Enid
Madmaxista
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Al hilo de las confesiones de Themax, hoy quiero confesar que me he hipotecado.
Sigo siendo burbujista, llevo las cuentas bien hechas, insisto en que la vivienda está sobrevalorada... Pero por una serie de circunstancias, Mi Costilla y yo hemos decidido comprarnos una vivienda. Me da la sensación de que estamos en una subasta a la baja y nosotros nos hemos plantado a diciembre de 2010.
Aquí, las razones.
1. El precio. El tipo ha bajado el precio del piso en cuestión un 33 por ciento en cuestión de unos meses. Ha pasado de 240.000 a 160.000 desde verano hasta ahora. El precio del metro cuadrado nos sale a 1.159 euros, cuando la media en Palma es de 2.300 euros. Sí, es un piso muy grande: 138 metros cuadrados. La cuota es el 22 por ciento de nuestros ingresos. Y si me quedase en el paro yo o Mi Costilla, podríamos soportarlo. Si llegase el mad-max con euribor al 6 por ciento, podremos resistirlo. Además, mi padre tiene huerta y un montón de conejos para dar de baja de la suscripción de la vida y consumir.
2. Es bonito y está en un buen sitio. Exterior, de techos altos, con cinco habitaciones, a 10 minutos del trabajo, a dos minutos del centro de Palma. Viviremos un barrio normal, y no ahora en el centro del pijismo palmesano, donde una ensaimada para llevar a la Península te cuesta 30 euros. Y encima no podemos aparcar porque todo el mundo quiere hacer sus compras en el centro.
3. Voy a cumplir 35 años. No os tireis a mi yugular. No es por una cuestión de ponerme a criar pequeñas bestias ni de echar el lazno a mi marido porque me estoy haciendo mayor (aparento 29, que lo sepais). Se me acaba la cuenta vivienda, se nos acababan las deducciones, nos quedábamos sin la Primera Hipoteca (condiciones especiales por ser menor de 35 años) y la ayuda a la compra de primera vivienda (10.000 euros para meter en el piso, cortesía del Gobierno balear). Sumado todo eso, salen fácilmente 40.000 euros. ¿Podríamos conseguir una vivienda como la que hemos comprado con esa rebaja? Tenemos serias dudas.
4. El piso en el que vivimos ahora de alquiler no está mal, pero tampoco está bien. Pagamos 700 pero comprando, nos sale la letra a 550 euros. El piso en el que vivimos ahora tiene 40 años, humedades en el techo que no nos quieren arreglar. Muebles de cocina de cuéntame en los que me dejo los riñones, no tenemos campana extractora y nos huele la casa a comida, las ventanas no cierran, el grifo de la ducha lleva roto seis meses, nos invadió la carcoma, ¡tengo enchufes eléctricos en el fregadero!
5. Asumo que tenemos una gran deuda. No me mola la idea. Pero hemos sido ahorradores estos años y seguiremos siéndolo: llevamos una vida normal, no tenemos más deudas, seguiremos con el Seat Ibiza otros siete años, no me gusta ir de compras, nuestro vicio es la gastronomía y para eso seguiremos cocinando en casa.
La gente que se ha enterado me da la enhorabuena, aunque yo aún no me hago a la idea porque tenemos que reformar el piso y aún no hemos empezado a pagar.
Pues eso, dicho queda.
Sigo siendo burbujista, llevo las cuentas bien hechas, insisto en que la vivienda está sobrevalorada... Pero por una serie de circunstancias, Mi Costilla y yo hemos decidido comprarnos una vivienda. Me da la sensación de que estamos en una subasta a la baja y nosotros nos hemos plantado a diciembre de 2010.
Aquí, las razones.
1. El precio. El tipo ha bajado el precio del piso en cuestión un 33 por ciento en cuestión de unos meses. Ha pasado de 240.000 a 160.000 desde verano hasta ahora. El precio del metro cuadrado nos sale a 1.159 euros, cuando la media en Palma es de 2.300 euros. Sí, es un piso muy grande: 138 metros cuadrados. La cuota es el 22 por ciento de nuestros ingresos. Y si me quedase en el paro yo o Mi Costilla, podríamos soportarlo. Si llegase el mad-max con euribor al 6 por ciento, podremos resistirlo. Además, mi padre tiene huerta y un montón de conejos para dar de baja de la suscripción de la vida y consumir.
2. Es bonito y está en un buen sitio. Exterior, de techos altos, con cinco habitaciones, a 10 minutos del trabajo, a dos minutos del centro de Palma. Viviremos un barrio normal, y no ahora en el centro del pijismo palmesano, donde una ensaimada para llevar a la Península te cuesta 30 euros. Y encima no podemos aparcar porque todo el mundo quiere hacer sus compras en el centro.
3. Voy a cumplir 35 años. No os tireis a mi yugular. No es por una cuestión de ponerme a criar pequeñas bestias ni de echar el lazno a mi marido porque me estoy haciendo mayor (aparento 29, que lo sepais). Se me acaba la cuenta vivienda, se nos acababan las deducciones, nos quedábamos sin la Primera Hipoteca (condiciones especiales por ser menor de 35 años) y la ayuda a la compra de primera vivienda (10.000 euros para meter en el piso, cortesía del Gobierno balear). Sumado todo eso, salen fácilmente 40.000 euros. ¿Podríamos conseguir una vivienda como la que hemos comprado con esa rebaja? Tenemos serias dudas.
4. El piso en el que vivimos ahora de alquiler no está mal, pero tampoco está bien. Pagamos 700 pero comprando, nos sale la letra a 550 euros. El piso en el que vivimos ahora tiene 40 años, humedades en el techo que no nos quieren arreglar. Muebles de cocina de cuéntame en los que me dejo los riñones, no tenemos campana extractora y nos huele la casa a comida, las ventanas no cierran, el grifo de la ducha lleva roto seis meses, nos invadió la carcoma, ¡tengo enchufes eléctricos en el fregadero!
5. Asumo que tenemos una gran deuda. No me mola la idea. Pero hemos sido ahorradores estos años y seguiremos siéndolo: llevamos una vida normal, no tenemos más deudas, seguiremos con el Seat Ibiza otros siete años, no me gusta ir de compras, nuestro vicio es la gastronomía y para eso seguiremos cocinando en casa.
La gente que se ha enterado me da la enhorabuena, aunque yo aún no me hago a la idea porque tenemos que reformar el piso y aún no hemos empezado a pagar.
Pues eso, dicho queda.
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