Las propuestas de paz molestan en una Armenia encarada hacia el conflicto
Las chocolatinas Grand Candy están envueltas con fotos bélicas y la frase: “Patriota, ganaremos”
No hay sitio para cuestionar la guerra, solo para ganarla.
Al hermano de Marineh lo acaban de llamar del Ministerio de Defensa para ir al frente. Armenia está dispuesta a defender el territorio que afianzó con la guerra
de los noventa y no quiere ceder ni un metro a los azeríes. Su padre luchó en esta guerra que dejó 30.000 muertos,
pero ella no quiere saber nada de eso, ni tampoco discutirlo. Ya le costó hace unas semanas el reproche paterno: “Turca traidora”.
Pertenece a la generación de los noventa y dice que solo conoce a los azeríes a través de las declaraciones de su presidente, Ilham Alíev, contra los armenios. Y que sabe de su violencia por la historia de Ramil Safarov, el azerí que en el 2004 mató a un armenio con quien compartía habitación durante un curso de inglés organizado por la OTAN. El suceso tuvo lugar en Hungría, donde pasó años de guandoca, pero fue recibido en Bakú como un héroe.
“Mi abuela utilizaba la palabra
dost [amigo en azerbaiyano] para referirse a los azeríes”, le brillan los ojos cuando explica que armenios y azeríes vivían juntos bajo la Unión Soviética.
Desde el 27 de septiembre, cuando empezó la nueva escalada en el mayor conflicto de la desintegración soviética, ha publicado textos en su timeline de Facebook contra la guerra y propuestas para una resolución del conflicto. Ha recibido una presión enorme.
“Es tan grande el repruebo a los
turcos [utilizan el mismo gentilicio para turcos y azeríes] y el miedo al genocidio que no es posible abrir
un debate sobre si hace falta esta guerra”.
Llevan más de 40 días de enfrentamientos en los que las redes sociales y la propaganda han engrandecido al enemigo. Ambos lados publican vídeos de sus soldados al frente, denuncian las barbaridades cometidas por el otro, cuelgan bulos y no se cortan a la hora de publicar cadáveres. La mitad de la población de Nagorno-Karabaj ha tenido que abandonar sus casas, el 90% de las mujeres y niños, y son 50 los civiles muertos. En Azerbaiyán son 92. Para los que no la sufren directamente, las consecuencias de la guerra las tienen en su smartphone.
Incluso algunas marcas se han unido a la guerra con operaciones de marketing. Las buenísimas chocolatinas armenias Grand Candy han lanzado un nuevo envoltorio con imágenes bélicas y la frase “Patriota, ganaremos”.
En cada rincón de Ereván hay espacio para una bandera, una mesa donde vender comida para recaudar fondos y la mayoría de las tiendas tienen en su escaparate un mensaje para los soldados: “¡Vamos a ganar!”.