Reflexiones sobre el Reino de los Cielos

Mateo77

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He dedicado mucho tiempo a reflexionar sobre lo que Dios me pide que haga. Tengo presente el camino de conversión que me ha hecho recorrer, con características muy marcadas: un camino solitario, al margen de las instituciones tradicionales de la Iglesia. Un camino marcado por las Escrituras y la doctrina más tradicional de la Iglesia. Mi formación procede de la Iglesia ciertamente, pero no tanto de la Iglesia de hoy día como de la herencia de antaño. Un camino que desde el comienzo ha estado vinculado con una perspectiva sobrenatural de la realidad material, y un camino centrado en reflexionar sobre el creciente estado de desorden en la Iglesia y el mundo y las causas que nos han traído hasta aquí.

En Cristo se reúne sacerdocio, profecía y realeza. La Jerarquía se ocupa del aspecto sacerdotal: administra los sacramentos, discierne y enseña la Palabra, organiza el culto a Dios e intercede por los pecadores. Como laico no tengo parte activa en esto más allá del sacerdocio ordinario. El aspecto real de Cristo se ocupa de la administración de lo temporal según la voluntad de Dios. En esto todos tenemos parte, por supuesto: cada cual administra lo que le es dado. Hay no obstante diversos grados: el poder de un obispo sobre su diócesis o el de un gobernante sobre su territorio tiene un alcance mayor que el de un individuo aislado. Yo no tengo aspiración alguna a ostentar más poder del que ya tengo, que es bien poco.

Mateo 10,27: "Lo que os digo en la oscuridad decidlo a plena luz, y lo que oís al oído predicadlo sobre las terrazas."

Queda el aspecto de la profecía. Aquí también hay grados, desde el místico al que presencia un pequeño milagro cotidiano. Entiendo que el aspecto profético consiste en cumplir con ese mandato de comunicar al mundo lo que se presencia de la obra de Dios, sea grande o pequeña. Lo que se presencia en la vida privada, lo que si no se comunica queda oculto para los demás. Se explica a la comunidad lo acontecido, y esto se recibe de un modo u otro por parte de los otros dos aspectos (sacerdocio y realeza), que han de discernir según sus carismas específicos cuál es la voluntad de Dios, cuál es su mensaje y en qué medida procede de Él.

Por mi parte, procuro organizar mis reflexiones según lo que enseña la Iglesia para separar el grano de la paja en la medida que me resulta posible. Y pese a esto, siempre tengo presente que lo que yo presento sobre el camino que he recorrido y lo que he visto en él ha de ser discernido por quien tiene el mandato divino para hacerlo. En muchas ocasiones Dios me ha mostrado que estaba equivocado al sostener una opinión u otra, y en vista de esto no puedo en conciencia afirmar que lo que expongo sea todo correcto. Sí sé que mi intención es recta y la conciencia no me acusa. Procuro presentar a la comunidad lo que entiendo que he recibido de Dios, de la manera más fiel posible. No afirmo que procede directamente de Dios, al estilo de un profeta del Antiguo Testamento, sino que es algo que surge de manera indirecta a lo largo del camino de conversión. Mi reflexión sobre lo vivido. No hablo teóricamente sino que lo que digo está basado en mi experiencia personal.

Mi reflexión se centra en torno al uso del poder temporal, una perspectiva espiritual de la realidad respecto a esto, y cómo se relaciona con el Reino de los Cielos. En esta época está en cuestión la doctrina tradicional de la Iglesia, pero entiendo que quien se desvía es muy consciente de lo que está haciendo. No es preciso volver a explicar lo que ya está bien explicado, y en cualquier caso no creo que yo tenga nada nuevo que decir al respecto. Me interesa más bien el modo en que el mal se ha infiltrado en la Cristiandad. No presupongo mala voluntad en los agentes implicados, pero sí ingenuidad y falta de preparación para afrontar el desafío que el mal ha planteado. Para restaurar el orden hace falta una reflexión sobre las causas profundas que nos han traído a este punto, por qué Dios lo ha permitido, qué se ha de conservar y qué se ha de reformar, y en general qué acciones concretas tomar. Esto no es algo opcional. Antes o después se ha de afrontar, y en vista de la aceleración del proceso de desorden, pienso que ha de ser más pronto que tarde.

Hago ahora un resumen de lo que ya he escrito en este hilo sobre la perspectiva espiritual del poder en la Creación. El Padre crea todo lo que existe, lo material y lo espiritual. Dota a algunas criaturas de libertad, y un ámbito propio de acción donde ejercitarla. Estas son el ser humano y los ángeles. Los ángeles gobiernan sobre todo lo existente salvo lo dado específicamente al ser humano. Entre los ángeles, unos se posicionaron con Dios, y otros contra Él, esto es irrevocable. Pienso que Dios no quita la parcela de poder que ha dado a cada uno. Dios no es injusto, no se desdice. El largo proceso de recapitulación de todo poder en Cristo supone que los diversos agentes o bien voluntariamente se conviertan, o bien sean despojados del poder que les ha sido dado tras un juicio. El juicio entiendo que consiste en la denuncia de la contradicción, la denuncia de los actos contrarios a la naturaleza que Dios ha dispuesto para esa criatura angélica particular. Esto mismo se aplica al poder humano, tanto al meramente individual como al de quien tiene la responsabilidad de administrar algún aspecto de lo colectivo. Los ángeles ya están posicionados irrevocablemente con Dios o contra Él. Los seres humanos, en cambio, disponemos de un tiempo determinado para convertirnos. El Reino de los Cielos avanza bien por la libre conversión como respuesta al anuncio de la Palabra, bien por los propios actos en contra de la naturaleza, que atraen el juicio de Dios con la sentencia de la pérdida de lo recibido. Esta propia naturaleza del ser humano estaría oculta tras el pecado original (Adán y Eva ocultándose en la espesura), pero es ahora bien iluminada por la Palabra revelada, tanto en su aspecto racional como en el espiritual con alcance sobre toda la humanidad. Tras la noche, llega el día, y Cristo tiene el papel de Lucero del Alba. Lo que antes eran luces incompletas, parciales (como el de la simple razón humana), ahora están unificadas sobrenaturalmente por el don del Espíritu Santo.

Siguiendo este argumento, la creciente descomposición de todo lo que antaño componía la Cristiandad, desde la esfera individual a cada una de las instituciones colectivas, se debe a la contradicción respecto a la propia naturaleza que se ha introducido lentamente a lo largo de la historia, desde las primeras herejías, pasando por los grandes cismas (el ortodoxo y el protestante) o el iluminismo y las grandes revoluciones y guerras que trastocaron los poderes temporales. El desorden no hace más que aumentar y no parece que los diversos agentes se muestren dispuestos a recapacitar. Al contrario, la receta suele ser más de lo mismo, con pequeñas medidas destinadas a paliar los síntomas, no a curar la enfermedad. Vemos entonces en las Escrituras que Dios siempre preserva un resto fiel que ha de ser semilla espiritual para la siguiente etapa. Y de esto se trata. Es preciso discernir qué novedades introducidas en estos eventos históricos son causa del desorden que amenaza con destruirnos. Y es preciso entrar en el arca.
 
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El sas

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Siempre me ha fascinado como el sometimiento a la religión puede, de alguien con interés en aprender y practicar el bien de buena voluntad, ser transformado en hereje por el hecho de malinterpretar (o no) una enseñanza. No puede ser justo caminar por tan delgada línea en la que solo el 1 es la verdad absoluta y el 99 error total.
 

El sas

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Gra
Gracias por su respuesta.
Sin embargo, a qué doctores se podría referir? Es demasiado voluble y dictatorial ese verso. Desde luego sugiere con mayúsculas el significado de la palabra "fe"
 

Mateo77

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Afirmar esto es similar a afirmar que el poder temporal cristiano ha desaparecido tras la Revolución. Pienso, en cambio, que lo conquistado una vez sigue en manos de Cristo. Sigue en sus manos la Jerarquía, el Vaticano, y cada potencia de un país antiguamente cristiano, hasta el punto de que aun hoy día gran parte de los que ostentan poder están bautizados.

Sabiduría 11,15 - 12,2.

Pienso que se trata de restaurar lo recibido, y aun aumentarlo en la medida que podamos. No creo que sea buena estrategia acusarlo para destruirlo, salvo expreso mandato de Dios. Entiendo que hacerlo por propia voluntad es hacer el juego a las fuerzas del mundo. Es Dios quien ha de juzgar, y por el momento mantiene en pie al menos en parte la estructura tanto de la Jerarquía como del poder temporal de raíces cristianas.

Gamaliel tuvo la prudencia de evitar luchar contra Dios por una acusación injusta (Hechos 5).
 

Mateo77

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Lucas 13, 6-9

Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?” Pero él le respondió: “Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas.”»
Dios me ha dado la conversión en esta Iglesia, con estos sacramentos, con esta liturgia. Solo tras un tiempo comencé a ser consciente del desastroso estado en que se encuentra, y lo mismo se puede afirmar de este poder temporal. En este entorno Dios se ha cruzado en mi camino. Pienso que esto que está ocurriendo es un anticipo de la caída final, como ha habido otros antes. Habrá un juicio y una restauración. No me corresponde a mi juzgar a la Iglesia, y por tanto, opto por hacer lo que Cristo enseña en la parábola de la higuera sin frutos. Yo he recibido la gracia de la conversión en este estado de cosas. Entregarlo al fuego supone caer en lo mismo que se nos muestra en Mateo 18,21-35, la parábola del deudor que no perdona.

El arca, hasta donde entiendo, es el Inmaculado Corazón de María. Y María en esta hora está a los pies de la Cruz junto a San Juan. Los demás apóstoles se dispersan, pero María sabe ver incluso en el cuerpo ya sin vida de Cristo, a su hijo vivo y fuente de vida. San Juan está con ella como hijo destinado a consolar su dolor, como Set es dado en reemplazo de Caín y Abel (cada uno perdido de un modo distinto). La tierra adámica clama ante Dios venganza (la palabra usada en hebreo es reveladora), pero María se mantiene a los pies de la Cruz sin traducir su dolor en esa petición de justicia. Un poco antes Cristo había orado al Padre en el mismo sentido. En ese corazón inmaculado, sin atisbo de deseo de muerte, está la protección frente al ladrón que llega en la noche para cobrarse su venganza. Y tras esta prueba, los apóstoles regresan y en el día que se celebra hoy reciben el fuego del Espíritu Santo para transformar la tierra.

Esto es lo que he entendido.
 

Mateo77

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De Jesús, San Pablo afirma que es el segundo Adán. A la Virgen se la contrapone a Eva, empezando por Jesús que se dirige a ella como “mujer” precisamente cuando le entrega a Juan como hijo. Pienso que lo acontecido en el tiempo de encarnación de Cristo restaura lo acontecido en el relato de la caída (Génesis 2 a 4). Hace esto no deshaciendo el daño causado por el mal uso de un don, sino poniendo al descubierto el error y haciéndolo servir a un bien mayor.

Adán (Adam) es creado del polvo de “adamah” (en hebreo). Este llamado segundo relato de la creación entiendo que no repite lo ya dicho sino que, siguiendo un esquema similar al de la creación del mundo material del primer capítulo, se ocupa de la creación de lo propiamente humano. Pienso que se detalla la creación espiritual de la humanidad. Dios es llamado “Elohim” en el primer capítulo, pero aquí es YHVH Elohim, mostrando cómo se está creando la relación entre Dios y el hombre.

La historia de la caída se podría resumir del siguiente modo: Dios crea a Adán y lo traslada al Paraíso. Determina que el ser humano precisa compañía. Aquí le otorga realeza: será soberano de los animales, criaturas de Dios, que le servirán. También le entrega el don de profecía (al darle el mandamiento, Génesis 2,16-17). Sin embargo, Adán no se conforma con esto. Quiere una parcela propia de capacidad creadora. Quiere una compañera que le dé descendencia propia, no le bastan con lo ya creado. Dios accede, es una reclamación justa de quien es su imagen y semejanza. Como el Padre engendra al Hijo, Adán quiere engendrar su propia descendencia. En esto Adán ya es prefiguración de Cristo, el verdadero Hijo, que quiere compañía de su propia sangre y su propia carne y no solamente “siervos” (Juan 15,15).

Adán no es Dios. Dios se ha reservado el papel de juez sobre toda criatura, simbolizado en la prohibición de comer del árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Adán ha de tener descendencia de sangre, pero espiritualmente han de ser hijos de Dios. De “adamah” Adán engendrará nuevos hombres mediante Eva, pero el espíritu será dado por Dios. Le entrega a Adán el sacerdocio: no ha de ser señor sobre su descendencia sino intercesor.
Sin embargo, entra en juego la serpiente. En Eva está recogida la potencialidad de que adamah reciba espíritu, y la serpiente anhela ocupar el lugar de Dios. Seduce a Eva con el único espíritu que no proviene de Dios, el de la mentira. La serpiente introduce este espíritu en forma de pregunta y es replicado por Eva en su respuesta (Génesis 3,3). Es llevado mediante el fruto a Adán y este lo acepta. Eva introduce la mentira como mala hierba en la substancia del ser humano (adamah), instituyendo asi el adulterio, y Adán, el que trabaja esta substancia, no la arranca sino que la enraíza. El primer fruto de este mal espíritu es el del miedo ante Dios, que lleva a Adán y Eva a ocultarse de Dios y no confiar en su benevolencia. El segundo fruto es la acusación que Adán hace a Eva y a Dios. Por todo esto “adamah” será maldita por causa de Adán, y Adán pasa a tomar posesión sobre “adamah”, dando nombre a Eva, que ha quedado sujeta a su esposo como castigo por el adulterio. Queda contaminada la realeza (al no arrancar la mala hierba), el sacerdocio (al acusar a Eva, carne de su carne, y a Dios, oscureciendo la relación), y la profecía, al transgredir el mandamiento que Dios le había revelado.

El primer hijo de Adán es Caín. Es el hijo con el espíritu poco agraciado. Nombrado por Eva como su propiedad, su padre espiritual es la serpiente. El segundo hijo es Abel, al que nadie nombra, significando su nombre “vano, efímero”, y que nos revela la falta de capacidad creadora de Adán: solo la serpiente dio su espíritu, y ante el silencio de Dios (el que debería asignar un espíritu a cada ser humano), Adán no tiene nada que aportar. Y sin embargo Dios se compadece de su sencillez y pobreza y acepta su ofrenda. Caín asesina a Abel por envidia, introduciendo la muerte contra la que Dios había advertido. La serpiente es capaz de traer muerte a la humanidad espiritualmente huérfana, la que no lleva el nombre de Dios. Una vez despoja de este nombre al ser humano, consigue asesinarlo (o hacerlo cómplice), consumando asi la lucha contra Dios en la criatura capaz de albergar su imagen y semejanza. Esto es restaurado mediante el bautismo, mediante el que todos recibimos un nombre en Cristo, pero en todo momento la serpiente continua tentando para empañar nuevamente este don y atraer al ser humano a su reino de destrucción.

Dios da a Eva un hijo en reemplazo de Abel. Esta vez no es llamado posesión de Eva, es un hijo dado por Dios como reemplazo del que no había sido nombrado, Abel. Esto inicia la estirpe de los hijos de Dios, que se manifiesta plenamente en lo dispuesto por Cristo sobre María y Juan. El mundo no conoció el nombre de Cristo y lo mató, y nuevamente Dios introduce un hijo que ocupará su lugar (los bautizados). Los primeros hijos de Dios se contaminaron nuevamente con la estirpe de Caín deviniendo en nephilim y concluyendo con un juicio (el Diluvio). El gran defecto de esta primera manifestación es la ausencia del Espíritu Santo, que nos capacita para resistir la tentación de la serpiente. Este Espíritu Santo lo recibimos mediante el bautismo, donde nos es dado un nombre en Cristo. El remanente tras el juicio del diluvio recibe el mandamiento de no derramar sangre para evitar un nuevo juicio. Con la muerte de Jesús por nuestros pecados (la transgresión de la Palabra de salvación que nos trae), se ejecuta esta cláusula y toda la humanidad queda sujeta al Juicio Final.

En José vemos al primer Adán. Él era heredero de David, en quién Dios había recuperado la realeza perdida. De manera análoga a Eva, María recibe el mensaje de un ángel. La prueba es similar. Eva tuvo que transgredir la ley de Dios, María la apariencia externa de la ley de Moisés (ley provisional, que no da vida como se ve en el trato dado a Judas tras su arrepentimiento). María confía en Dios según las palabras del ángel. Eva en cambio obra contra el mandato de Dios según el deseo de ser igual a Él. Eva acoge el espíritu de mentira, María el de Verdad. Ambas presentan el fruto a su esposo, y José, como Adán, lo acepta. A diferencia de Adán, que acusa a Eva y a Dios, José no maldice a María repudiándola. Su buen corazón ya honra a Dios reconociendo su mano en todo ello, y recibe a su vez el anuncio del ángel: es un verdadero hijo de Abraham, que había retomado el sacerdocio mediante Melquisedec. Y donde Caín, el primogénito (con ascendencia espiritual de la serpiente) introduce la muerte en el mundo, Jesús, el Salvador, Hijo de Dios, trae de nuevo el acceso al árbol de la Vida.

Hay que señalar como en todo esto va implícita la prueba de fe, y el motivo es que Dios no se desdice. El daño de la serpiente está hecho, la oscuridad del mal rodea todo don de la criatura que aun no haya sido purificado, y es precisa la fe para atravesar esa oscuridad y salir de nuevo a la luz.
Todo mal es cometido según el libre uso de las capacidades que Dios entregó tanto a los ángeles caídos como al ser humano. El mal uso de estas capacidades abre la puerta a que Dios encaje las piezas de un modo nuevo, haciendo que el malvado caiga en la trampa de su propio mal, perdiendo en justicia lo recibido al tiempo que colabora en el cumplimiento del plan de Dios de recapitular todo en el Hijo. La humanidad podrá ocupar su lugar designado como hijos de Dios, pero solamente en el Hijo, de modo que se ponga coto definitivo a la acción del mal. Desde este punto de vista, todo mal no es sino una etapa intermedia en el camino de la creación de una libertad que pese a ser creada tienda naturalmente al bien. Y por esto Dios permite el mal, durante un tiempo.

Queda entonces el último aspecto, el del “ladrón en la noche”, que llega sin ser anunciado (Mateo 24,37-44). Vemos aquí el mal puesto al servicio de la Justicia de Dios. La muerte es la consecuencia del pecado original. La muerte alcanza a quien no come del fruto de la vida. En Cristo el árbol de la Vida queda vinculado al del Conocimiento del Bien y del Mal. La muerte sigue rondando, el “Hijo del hombre” que llega como “ladrón en la noche” es ese espíritu homicida que movió a Caín (Adán es “hombre”) a asesinar, y a Abel a clamar venganza. Solamente quedan libres los portadores precisamente de la marca de Caín. Los que han muerto con Cristo en la Cruz quedan fuera del alcance del hijo del hombre en su venida (1 Tesalonicenses 4,14, Romanos 6,1-7), precisamente porque Caín asi lo solicitó (Génesis 4,13-14). El lamento de Caín por su propia vida ante el miedo por causa del clamor de venganza de la sangre de Abel atrae la clemencia de Dios que le da la marca, y esto es convertido por Cristo en el acto sacerdotal de intercesión por sus hermanos, los que le han sido dados (Mateo 12,50). Caín derrama la sangre de Abel en un remedo blasfemo del sacrificio que le fue aceptado a su hermano, gritándole a Dios que si el sacrificio ofrecido por Abel era de entre lo escogido del rebaño, Caín ofrece de entre lo escogido de la humanidad. Caín, el fuerte, el heredero de los dones reales, sacerdotales y proféticos de Adán (atados por la serpiente), usa de su poder para esclavizar a su propio hermano y lo convierte de facto en un animal al matarle (la marca de la bestia). Dios, antes de despojarle de todo, acepta este último acto sacerdotal de Caín para darle, como profecía, el signo de la Vida, que ya se vincula al conocimiento del Bien y del Mal. Cristo restaura esto mediante su propio acto sacerdotal (Juan 15,13). Ofrece lo que le restó por ofrecer a Caín (su propia vida y no la de su hermano), y muere como no murió Abel, pidiendo clemencia por los que le causan mal. En el llamado testamento de Jesús (Juan 17), Cristo intercede por los que le son dados (es guardián de su hermano, a diferencia de Caín, Génesis 4,9). Cristo salva con su sacrificio a los que están con él, a los que guardan su Palabra, y mueren al pecado para renacer a la vida nueva.

Esta marca sobre los bautizados sirve para la construcción del Reino: aquellos que obstaculizan la acción en Cristo del que la porta (acción de expansión del Reino, que es lo que vino a hacer Cristo) son reos de la justicia divina. El mal siempre retrocede, el Reino siempre avanza. La estrategia del mal es la de conseguir que libremente los bautizados dejen de hacer las obras de Cristo.

Cabe preguntarse entonces quién ha muerto con Cristo en la Cruz. Primeramente es la Santísima Virgen María, con su corazón traspasado. Ella queda fuera del alcance de la muerte, y es posteriormente asunta a los Cielos. La sangre de Cristo gotea sobre adamah desde la Cruz, ante la mirada de María, pero no se eleva clamor alguno de venganza. El arca nos protege durante la venida del hijo del hombre para juzgar al mundo en su lento proceso de transformación en el Reino, y este arca es el inmaculado Corazón de María, que no alberga ningún deseo de muerte. En él está refugiado Juan (Juan 19,27), el hijo que le es dado para consolarla y para que sea salvo. Y con Juan, la Iglesia fiel. Jesús reprendió en una ocasión a los alubios diciéndoles que si fueran los hijos de Abraham harían sus obras. Los hijos de María harán las obras de María, ese fiat a Dios, ese cumplir con la voluntad del Padre (Mateo 12,50).

También murieron con Cristo los dos criminales. Estos sí estaban allí por sus pecados, pero uno se acoge a la misericordia de Cristo pidiendo estar en el Reino (Lucas 23,42). Este quizá prefigura la muerte de los apóstoles que se alejaron. Todos ellos murieron martires defendiendo la Palabra del anuncio del Reino. Tras la caída, se recuperaron gracias al Espíritu Santo y cuando llegó la oportunidad confesaron la Verdad hasta la muerte, como el buen ladrón.
Por último, está la muerte de Judas. Este se arrepiente de lo hecho y acude a los sacerdotes, pero se desentienden de él. Queda comprometido el sacerdocio de Aarón. Las monedas caen en el suelo del Templo y son utilizadas para adquirir un “campo de sangre” para cementerio de extranjeros. Estas monedas están vinculadas a la sangre derramada por Cristo, y el texto parece apuntar a que son el medio para abrir el Templo a toda la humanidad.

Se podría profundizar mucho más en todo esto (por ejemplo, la triple negación de Pedro, ante la mujer, el hombre y ante la tierra). Por lo que he podido comprender, en el Pentateuco, especialmente en el Génesis, se encuentra una descripción detallada de la estructura espiritual de la Creación, al menos en lo que correponde al ser humano. Se describe la estructura, el modo en que el mal se abre camino y los caminos que usa, y el modo en que Dios le va dando respuesta. El resto de las Escrituras añaden luz sobre todo esto, y finalmente los Evangelios relatan la victoria de Cristo. El estudio de esta realidad espiritual que Dios nos revela arrojará luz sobre esta etapa final del mundo, sobre el modo de construir el Reino de Dios, y cómo sellarlo frente a la acción del mal. Esto, por supuesto, está fuera del alcance de las fuerzas humanas, pero el Espíritu Santo explica las Escrituras y construye el Reino.
 

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El propósito de la Vida.

Voy a empezar presentando un modelo espiritual del ser humano. Usaré como analogía un asentamiento compuesto por Castillo, Ciudad, Campo y Exterior, dispuestos en anillos concéntricos. Este modelo organiza todo lo existente en la Creación, material y espiritual, desde la perspectiva de cada ser humano.

Castillo

Génesis 1,26-28
Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las fieras terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
En el centro encontramos el Castillo, que tiene dos zonas: Templo y jovenlandesada. En la jovenlandesada reside la voluntad, el libre albedrío. Este libre albedrío da forma a la propia identidad mediante las criaturas que acoge en la jovenlandesada. Aquí se encuentra lo que el individuo ha asimilado a su propia identidad de entre las criaturas que ha encontrado en la Creación. Aquí estaba Eva cuando aun estaba en Adán, y por este motivo los seres humanos nos reconocemos como tales unos a otros. En el gran esquema de la Creación, todos estamos en la jovenlandesada de Adán. El problema es que esta jovenlandesada está sujeta a la muerte, que se consumará definitivamente en el Juicio Final. La jovenlandesada es la semejanza a Dios y la sede del don de la realeza humana.

Ageo 1,4
¿Es acaso para vosotros el momento de habitar en vuestras casas artesonadas, mientras esta Casa está en ruinas?
La otra zona que encontramos en el Castillo es el Templo, que es el lugar del vínculo con Dios. Es la imagen de Dios en el ser humano, y la sede de los dones de sacerdocio y profecía. El oficio del sacerdocio consistiría en traer alguna criatura para presentarla ante Dios junto con alguna petición. Se ata y desata, se pide a Dios que modifique de algún modo a esta criatura, alterando su relación con el resto de las criaturas. El Rey gobierna desde su jovenlandesada sobre lo que le es dado, según los dones de que dispone. Cuando se encuentra con algo que supera sus fuerzas acude al Templo para pedir la intervención de Dios.

Amós 3,7
No, no hace nada el Señor Yahveh sin revelar su secreto a sus siervos los profetas.
Juan 15,15
No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
La otra actividad que se desarrolla en el Templo es la de la amistad con Dios. El ser humano está hecho para tener amistad con aquél de quien es imagen. Lo que es parecido tiende a buscarse. Dios nos ha creado para que le busquemos. El Rey acude al templo para dar gracias a Dios por lo recibido, o simplemente para conversar con él. Vivir en presencia de Dios transforma la experiencia de la vida humana.

Mateo 28,20
Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Una posible imagen accesible a todo el mundo sería la de la agradable sensación de la luz del sol sobre nuestra piel, cuando los días comienzan a cambiar tras un largo invierno. En el silencio luminoso del Templo, el Rey recibe espiritualmente ese calor suave de la mirada sonriente de Dios.

Ciudad

En la ciudad se encuentran las criaturas que admitimos como “buenas”. Las amistades, los bienes preciados, las ideas que consideramos como correctas, los contenidos que hemos consumido (libros, películas, etc) y que nos han gustado, etc. Si en el Castillo está la identidad, aquí está lo que llamamos “bueno” y tratamos cordialmente. Si el Castillo fuera el cuerpo, la Ciudad sería el vestido. El polvo del camino está aquí. Las amistades están aquí. Nuestros familiares, una mascota, los objetos que trasladamos en una mudanza estan aquí. La música que llevamos en el móvil y los objetos que llevamos en el bolsillo cuando vamos a trabajar, este tipo de cosas están aquí. No dejamos de ser nosotros mismos si lo perdemos, pero nos gusta llevarlo con nosotros. Buscamos su presencia.
Lo que hay en el Castillo determina nuestros actos desde la inconsciencia. Ha superado el filtro, lo hemos admitido a nuestra identidad. Lo que hay en la Ciudad nos afecta de manera consciente. Al no estar en nuestra identidad nos damos cuenta del modo en que influye en nuestros actos, pero aun asi podemos sufrir malas influencias por la red de intereses creados: renunciar a una cosa supondría renunciar a otra.

Campo

Aquí están aquellas criaturas de nuestra experiencia con las que tratamos por otros motivos. Nos dejan indiferentes o nos desagradan, pero por un motivo u otro están ahí y hemos de tratar con ellas. Llega una caravana de mercaderes y en el Campo nos ofrecen sus productos. Salimos de la Ciudad para ver qué nos interesa comprar. Salimos a explorar, a trabajar, a investigar, y decidimos qué traemos de vuelta a la Ciudad (y al Castillo).

Exterior

Esta es la región de la Creación fuera de la experiencia directa del individuo, y hasta de su conocimiento. No existen distancias físicas en este modelo, y esto es algo que Internet nos ha demostrado claramente. Estamos hablando de proximidad espiritual. El Exterior puede ser un libro que ni hemos leído ni conocemos su existencia. Puede ser lo que ocurre en un pueblo de otra provincia. Puede ser un meteorito que se estrella contra Neptuno o un escándalo político que ocurre en Nepal. No está en nuestra esfera de consciencia. Del Exterior llegan en ocasiones rumores, titulares, visiones lejanas.

Fronteras

Los tres ámbitos están dispuestos en anillos concéntricos, y cada anillo está separado por una Frontera. El Castillo tiene un muro que lo separa de la Ciudad, y esta una muralla que la separa del Campo. Y entre el Campo y el Exterior, una frontera, el Horizonte. En cada frontera hay puertas, umbrales, pasos, puentes y brechas. Los pasos habituales están guardados, las brechas escapan a nuestra atención por un motivo u otro. Un individuo sano tiene centinelas en cada paso de cada frontera.

Génesis 4,7
A la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar.
El mal siempre busca entrar, siendo el objetivo último la destrucción del Templo y la ocupación de la jovenlandesada. El pecado que se introduce abre una brecha en la muralla. Un pequeño mal espíritu que se instala en un anillo acaba abriendo camino por el que entran todos los demás.

Isaías 62,4-7
No se dirá de ti jamás «Abandonada», ni de tu tierra se dirá jamás «Desolada», sino que a ti se te llamará «Mi Complacencia», y a tu tierra, «Desposada». Porque Yahveh se complacerá en ti, y tu tierra será desposada. Porque como se casa joven con doncella, se casará contigo tu edificador, y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios. Sobre los muros de Jerusalén he apostado guardianes; ni en todo el día ni en toda la noche estarán callados. Los que hacéis que el Señor recuerde, no guardéis silencio. No le dejéis descansar, hasta que restablezca, hasta que trueque a Jerusalén en alabanza en la tierra.
En Cristo, Dios, reconstruye las murallas y las fortalece.

Mateo 12,43-45
«Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos en busca de reposo, pero no lo encuentra. Entonces dice: “Me volveré a mi casa, de donde salí.” Y al llegar la encuentra desocupada, barrida y en orden. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio. Así le sucederá también a esta generación malvada.»
Pero se nos advierte contra la recaída. Hay que tener cuidado con los malos espíritus que conocen las debilidades de las murallas.

Esdras 4,11-16
Esta es la copia de la carta que le enviaron: «Al rey Artajerjes, tus servidores, las gentes de Transeufratina, etc. Ha de saber el rey que los judíos que subieron de tu lado hacia nosotros y llegaron a Jerusalén están reconstruyendo esta ciudad rebelde y perversa; tratan de levantar las murallas, y ya han echado los cimientos. Sepa, pues, el rey, que si esta ciudad se reconstruye y se levantan sus murallas, no se pagarán más impuestos, contribución ni peaje, y al fin esta ciudad perjudicará a los reyes. Ahora bien, a nosotros, puesto que comemos la sal del palacio, nos resulta intolerable ver esta afrenta que se hace al rey; por eso enviamos al rey esta denuncia, para que se investigue en las Memorias de tus padres: en estas Memorias encontrarás y te enterarás de que esta ciudad es una ciudad rebelde, molesta para los reyes y las provincias, y que en ella se han fomentado insurrecciones desde antiguo. Por este motivo fue destruida esta ciudad. Nosotros informamos al rey que, si esta ciudad se reconstruye y se levantan sus murallas, bien pronto ya no tendrás más territorios en Transeufratina.»
La muralla nos protege del poder del enemigo, y el enemigo hace lo posible para mantenerla llena de brechas para prolongar su dominio y obtener su tributo. El enemigo obtiene su poder de la expoliación de los dones de aquellos que ha sometido.

Se puede reflexionar mucho más siguiendo este modelo simplificado, y a la luz de las Escrituras (por ejemplo, el matrimonio/unión sensual visto como unión de jovenlandesadas, Génesis 2,24, y de ahí los problemas espirituales de divorcio, adulterio o cualquier desviación sensual). También se podría reflexionar sobre el distinto papel de cada sesso. Por brevedad, concluiré poniendo en contexto el proceso de redención del ser humano. Los alubios, tras su liberación y su penitencia en el Desierto, entraron a tomar posesión de la Tierra Prometida. El primer obstáculo fue Jericó, y mediante el Arca de la alianza Dios derribó sus murallas permitiendo la entrada. Esta es una constante en el proceso de expansión del Reino. Los obstáculos son destruidos por el Juicio de Dios porque actúan en contra de su propia naturaleza. El edificio erigido al margen de Dios cae siempre cuando se exponen sus contradicciones internas ante la luz de la Verdad. Cae la Torre de Babel cuando la humanidad pierde la comunión (confusión de lenguas) por obrar contra Dios, porque es Dios el que mantiene ese vínculo. Solo hay unidad en torno a Dios, y por eso no se puede buscar unidad para actuar en oposición a Él.

Mateo 10,30
En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.
1 Corintios 3,16-17
¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá a él; porque el santuario de Dios es sagrado, y vosotros sois ese santuario.
El Reino se expande mediante la acción de los cristianos, santos por llevar el nombre de Dios mediante el bautismo. Quien por su predicación y su ejemplo se convierte, acoge el Reino. Quien se opone, es destruido. Podemos mirar a nuestro alrededor y en nuestro interior. Esta sociedad está moribunda, y tantas personas se encuentran en desolación interior. Ha entrado el enemigo desde el Exterior, se ha introducido el humo de Satanás por alguna ventana que se ha abierto, y ha llegado en muchos casos a derribar el Templo en lo más profundo del ser humano. Quien quiera estar bien, tener vida en abundancia, que reconstruya el Templo y, con ayuda de Dios mediante los Sacramentos y la sana Doctrina, que expulse el mal del Castillo y la Ciudad, y que restaure las murallas.

Finalmente, cabe la pregunta del papel de lo colectivo en este modelo tan individual. La respuesta que tengo es que la realidad es fractal, tiene muchas capas. En nuestra individualidad podemos encajar el modelo antes descrito, pero también en Cristo. En Cristo hay un Castillo con jovenlandesada y Templo, y en Cristo vivimos en la Ciudad. Para sostener nuestra identidad tenemos que ocuparnos de lo nuestro, pero acudir al Templo supone, en algunos aspectos, acudir a los templos físicos. El Papa es el Vicario de Cristo, los sacramentos administrados por los sacerdotes son manifestación material de ese Templo espiritual y las vías para la relación con Dios. Toda la estructura material/humana de la Iglesia es una manifestación material de una realidad espiritual superior.

Este texto se titula “El propósito de la vida”, y bajo el modelo expuesto se puede comprender que el propósito de la vida de un ser humano es la construcción del Templo, la relacion con Dios. Y con la luz y la fuerza obtenida de esta relación se restaura todo lo demás, jovenlandesada, Castillo, Ciudad y Campo, y se organizan los canales de relación con el Exterior.
 
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Mateo77

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Ejemplos concretos de ataques contra la jovenlandesada:

"Dios no existe" --> destrucción del Templo para aislar al individuo de la fuente de su poder, de la garantía de sus dones.
Por el contrario, se introducen todo tipo de ideas que situan el poder en el Exterior, como por ejemplo especies alienigenas avanzadas, grupos selectos de personas que dominan el mundo, la doctrina de la negación del ego o la omnipotencia de la tiranía de turno. "Ríndete ya porqe no vas a poder resistir". El arma del mal es, desde el principio, la mentira. El martir muere con el Templo intacto, y desde ahí es reconstruido y aun aumentado. Entiendo que es crucial la diferencia en el modo en que cada criatura atraviesa una frontera: bien con el consentimiento perfectamente libre del individuo, bien siendo este plenamente forzado, contra su propia voluntad, o, lo habitual, un punto intermedio entre ambos extremos.

En contraposición, cuando Cristo nos dice "si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mateo 16,24) nos está indicando que realicemos una limpieza de Ciudad y Castillo, despojándonos de apegos desordenados, sacando de nuestra identidad aquello que no debe estar ahí. En un caso se llama desde el Exterior, para invadir, en el otro desde el Templo, para purificar.
Otra idea que atenta contra la buena ordenación del Templo es la rebelión contra cualquier forma de autoridad legítima (y por tanto, dispuesta por Dios). La autoridad legítima actúa como refugio del débil en representación de Dios. La tentación de rebelión contribuye a la ruina del Templo y la caída del Rey. Algunas de estas autoridades que legítimamente determinan nuestra situación son la de los ancestros (en particular los padres), la del poder temporal según lo legítimo de su proceder, o la de la autoridad espiritual establecida por Dios.

La vida presentada como conjunto de experiencias. Instrumentando la curiosidad humana, se propone explorar lo Exterior para encontrar e incorporar a Ciudad y Castillo todo lo que se encuentre, asumiendo que una vez exprimido todo al máximo se podrá descartar lo que no convenga. Esto es teóricamente posible si se está en gracia de Dios, pero aunque todo sea lícito "no todo aprovecha" (1 Corintios 10,23). Al predicar este disfrute sin medida de todo tipo de experiencias se omite deliberadamente el doloroso proceso de purificación necesario para expulsar algo de la Ciudad o, sobre todo, del Castillo. El lugar de discernimiento ha de ser el Campo, y solo ahí determinar el destino de cada nueva cosa encontrada.

La afirmación de la autodeterminación sería una extensión de esto. Se defiende el derecho a que el individuo pueble su Ciudad y su jovenlandesada con cualquier criatura que le agrade. Aquí entra el vínculo con Dios. Si bien el alma en gracia disfruta de un Templo sólido y ordenado, el alma en desolación está vinculada con Dios mediante un Templo en ruinas. Siguiendo con Mateo 16:

Mateo 16, 25-27
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
Nos avisa de cuidar la relación vertical (con Dios a través del Templo) y no la horizontal (con el resto de la Creación a través del Campo y el Exterior).

Mateo 10, 34-36
No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su progenitora, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.
Cristo trae la espada del Juicio que continuamente recorre la tierra para avanzar en el proceso de establecimiento del Reino.

1 Corintios 3,11-15
Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. El, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego.
Ese pasaje habla del juicio sobre lo edificado en el cimiento de Cristo. De manera más general, tenemos la enseñanza de la casa edificada sobre roca firme frente a la edificada sobre arena. También el enigmático "a quien tiene, se le dará, pero a quien no tiene, hasta lo que tiene le será arrebatado" (Mateo 13,12, Marcos 4,25). Cuando llega el tiempo de Dios designado para cada criatura, las murallas caen y todo es incendiado. Solo se preserva aquello que es de Dios. El mismo proceder del mal, que asalta las murallas para esclavizar al hombre natural que se ha extraviado, es instrumentalizado por Dios en Cristo para establecer el Reino de los Cielos. Así, las propias fuerzas del mal son puestas a trabajar en lo que finalmente las ha de consumir. Esto ocurre con la muerte, ciertamente, pero también de manera parcial a lo largo de cada vida humana y a lo largo del transcurrir de los siglos para dar forma a la Historia de modo que finalmente, solo quede en pie la obra de Dios probada por fuego.