♛ VIII Liga de Ajedrez

Ignadaptado

Madmaxista
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Bueno aquí pongo un problema de mate en 1 que igual conocéis. . Pero como se que hay cabezas pensantes muy potentes …pues eso Ver archivo adjunto 1374253
dXe5 a.p

No me ha saltado la notificación, posiblemente porque hayas editado el mensaje. Por mí bien, aunque no soy fan de los tiempos sin incremento. Lo que no sé es qué haces invocando a Calópez o a Ratona.
 

Ignadaptado

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La verdad es que he puesto un problema de hez. Por que si estás jugando la posición lo saca en 3 décimas de segundo y así me parece una trileria.He elegido al tuntún .
Los problemas de comer al paso son difíciles de ver si no has hecho ninguno antes, porque la gente no suele caer en ello, pero cuando ya has hecho alguno y te dicen mate en uno es lo primero que miras.
 

propileos

Madmaxista
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dXe5 a.p



No me ha saltado la notificación, posiblemente porque hayas editado el mensaje. Por mí bien, aunque no soy fan de los tiempos sin incremento. Lo que no sé es qué haces invocando a Calópez o a Ratona.

Hice un copiapega de la primera lista que vi por ahi.
La cuestion del incremento es que en los suizos si pones un ritmo sin incremento ya sabes cuanto va a durar la partida maximo.
Por ejemplo a 10+0 como mucho dura la partida 20 minutos.
Si uno acaba su partida a los 5 minutos ya sabe que como mucho en 15 minutos comenzara la siguiente ronda.
Y para calcular la duracion del torneo claro.
Si hacemos 6 rondas a 10+0 el torneo dura como maximo 2 horas.
Si comienzas a las 10 de la noche ya sabes que como muy tarde acaba a las 12 de la noche.
5+0 se espanta mucha gente y 15+0 ya se va a las 3 horas.
10+0 me parece el ritmo mas estandarizado.
Voy a abrir un hilo del torneo con votacion de dias y horas y pegare los nicks sin editeo, a ver si se anima la gente.
 

Clavisto

Será en Octubre
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El tipo aquel empezaba a trasegar su tercer gin tonic a pelo en la tercera escapada al bar cuando prestó oído al intercambio de pareceres del otro extremo de la barra.

Mi amigo había llegado poco antes y nada más entrar hizo un comentario que me la dejó a huevo, para empujarla. Y así lo hice, en contra del plan que me fijé anoche mientras intentaba conciliar el sueño tras haber visto por fin la película tan recomendada por él; una película con demasiados peros que empezó a incomodarme poco después de su inicio y que sólo acabé de puro aburrimiento y por el simple sentido de la lealtad que me ha acompañado durante toda la vida con tan excelentes resultados.

La verdad era muy simple: una basura de película de la que sólo salvaba el papel de la joven fruta. Pero él, mi amigo, había terqueado tanto con que la viera que no resultaba prudente soltar las cosas de esa manera. ¡Ah, qué tiempos aquellos en los que uno era joven y tenía fuerzas hasta para discutir a calzón quitado por una película! Pero aquello acabó hace mucho tiempo.

Respeto a mi amigo de bar; sabe de cosas que yo no sé ni sabré y de las que compartimos andamos parejos en algunas, aunque su vida ha sido tan diferente a la mía que las preferencias no pueden ser las mismas, algo de lo que enseguida me di cuenta. Pero era tal su insistencia con la jodida película que ayer me decidí a verla de puro aburrimiento.

Como digo, fue que él entrara, dijera eso y sin querer dejármela a huevo. El plan era no decir nada si él no volvía a preguntarme. "Ver, oír y callar" primera regla del camarero. Lo que a mi me mató fue ponerme a trabajar de cara al público.

Empujé la pelota, nada de pelotazos, besó las mallas pero en cero coma dos cambió de película, cosa que respeté. Todo el sesudo análisis mental que hice anoche para explicarle mi opinión acerca de esa hez tan querido para él se fue a tomar por trastero en la primera objeción. ¡Y no es que fuera un ataque en toda regla, no, nada de eso! Fui cauto, poco más que un pellizco de monja previo a lo que vendría a continuación, pero ya no hubo lugar. Rápido cambió de peli y actores a comentar y pronto nos enredamos en lo de siempre, "a mi...a mi...a mi..." Por cierto, gran canción de los Beatles.

Ahora que lo escribo creo que subconscientemente fue por este amimismo unido a la decepción del nocturno plan deshecho a la primera frase que me di cuenta de lo ridículo que había sido todo, de lo absurdo que ha sido todo. Pero en fin, la cosa ya había derivado hacia la música cuando aquel tipo entró al bar por tercera vez.

En la primera no le hice ni puñetero caso; o, para ser exactos, pasé de él. Yo acababa de iniciar mi segundo tiempo en el bar, era la una del mediodía, y apenas me había quitado el abrigo, la bufanda y el gorro y andaba anudándome la melena cuando vi entrar a un tipo con la mascarilla puesta.

- A ti no te conozco -dijo quitándose el cubreboca- Eres el tercero que veo esta mañana tras la barra.
- Muy bien, ¿qué quiere? -respondí. Era verdad.
- Un gin tonic. Sin hielo ni limón. En vaso de tubo.

Si un tío que no conozco, con ese aspecto, me pide un gin tonic apelero a esa hora le digo que no sirvo alcoholes hasta la tarde, pero ese dato lo evitó. Le atendí, pagó el precio justo como una especie de prueba de que sabía lo que valían las copas y me olvidé de él tanto que enseguida se salió afuera para fumar. Todavía daba el sol en nuestra fachada.

La segunda vez fue una hora más tarde. En esta ocasión charlamos un tanto. El mediodía del bar estaba pasando tal y como poco más o menos han pasado los últimos treinta años de mi vida laboral. Habló de su nonagenario padre estabulado en una de las plantas del hospital, del ****** que eso supone siendo de otro pueblo, de sus tres hermanos, todos lejos de su pueblo, y de que era él, jubilado y pueblerino, quien tenía que encargarse del marrón, aunque llegadas las cuatro de la tarde cogía el auto y se iba a dormir a su casa.

Eran las cuatro menos veinte de la tarde cuando mi amigo entró al bar diciendo una arquetípica frase del gran Lebowski. Y le respondí con otra en la misma onda pero de su película.

- ¡La has visto!

Si yo no hubiera visto treinta mil veces "El gran Lebowski" el plan hubiera seguido adelante, en reserva, o quizá, más allá, incluso hasta Júpiter y Mota del Cuervo.

Creo recordar que el asunto empezó por Pink Floyd, aunque más por el otro que por nosotros, que cinco o seis metros más allá andábamos de King Crimson y derivados y quizá, sólo quizá, los Pink Floyd de Syd Barrett.

Y entonces el pueblerino metió su pata y habló del amor que sentía hacia los Pink Floyd y todas aquellas grandes bandas.

Mi amigo, ante la cataratírica tararea que allí estaba desparramándose en loor de nuestras bandas de perpetuo amor, se bebió los restos de la segunda copa y se marchó. La conversación era imposible. No es que se tocara un tema delicado, no...El pueblerino, como todo los paletos, estaba sordísimo.

Y tuve que comerme toda su fruta vida durante veinte minutos. Entera y bajo la amenaza de volver al día siguiente.

- ¡Kufisto!

Un camarero en su día libre. Puestísimo. "jorobaeerrr"

- ¡Un café! ¡y un whisky de esos buenos! ¡el que tú bebas!
- Yo diría este.

Y le puse un Double Black de Johnnie Walker hasta la extremaunción.

- ¿Sabes? -le dije- Estaba a punto de echarme un chupito. Si hubieses llegado un par de minutos más tarde no habrías tenido para una copa.
- ¡Me cachis! -dijo- ¡Bébela tú y ponme otra cosa! Te invito.
- No, estoy a punto de irme. Mejor la cerveza.
- ¡leche, tómate una copa conmigo!
- ¡Que no, cachopo!

Pasé de preguntar por su mujer y su hija. Venía de comer de un asiático y me lo explicó a base de bien.

Mi hermano llegó.

- Me voy, colega.
- Me cachis, Kufisto...Vamos a meternos una.
- No.


jorobar.
 

propileos

Madmaxista
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Ya os pasareis por aqui para votar, si veo que no hay votos no voy a organizar nada.
No por rabieta, es que hace falta gente para jugar los suizos, es la cuestion.

 

panaderia

Madmaxista
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por favor,podeis elegir 1.500 de ELO y ganar a la maquina? llevo 50 partidas seguidas perdidas. No es coña.
¿de verdad eso es un ELO 1.500? para mi eso es minimo 2.000-
 

Clavisto

Será en Octubre
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- Me jubilo en un par de semanas -dijo el cliente.
- Enhorabuena -respondí.
- Cuando me tocaba...
- Ya.

Yo sabía por donde iba. Callé y esperé.

- Cuatro ingresos en los últimos seis meses -continuó.
- Algo he oído -confesé sin preguntar.
- La próstata...-le dijo a su cerveza- Tan cerca que estaba de jubilarme y llega esto...

Tiene mala cara. Uno está bien mientras su rostro no esté gris. Pero cuando las mejillas adquieren el tono de la ceniza es que la cosa va mal. "Polvo eres y en polvo te convertirás"


Cliente del bar durante años dejó de venir tras la reapertura post-el bichito en la que cambiamos el planteo de las tapas en vista de la paranoia generalizada y (por qué no decirlo) aprovechar el momento para dejarnos de problemas. Fue una decisión arriesgada que salió bien.

Trabajador del hospital, solía venir al mediodía en compañía de una madura psicóloga de muy buen ver y mejor fantasear (Esther, la de las palas separadas) y un doctor de mi mismo nombre, un tipo que daba el pego de contertulio invitado a "Saber vivir" Evidentemente, y como demostró el tiempo, no lo hacían por mi si no por la tortilla de patatas; pero quieras que no hicimos una cierta amistad: salíamos a fumar, charlábamos, bromeábamos y reíamos entre calada y calada, excepto mi tocayo que no fumaba y no siempre estaba presente. La relación, más bien, era con la pareja que no era tal, aunque siempre pensé que estaban enrollados. Después de todo él tenía fama de haber sido un figura, no se conservaba mal y ella, más joven y también divorciada, no parecía haber transitado ondas muy distintas, al contrario. Un amor maduro. Un folleteo otoñal, alegre y despreocupado.

A veces era Esther, la de las palas separadas, quien llegaba la primera. Entonces yo, ante su sempiterna sonrisa, tonteaba con ella de alguna manera. La verdad es que estaba estupenda para su edad; tenía el cuerpo de una mujer veinte años más joven. Y lo sabía.

Una mañana se lo pregunté y me dijo que hacía gimnasia, salía en bici y también senderismo de montaña en alguna que otra escapada. Tremenda mujer. Tremendas piernas. No te perdía la cara en ningún momento; no desviaba la mirada en ningún instante. Esther, la de las palas separadas, también era psicóloga. Y los psicólogos son así, o al menos la inmensa mayoría de los que he conocido, aunque siempre desde detrás de la barra y nunca tumbado en ningún diván.

Pero estábamos en hoy...


- ...y llega esto -le decía Claudio a su cerveza- y todos los planes se van a la hez.
- Sí -dije yo casi aguantándome la risa a causa de un viejo recuerdo que tomó por asalto mi cabeza- Mira, te voy a contar una cosa.

- Recuerdo un día. Era el solsticio de verano. Aquella tarde acabé borracho y no tuve más remedio que irme a casa. Por entonces yo estaba en un mal momento, pero era joven, apenas treintaipocos años, y todavía podía soportar estar bebiendo por ahí. En fin...que me fui a casa cuando aún era de día y desperté a eso de las tres de la madrugada. ¿Te has despertado alguna vez en mitad de la noche estando todavía medio borracho? Es horrible, inhumano: sólo pensar que faltan horas para la salida del sol es algo que te vuelve loco...
- Sí, te entiendo...
- Pues eso. Me levanto de la cama, voy al salón, enciendo un cigarrillo, cojo la botella de agua y un par de ibuprofenos, pongo la televisión y veo un programa de aquellos de llamadas que presentados por una tía buenorra te incitaban a llamar para la resolución del resultado de un problema matemático muy sencillo en apariencia...
- Jajaja...
- Y tú estás ahí medio en pelotas por el calor, derrumbado en el sofá, sudando como un pollo, reconcomido aún por el reciente fracaso de tu última relación que tanto te ha dolido...
- Ya...
- Y ves a ese pedazo de tía en la tele y ese problema matemático accesible en apariencia hasta para un down...
- Jajaja
- Y llega un momento en el que de tanto oírla que la llames te levantas, y coges el teléfono y marcas el número y todas las líneas están invariablemente ocupadas mientras una voz metálica te aconseja que permanezcas a la espera...
- jorobar, Kufisto.
- Espera, espera...Y esperas y esperas, y su contador de pasta sigue subiendo por tu llamada, y ya te encabronas, estampas el teléfono, cambias de canal y topas con el 24 horas...
- ¿Y...?
- Y te recuerda que hoy es el solsticio de verano.
- ¿Y...?
- Y entonces coges y dices, "¿por qué no?" Ya son las cinco y pico, pronto amanecerá. El gran sopor del pedo se ha difuminado un tanto con la sofocación del engaño y piensas que nunca has visto un solsticio, que no tienes sueño, que estás frito de calor en tu puñetero piso de hez, de los maullidos de la gata del tejado del edificio de enfrente y que quizá no sería mala idea coger el coche, conducirlo hasta las molinos y ver salir el sol en el día más largo del año.
- Jajaja...qué cabrón.
- Cojo el coche. Son las cinco y media. Bajo la ventanilla y un aire templado, que no fresco, entra por ella haciéndome una especie de churrupaica a mi alma.
- jorobar...
- Tiro para las molinos. Todavía es noche cerrada. Si hay algún control doy fijo. Pero no lo hay.
- Jajaja.
- Alcanzó el camino y empiezo a elucubrar. "Seguro que hay gente reunida allí arriba -me digo- Fumetas, malabaristas, perroflautas, zorritas, litronas, canutos y tal vez hasta un poco de perico" Después de todo es una noche mágica.
- Jajaja
- Voy subiendo y todo sigue tan oscuro como cuando empecé. Ya en el último recodo del camino estoy a punto de perder toda esperanza. No se ve nada más que oscuridad cuando yo había pensado hasta en fuegos artificiales...
- Ya...
- Y llego arriba, a la cima, al mirador y...no hay nadie.
- Vaya.
- Aparco el coche de cara a la salida del sol, quito el contacto, salgo afuera y un frío ventarrón casi me tira al suelo.
- Jajaja.
- Es la leche, tronco. Apenas serán trescientos o quinientos metros de diferente altitud, yo que sé, pero si abajo hay brisa arriba hay viento.
- Sí.
- Y me paso para adentro. Voy en camiseta y ahora tengo frío. Pongo la calefacción. Son las seis menos cuarto. Miro el teléfono y compruebo que la salida del sol está prevista para las seis y cuarto. Media hora. Antes vendrá la aurora. Pongo música. No hay malabares, ni zorritas, ni litronas ni perico. Estoy yo solo allí arriba y media hora por delante. ¿Alguna vez has visto la aurora desde la altura? No te das ni cuenta del frío que sientes. Las canciones pasan y los cigarrillos y los tragos de agua.,Un sueño tremendo, casi invencible, empieza a apoderarse de ti. Una memoria de reloj, una alarma interna, te dice que te faltan dos horas para ir a abrir el bar. "Un poco más, un poco más..." Y entonces, ya casi derrotado, ves salir la corona del sol. Pero estás tan cansado que piensas que más vale una hora y media de sueño en tu cama que ver salir el sol en su día más largo. Y arrancas el coche, bajas los molinos, llegas a casa y te metes en la cama para al menos dormir una buena hora reparadora. Y que le joroben al sol y a su perpetúa vejez.
- ¿Qué me estás contando, Kufisto?
 

Clavisto

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- ¿No decías que no? -le estaba diciendo un amigo a otro en la puerta del bar cuando salí cargado con la bolsa de trabajo, ahora con unos tercios de cerveza en su interior- Pues mira, ¡está lloviendo!
- Bueno, bueno...Llover lo que se dice llover ná de ná, porque esto y ná es lo mismo.
- Bueno, sí...chispea. ¡Pero ya huele a humedad!
- Sí -dije yo- En el campo ya se estará notando el olor a tierra mojada.
- ¡Qué exageraos!
- Me voy chicos. Buen servicio.
- Adiós, Kufisto.
- Adiós. ¡Y que viva Deep Purple!

Eché a andar de vuelta a casa aún con el regusto del extraordinario chupito de whisky en la boca. Fue él quien minutos antes nos había conducido a una especie de kairós colectivo gracias al efecto que desencadenó en la mente de uno de nosotros.

- Oye, Kufisto, ¿te puedo pedir un favor?
- Dime
- ¿Puedes poner "Lazy", del "Made in Japan"?
- jorobar que si puedo. Si no es mi favorita de los Purple está entre ellas.

El acuerdo fue general. Los cuatro aplaudimos con palabras la revelación sufrida por el colega. Subí el volumen. En el salón sólo había una mesa ocupada por el hermano mayor de uno de mis amigos, el cuñado, las mujeres, una chica joven y otra severamente discapacitada en silla de ruedas, una muchacha adorable que no deja de sonreír mientras mira hablar a los demás con la mano de su hermana sobre la suya, manos que no dejan de estar en contacto en ningún momento.

Y "Lazy" empezó su carrera de diez minutos como siempre empieza, con toda tranquilidad.

- Unos chupitos del barrilillo, Kufisto. Y ponte tú uno.

Eran los terceros suyos y el primero mío. Antes habían pasado como seis o siete cervezas por sus gargantas. La mía sólo había trasegado con dos.

La introducción de "Lazy" te deja tiempo y espacio para hablar de ella. Y eso hicimos.

Ellos tres eran niños que apenas habían aprendido a limpiarse el trastero cuando la canción se publicó; yo todavía no había nacido.

- ¡Miramiramira...! -dijo uno a cuenta del órgano Hammond de Lord. Es curioso; muchas veces, al escuchar música en compañía de otros, no decimos "oyeoyeoye" sino "miramiramira" Resulta como si sólo pudiera apreciarse del todo con la ayuda del sentido de la vista, como si las ondas de la música se pudieran ver. Es extraño, casi cuántico. Pero cuando Blackmore entró en acción anunciando el riff que iba a venir en respuesta al fraseo de Lord una especie de silencio reverencial fue cerrando nuestras bocas hasta que al fin llegó y toda la tensión contenida estalló en una especie de largo orgasmo musical en el que no faltaron los consabidos "diosss", "joooder", "aaarrrgh", y casi, "me corro" que acabó con el último minuto de caricias y sus consecuentes palabras de amor eterno.

Los dos hombres a punto de jubilarse, los dos hombres de la mesa del salón, adolescentes y rockeros cuando la canción salió, sonreían.


Cien pasos más allá del bar la gris tarde dominical cayó sobre mis ojos con mucha más fuerza que las perezosas gotitas de lluvia sobre mi cabeza.

Diez minutos más tarde estaba en casa.

- ¿Qué hay, bonita? -le dije a la gata que como siempre estaba esperándome cuando abrí la puerta.
- ¡Mau!