En mi caso no fue un elemento tal que me hizo despertar de repente sino la acumulación de varias evidencias.
O más bien debería decir que conforme iba cayendo mis creencias, me enfocaba en otras que posteriormente también caía así que me volvía fijar en otra hasta que al final me veo en medio de una montaña de ideas y creencias bonitas pero fueron todo mentiras.
Cuando me rendí a la evidencia de que todo es hez, fue en el año 2004, cuando se promulgó la LIVG (Ley Integral de Violencia de Género, en España). No podía acreditar que alguien que decía velar por el bien común de la sociedad tomara partido de forma descarada por uno de los dos sexos y al otro se lo tratara como ciudadano de segundo. Dicha ley fue promulgada con la UNANIMIDAD de los políticos. Ninguno de ellos alzó la voz para decir que estaban creando un antecedente, para todos los atropellos a la ley que vinieron después. Total, sólo hace falta buscar una excusa que parezca justa para hacer una ley que no iguala a las personas.
Ahí fue la primera vez que la verdad me quemaba las tripas.
Y luego, bueno, pues un montón de pequeñas cosillas. Gente que se queja de no tener un duro y cuando lo tiene lo despilfarra para volver de nuevo a ponerse a llorar, gente que se hartaba de copas, de cigarros, de tener una mala vida y que lo único que querían era una pastilla para poder quitársele todo el dolor de encima pero nada de cambiar a otros hábitos más sanos...
Ahí comencé a pensar que la gente es una masa hipócrita mujer que no me cae bien egoísta que quieren hacer lo que les da la gana (y si es moliendo y dando por el trastero a todos los demás, mejor) pero no afrontar las consecuencias de su modo de vivir, de actuar y de pensar.
Definitivamente me metí en un pozo oscuro de desesperanza tras declararse la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Pensé que la gente, toda ella, sería un poco más racional de lo que realmente pasó. Ver como aceptaban una medida absurda tras otras, como cumplían a rajatabla las medidas, como hacían su labor de policía mejor que la misma policía, desear el mal, el encierro, el destierro e incluso la muerte al borrego que no cumplía con las órdenes del pastor... eso me llevó a convertirme en un profundo descreído de la raza humana.
Sólo hay mediocres que quieren que les digan lo que hacer y cómo hacerlo y que a cambio les dejen disfrutar de sus vicios tranquilamente. Mientras ellos tengan su droja, el mundo puede arder alrededor de ellos.