hong Kong prefería mantener la ciudad amurallada como reclamo turístico. Como «un trozo de la antigua China». Kowloon eran 2,6 hectáreas sin gobierno, autosostenidas y autorreguladas por sus escasos 500 habitantes que, de alguna manera, vivían en una anárquica armonía.
En 1933, y ante el desgobierno de la ciudad, las autoridades anunciaron la demolición del enclave, compensando a los habitantes con nuevas casas en la vecina Hong Kong. Antes de la Segunda Guerra Mundial, en Kowloon solo quedaba la muralla, una escuela y los edificios municipales.
Las cosas cambiaron dramáticamente tras la guerra. Durante la ocupación japonesa, el ejército del sol naciente había derribado la muralla reduciendo el antiguo fortín chino a un montón de escombros. El problema es que, en 1947, tras la rendición de Japón, las autoridades chinas quisieron recuperar la vieja ciudad. En respuesta, una violenta revuelta terminó con más de 2.000 residentes de Hong Kong ocupando los terrenos de Kowloon y construyendo más de 500 casas, en su mayoría de madera. Tres años después, y sin intervención ni regulación por parte de autoridad alguna, la ciudad estaba coagulada por unas 17.000 personas en 2.500 chabolas. En ese momento, la densidad de población ascendía a unos 650.000 habitantes/Km2. Para hacerse una idea, la densidad actual de Madrid es de 5.200 hab/Km2.
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