Tres cosas:
1. Crear dinero que no tienes y prestarlo (bancos públicos y privados)
2. Pedir dinero que no tienes y gastarlo. (ppsoe, empresas y familias).
3. Fomentar, aprovechar y no evitar la burbuja teniendo esa misión (ppsoe)
Si eso fuera todo, las burbujas de crédito serían inocuas porque no destruirían nada en realidad. Sería algo así como jugar al Monopoly solo que a gran escala. El que una autoridad económica o monetaria cree nuevo dinero papel y la población se intercambie la propiedad, esto es, la titularidad jurídica de los activos, a precios explosivamente crecientes sería solo un juego formal, sin sentido pero inocuo: el número de activos y su valor global no cambiaría.
Esto pudo verse cuando España "entró" en el Euro: la masa monetaria de la economía española se contrajo de la noche a la mañana 170 veces lo que hizo que los precios se desplomarán hasta 1/170 del valor que tenían el día anterior.
Lo mismo podría haberse elegido arbitrariamente que un Euro, en lugar de tener un valor financiero de 170 Pesetas hubiese tenido un valor de de 25 céntimos de Peseta. En este caso, la introducción del Euro, en lugar de haber contraído la masa monetaria 170 veces, habría multiplicado la masa monetaria un 400% y los precios se habrían multiplicado en España por 4.
Todo lo cuál es un juego formal sin consecuencias económicas.
Las burbujas de crédito, sin embargo, no son un juego sin consecuencias sino que son terroríficamente destructivas y el que las autoridades económicas y monetarias pongan tanto empeño en crearlas nos indica que ejercen poderosas influencias en la economía.
Aunque el juego monetario keynesiano pueda parecer un mero juego de papel, implica a la economía real y la implica de la forma más destructiva y criminal posible: mediante la descapitalización por consumo del capital, del "tejido productivo"
Las economías crecen proporcionando prosperidad a la sociedad y erradicando la pobreza cuando acumulan capital productivo a través del ahorro. Algo que se logra, que solo puede lograrse, consumiendo menos de lo que se produce.
La expansión irrefrenable de la bestia estatal y sus aristocracias y redes clientelares y de compra caciquil de voto termina por devorar más recursos de los que cualquier economía pueda producir.
Mantener alimentado a este parásito ingente en crecimiento exponencial hace necesario entregarle el capital productivo, el tejido productivo ahorrado y acumulado por el esfuerzo de generaciones productivas pasadas: empresarios, trabajadores y consumidores que consumieron menos de lo que producían en un esfuerzo heroico por abolir la pobreza.
Los tipos negativos sistemáticos que imponen los Bancos Centrales keynesianos y criminales prohíben en ahorro y fuerzan el consumo más allá de todo límite lo que conduce a un desahorro, desinversión y consumo del capital heredado.
Los tipos de interés negativos generan un crecimiento de la "actividad económica", que los besugos keynesianos confunden con un crecimiento de la economía aunque solo es un aumento de la velocidad con que el capital es consumido, la economía descapitalizada y la sociedad empobrecida.
Las burbujas de crédito existen porque los Bancos Centrales imponen tipos de interés negativos (y un manto protector de la poca falta de cultura llamado "jovenlandesal Hazard") y los Bancos Centrales imponen tipos negativos para movilizar el consumo de capital del que se alimentará el Gran Parásito.
Nada de esto funcionará más: el capital ha sido ya consumido.