Nunca he visto rayos C brillar en la oscuridad, pero sí atesoro el recuerdo indeleble de los abuelos que, a mediados de los setenta, guardaban cola para entregar sus muestras de orina en los ambulatorios de la Seguridad Social: botellas de "La Casera" o "La Pitusa" rellenas hasta arriba de pis (generalmente de color marrón oscuro).
Los más discretos la llevaban envuelta en papel de periódico, que retiraban al entregarla a la enfermera, o usaban botellas de cerveza. La gente joven, más razonable, usaba botellines de cerveza de 25 cl. para tal fin, selladas con un corcho. En las farmacias no se vendían todavía botecitos estériles de plástico y tampoco se facilitaban en los ambulatorios.
Las enfermeras recogían con total normalidad las botellas de todas las formas y colores, las etiquetaban con los datos del paciente y las apilaban en cajas detrás del mostrador.