Pues me acabo de levantar y después de desayunar una palmera de chocolate con una lata de Monster ya estoy cascandomela otra vez, me encanta tener tiempo libre para hacer lo que más me gusta durante el día, estar cascandomela a diestro y siniestro.
Lo malo es que tengo que bajar al puñetero perro a la calle y prefiero estar haciéndome caricias puesto que en la calle está mal visto que la gente se haga caricias, le abriré la puerta y que se cague en el descansillo o en la puerta del vecino, el vecino aveces se pone un poco pesado por las cosas de mi perro pero tiene que aceptar que estas cosas pueden pasar.
La primera paja de la mañana es especial pues estamos bien hidratados y descansados, la herramienta enseguida responde a nuestras órdenes, nada que ver con anoche cuando en la paja número 15 la herramienta ya no respondía y eso que llevaba un gramo de cocaína en el cuerpo para estar activo para hacerme las caricias.
Añoro aquellos tiempos de adolescencia en que bati mi récord de caricias con 19 caricias en un día, espero poder igualar algún día aquella gesta.