Yo en el Instituto me pasaba el día fumando porros y de pellas,
las tías que les molaba el tema se venían conmigo,
debí de enseñar a liar canutos a medio insti,
luego anduve perdido y tardé en regresar por aquel sitio unos diez años, la mayoría de las que me encontré volvían la cara o hacían como que no me reconocían.
Tuve un trabajo en la piscina del pueblo y pasaba por allí todo el mundo, casi todas estaban amargadas con críos pequeños y discutiendo siempre con el marido.
Era como si hablar conmigo les diera ardor de estomago pero bien que me pedían de fumar en sus tiempos.
Yo de todas maneras no salía con alumnas,
estuve enrollado con un par de profesoras,
una era medio hippie y hace unos años la vi igual pero en vez de una C15 llevaba un Xsara Picasso,
la otra era una bellísima persona,
yo tenía muchas movidas en casa y ella me dejaba dormir en su piso incluso en horas de clase,
me cuidaba mucho y a veces nos acostábamos pero tuvo un accidente cerebral y derivó en una bipolaridad horrenda y sus problemas la alejaron de la docencia.
Quince años después volvimos a encontrarnos y a pesar de su estado, fue sin duda quien mejor se portó conmigo y me trató como a un viejo amigo y no como todo el resto de aquellas perras que fingieron no reconocerme.