Es que en ciertos aspectos todavía permiten cierta disidencia, por ejemplo en el asunto de España. Ahí uno puede lamentarse por la situación actual del país, incluso declararse patriota, aunque sea pagando ciertos peajes (afrancesamiento cultural, meter a todos en el mismo saco, leyenda negra etc... En todos estos vicios cae nuestro hamijo Arturo).
Ahora bien, en cuestiones de género, LGTBIQXYZ, racismo, banderillas y tal, ahí prietas las filas, que el que se mueve no sale en la foto.
Pererte en un maestro en parecer crítico con el sistema cuando es todo lo contrario: él es un privilegiado del sistema y nunca se va a mover un milímetro de la ortodoxia en los temas fundamentales.