Es lo que hay. Se regalan viviendas en Tembleque y hay palos por comprar pisos en Donosti.
Realidad manda.
El dinero es filtro y huye en busca de refugio, eso si; a costa de los lugareños que no tienen manera de comprar nada con los sueldos perversoss que se pagan por trabajar.
Subir el IBI un 150% es una medida recaudatoria. Si quieren parar el alza de los precios en Donosti van a tener que ir pensando en otro tipo de medidas como que solo puedan comprar vivienda en Donosti los que lleven 10 años empadronados en la provincia, por ejemplo.
Los estupendos gestores jeltzales están caninos. Tantos años acostumbrados a repartir sin ton ni son han hecho que sean incapaces de apretarse el cinturón ni un poco, y los tienes, por una parte, tirando el dinero en organizar seminarios de cata de gin tonic, y por otra, apretando las tuercas a la jubilada que cobra 800 euros de pensión y tiene que alquilar su piso e irse a vivir con familiares para poder ir tirando.
Se ha organizado un sistema compuesto por vividores del presupuesto, que viven a todo trapo, paguiteros, que no viven mal, y remeros y asimilados, que tienen que pagar el tren de vida de los otros dos.
Y como sin prisa pero sin pausa la izquierda abertzale se ha cargado la industria del país, y el PNV se ha limitado a cuidar sus caladeros de votos, ahora resulta que el chiringuito no se sostiene de ninguna manera. Así que, en la mejor tradición nacionalista de inventarse una realidad paralela que justifique todo tipo de desmanes, las haciendas forales llevan un quinquenio, por lo menos, inventando tasas, elevando índices de referencia, inmiscuyéndose en la libertad de empresa y en general, saqueando el bolsillo de todo aquel que tiene actividad económica, "en defensa del bien común".
En diez años Euskadi será un puñetero desierto, gracias a la preclara inteligencia nacionalista.