luisito2
Madmaxista
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La explotación de unos por parte de otros forma parte de la propia naturaleza humana y sin estados las coacciones y abusos estarían a la orden del día. Cuatro multinacionales someterían al resto de las personas como hacían las grandes familias de las pelis del oeste. Encima gracias a la tecnología podrían controlar los alimentos y bienes de primera necesidad a nivel mundial.
El anarquismo es la utopía más ridícula que existe, e incluso para los ricos es una estupidez, porque aunque tengas dinero y armas siempre hay otro pez más grande.
Sobre el hilo, el liberalismo que se defiende actualmente es más económico que social y lógicamente está a favor de las herencias, y de favorecer su rentabilidad a cualquier precio para vivir de ellas sin trabajar.
Vamos a ver: la explotación de unos seres humanos por parte de otros es una tendencia ancestral en la humanidad y esa explotación se llama poder político y en sus formas más avanzadas se estructura en forma de Estado.
El jerarca de que gobierna con mano de hierro un rancho y la comarca que rodea ese rancho en las películas del Oeste es un tirano político, que impone su dictadura política desde la estructura de un miniestado. Ese rancho o la mafia de Chicago, no son formas degeneradas de "negocios" sino formas degeneradas de la política, mini-estados salvajes.
La idea de que los empresarios, en un libre mercado, pretendan que los trabajadores trabajen "gratis" es absurda porque el objeto de la producción, el producto que crean las empresas tiene, en un mercado libre, el único objeto de formar los salarios.
Aunque formalmente los trabajadores cobran su salario, el precio de venta de su trabajo, en forma de dinero, de un cheque o de una transferencia bancaria electrónica, los salarios, obviamente, no están hechos de dinero ni de anotaciones en cuentas bancarias. Ese dinero o esa transferencia bancaria que recibe el trabajador a cambio del valor de su trabajo es solo un conducto que transmite el salario, pero no es el salario.
Los salarios están formados por comida, medicinas, ropa, gasolina o eletrodomésticos y el trabajador cobra su salario en la gasolinera, la farmacia o cuando llena el carrito de la compra en el supermercado. Ese carrito de la compra es el salario.
Pongamos un fabricante de televisores, teléfonos móviles, batidoras de cocina, cereales u otros bienes de consumo cuyo objeto es formar los salarios. Imaginemos que la clase empresarial de un mercado libre logra un control tal que le permite obtener al valor del trabajo de los trabajadores "gratis", a cambio de nada, ¿Qué iban a hacer esos empresarios con las batidoras de cocina, los cereales o los teléfonos móviles? ¿Para qué querría un empresario poseer o atesorar 12 millones de batidoras de cocina o 5 millones de móviles?
Si las batidoras de cocina, los móviles, las medicinas o los automóviles no son usados para formar los salarios con los que comprar el valor del trabajo, su producción deja de tener sentido porque la única utilidad económica de estos bienes, lo que hace que tengan valor económico, es que sirven para formar salarios.
A esa empresa productora de batidoras de cocina, el obtener gratis el trabajo de sus trabajadores le llevaría a la quiebra si esa reducción de costes de hace a base de reducir a cero la cifra de ventas, y en un mundo en el que los trabajadores no cobran salarios las ventas de batidoras son cero.
La situación, en un mercado libre, con los productores de bienes de capital es idéntica. Aunque estos productores de "máquinas" no producen directamente salarios, producen también únicamente salarios de forma indirecta: si dejan de venderse zapatos o neumáticos no solo las ventas de zapatos y neumáticos caerán a cero sino que también caerán a cero las ventas de las fábricas de maquinaria para la industria del calzado o del neumático.
El ahorro de costes que supone la explotación del trabajador no ocurre en un mercado libre porque no tiene sentido económico porque para un empresario, empobrecer a sus clientes supone su quiebra futura.
La explotación económica solo puede ocurrir cuando la producción económica no va destinada a la satisfacción de necesidades humanas y a la formación de salarios, como ocurre en un mercado libre, sino cuando esa actividad económica es distorsionada hasta convertirse en un instrumento destinado a sostener y reforzar el poder político.
Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando el Estado secuestra la economía y la transforma en una "economía de guerra".
Las economías de los países estatalizados, como la URRS, fueron en todo momento "economías de guerra" o "economías de poder", cuya producción no está formada por bienes de consumo o por bienes de capital sino por "herramientas de poder".
El ejemplo extremo de estas economías al servicio del poder político es la guerra, en la que el Estado no solo esclaviza a los trabajadores obligándoles a trabajar "gratis" como soldados sino que incluso dispone de las vidas de esos trabajadores que son sacrificadas para preservar los privilegios y el poder de la casta estatal. Todas las demás "actividades económicas" estatales son una forma atenuada de esta economía de guerra al servicio del poder de la casta aristocrática: el adoctrinamiento, la creación de redes clientelares, la supresión de la libertad de expresión, la compra de voluntades o la aniquilación de la oposición al poder.
Solo en esas "economías" estatales sin producción de bienes de consumo ni bienes de capital, sino dedicadas a la producción de "herramientas de poder" puede darse, y siempre de ha dado, la explotación de unos seres humanos (los súbditos) por parte de otros (la aristocracia estatal)