¿Porqué la Iglesia Católica, sustituyó la palabra deudas por ofensas en el Padrenuestro?

LordEntrophy

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El cambio es muy reciente, no hay ninguna conspiración detrás.

La gente mayor católica reza el Padre Nuestro diciendo deudas y deudores, la versión Vulgata dice lo mismo etc. no le des demasiadas vueltas.

et dimitte nobis debita nostra
sicut et nos dimisimus debitoribus nostris


La versión actual es de 1988. La antigua decía deudores:

Padre nuestro que estás en los Cielos,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy
y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores,
y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
Amén




De hecho se infiere que deudas son pecados/ofensas/faltas, porque antes de Dios le pides que perdone "tus deudas" que no son de dinero. El cristianismo va de eso (entre otras cosas), de perdonar para ser perdonado.
El efecto práctico del cambio fue que la gente empezó a mezclar ambas versiones, para al final ya no saberse de memoria una versión única.

Aquel dicho de "saberse algo como el Padrenuestro" quedó barrido por el cambio.

Más curiosa me parece la más reciente modificación de la fórmula de la consagración del vino, el "será derramada por vosotros y por todos los Hombres..." a "será derramada por vosotros, y por muchos...". Da pena que se elimine el perdón para todos, por "para muchos (es decir, sólo algunos)".
 

Austerlitz

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Yo rezo el Padrenuestro como toda la vida, "perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores"...
Como se diga ahora me la rezuma.
Ta,bién digo siempre el Credo niceno-constantinopolitano que es el que aprendí, ese que dicen ahora de que "Cristo bajó a los infiernos" me parece una herejía.
 

elKaiser

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Yo rezo el Padrenuestro en latín y ya.

Bergoglio, no es quien para modificar el Padrenuestro.
 

Tin Rope

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Nuevo texto del padrenuestro
Destacó que el padrenuestro registrará pequeños cambios, que "son muy gratos al oído". El nuevo texto dice así:
"Padre nuestro que estás en el Cielo, / santificado sea tu nombre, / venga a nosotros tu Reino, / hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo, / danos hoy nuestro pan de cada día, / perdona nuestras ofensas, / como también nosotros perdonamos / a los que nos ofenden, / y no nos dejes caer en la tentación, / y líbranos del mal. / Amén".

Hasta ahora el texto de esta oración era:

"Padre nuestro que estás en los Cielos,/ santificado sea tu nombre,/ venga a nosotros tu Reino, / hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo. / El pan nuestro de cada día dánosle hoy / y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, / y no nos dejes caer en la tentación, / mas líbranos del mal. / Amén".
El verdadero cambio que se introdujo no fue deuda por ofensas, fue un cambio más sutil y a la vez determinante. Con el antiguo texto era evidente que tal y como nosotros perdonaramos, nuestro padre iba a hacer con nosotros. Quiere decir que si tú perdonas a un hermano que obra sin conciencia y tú le quieres dar consciencia, enseñándole, exhortandole, Dios va a hacer lo propio contigo. Tal y como tú hagas(así como). Esto es Ley, tal y como tú hagas así va a hacer Dios, ¿te das cuenta el poder de esta afirmación? Si mantienes enojo, rabia, indiferencia, reclamas a Dios que haga lo mismo contigo, esto es así, tal cual. Por eso es tan importante "poner la otra mejilla", comprender y suplicar a tu hermano caridad y amor, en vez de remordimientos y maledicencias.
En la frase que pervierten en vez de esa tremenda afirmación para quien la medite, la tergiversan por "como también" destruyen la correspondencia, el vínculo de amor. Tú perdonas y dios te perdona, sin guardar correlación. Tamaña perversión, menudo cambio por la puerta de atrás, tremendo gol de la serpiente.

Os ruego, con caridad cristiana que regreseis al "así como" sino mejor al "tal y como". En realidad lo que tiene poder es meditarlo, mientras oras le estás pidiendo a Dios que te ayude a perdonar, de cómo hacerlo, dale vueltas a la idea de cómo hacer para perdonar con el corazón, como atraerle hacia la luz y te aseguro que Dios, va a hacer exactamente igual contigo, si tú se lo explicas con detalle y con amor; te será explicado de tal forma y verás descender sobre ti la gracia prometida.
Es sencillamente sublime, inenarrable. Hacedlo hermanos, Dios lo quiere así, con caridad cristiana os suplico. Seréis bendecidos. Es una instrucción de Jesucristo mismo. ¡Por el amor de Dios, probádlo! Es ley de Dios y por tanto no falla jamás
 

victormiw

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La oración no dice que tengas que perdonar o ser perdonado por Dios, dice que perdones a tus deudores, que es muy distinto.

Y si, los judíos perdonaban todas las deudas, cualquiera fuera su origen cada 50 anios. Y tiene sentido, la deuda perpetua la pobreza y la miseria, impide a los descendientes de las cigarras poder tener una vida digna porque no hay manera de salir de ese círculo vicioso de deuda-pobreza.
Sí pide ser perdonado por Dios...

Lo que hicieran los alubios no es doctrina cristiana... Ni tampoco se puede dar por hecho que perdonaran las deudas sólo porque lo diga un texto.
 

qbit

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(el artículo no es mío)


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26.06.2016


Traigo a esta escena lectora la entrevista nº 28 que aparece en el libro “Otro Dios es posible” de María y J.I. López Vigil cuya lectura recomiendo “sobre todo” a los más píos.

En 1986 y reinando Juan Pablo II, la CEE, en connivencia con las CE de 26 países de habla española, impuso cambios en el texto de algunos textos litúrgicos y en la oración más repetida entre los cristianos, el Padrenuestro. El cardenal de Toledo dijo al respecto: “…cambios que "son muy gratos al oído". ¿Sólo eso?

Para nuestro propósito, poco importa que Dios Padre esté en el cielo o en los cielos. Más calado tiene este otro cambio: “…perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” por “perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”. Lo mismo que la Iglesia tergiversó algo tan fundamental en el Antiguo Testamento como es el Decálogo, lo mismo ha hecho en nuestros días con el Padrenuestro.

En el original griego que se conserva del Evangelio de Mateo, la frase en cuestión dice (transcripción difícil por los acentos): Kai afes emín ta ofeilémata ‘emón. La palabra “ofeilema (nominativo), ofeilématos (genitivo)” con su acusativo plural “ofeilémata” significa deber, obligación. Y el verbo “ofeilo”, en sus cuatro significados, deber, ser deudor / deber, estar obligado. En modo alguno, “ofensas”.

¿Cuál fue la posible u oculta razón para variar “deuda” por “ofensa”? Es cierto que ofensa, al ser más general y más inteligible, es un concepto que puede ser mejor comprendido por el vulgo, ése que nunca será acreedor de deudas. ¿Pero no hay en este cambalache algo escondido? ¿No ha sido una, en cierto sentido, reacción frente a la Teología de la Liberación que tenía en dicho versículo uno de sus fundamentos evangelizadores? La pregunta queda en el aire.

Volvemos al contexto evangélico en que Jesús pronunció esas palabras. Los capítulos 6º y 7º del Evangelio de Mateo son una declaración de principios que difícilmente cuadran con el marco en que hoy se mueve la Iglesia. Todo lo que ahí se dice, sí, lo predica la Iglesia, pero no se lo aplica a sí misma. Ni desde luego lo puede aplicar al tinglado mundial de los ricos, personas físicas y países.

Son bien conocidas las condiciones en que, en todos los tiempos, han vivido los pobres. También en tiempos de Jesús. Sacaban poco provecho de su labor extenuante e incluso, para poder dar de comer a su familia, se endeudaban con los ricos del pueblo, los terratenientes, o con los prestamistas usureros. La mayor parte de las veces no podían pagar las deudas. Deudas que se hacían eternas, que no podían pagar ni en mil años, y terminaban sus días no sólo humillados y desesperados sino esclavizados por las condiciones impuestas por el préstamo. Pasaba entonces –recordemos el sistema feudal-- y pasa ahora.

¿De qué hablaba, entonces, Jesús en el Padrenuestro? ¡De estas deudas! De las deudas materiales. Si los ricos creían en Yahvé, si rezaban a Yahvé, también ellos eran reos ante él de sus propias deudas. Nadie está libre de pecado. ¿Ofensas? Los ricos no habían ofendido a los pobres. ¡Les habían ayudado… endeudándolos!

Jesús en boca de Mateo y en el Padrenuestro no hablaba de ofensas. Hablaba de verdaderas y auténticas “deudas”. Deudas de dinero. Dinero que el pobre no tenía y sin el cual ninguna vida espiritual es posible.

Lo mismo que tal oración se aplica a los individuos, lo mismo se puede hablar de los estados. Hay deudas impagables a pesar de la riqueza del país que las contrae (otra cosa son las deudas contraídas por los gobiernos de países donde las castas políticas y militares se enriquecen). Países que quieren pagar su deuda a costa de la miseria en que viven sus ciudadanos. “Perdónanos nuestra deudas” o al menos “haz posible que crezcamos y vivamos mejor para luego poder pagarlas”.

Es éste el contenido esencial de la “teología de la liberación”. Pero esto no lo puede rezar la estructura que gobierna la Iglesia. También ella es acreedora. ¿Cómo podría perdonar deudas banco tan importante como el vaticano?

En buena lógica creyente, el cristiano rico que reza “perdona mis deudas como yo perdono las de mis deudores” necesariamente se debe sentir impelido a perdonar débitos impagables de personas hundidas en la postración y la miseria. Y más si tales débitos lo son con intereses abusivos, como en todos los tiempos ha sucedido.

Recordemos cómo éste era uno de los motivos “reales” por el que los judíos eran odiados y perseguidos. Precisamente por ser acreedores con usura de deudas contraídas por sus convecinos. Matándoles o expulsándoles, la deuda quedaba saldada.

¿Y esta Iglesia merece la pena?
La Teología de la Liberación era o es comunismo disfrazado de religión.

La gente se endeudaba por codicia, igual que ahora, para tener lo que no pueden tener, no por ser unos pobrecitos que no tenían para vivir a pesar de trabajar. La prueba de que eso es así es que el préstamo se le da a quien tiene una fuente de ingresos que le permite ir devolviendo el préstamo más los intereses, como pasa hoy en día con las hipotecas.

Pero es que la gente era tan iluso y codiciosa que encima se endeudaban con usureros judíos. Menos mal que a veces lo arreglaban con un bonito progrom.
 

Libre Libre Quiero Ser

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Traigo a esta escena lectora la entrevista nº 28 que aparece en el libro “Otro Dios es posible” de María y J.I. López Vigil cuya lectura recomiendo “sobre todo” a los más píos.

En 1986 y reinando Juan Pablo II, la CEE, en connivencia con las CE de 26 países de habla española, impuso cambios en el texto de algunos textos litúrgicos y en la oración más repetida entre los cristianos, el Padrenuestro. El cardenal de Toledo dijo al respecto: “…cambios que "son muy gratos al oído". ¿Sólo eso?

Para nuestro propósito, poco importa que Dios Padre esté en el cielo o en los cielos. Más calado tiene este otro cambio: “…perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” por “perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”. Lo mismo que la Iglesia tergiversó algo tan fundamental en el Antiguo Testamento como es el Decálogo, lo mismo ha hecho en nuestros días con el Padrenuestro.

En el original griego que se conserva del Evangelio de Mateo, la frase en cuestión dice (transcripción difícil por los acentos): Kai afes emín ta ofeilémata ‘emón. La palabra “ofeilema (nominativo), ofeilématos (genitivo)” con su acusativo plural “ofeilémata” significa deber, obligación. Y el verbo “ofeilo”, en sus cuatro significados, deber, ser deudor / deber, estar obligado. En modo alguno, “ofensas”.

¿Cuál fue la posible u oculta razón para variar “deuda” por “ofensa”? Es cierto que ofensa, al ser más general y más inteligible, es un concepto que puede ser mejor comprendido por el vulgo, ése que nunca será acreedor de deudas. ¿Pero no hay en este cambalache algo escondido? ¿No ha sido una, en cierto sentido, reacción frente a la Teología de la Liberación que tenía en dicho versículo uno de sus fundamentos evangelizadores? La pregunta queda en el aire.

Volvemos al contexto evangélico en que Jesús pronunció esas palabras. Los capítulos 6º y 7º del Evangelio de Mateo son una declaración de principios que difícilmente cuadran con el marco en que hoy se mueve la Iglesia. Todo lo que ahí se dice, sí, lo predica la Iglesia, pero no se lo aplica a sí misma. Ni desde luego lo puede aplicar al tinglado mundial de los ricos, personas físicas y países.

Son bien conocidas las condiciones en que, en todos los tiempos, han vivido los pobres. También en tiempos de Jesús. Sacaban poco provecho de su labor extenuante e incluso, para poder dar de comer a su familia, se endeudaban con los ricos del pueblo, los terratenientes, o con los prestamistas usureros. La mayor parte de las veces no podían pagar las deudas. Deudas que se hacían eternas, que no podían pagar ni en mil años, y terminaban sus días no sólo humillados y desesperados sino esclavizados por las condiciones impuestas por el préstamo. Pasaba entonces –recordemos el sistema feudal-- y pasa ahora.

¿De qué hablaba, entonces, Jesús en el Padrenuestro? ¡De estas deudas! De las deudas materiales. Si los ricos creían en Yahvé, si rezaban a Yahvé, también ellos eran reos ante él de sus propias deudas. Nadie está libre de pecado. ¿Ofensas? Los ricos no habían ofendido a los pobres. ¡Les habían ayudado… endeudándolos!

Jesús en boca de Mateo y en el Padrenuestro no hablaba de ofensas. Hablaba de verdaderas y auténticas “deudas”. Deudas de dinero. Dinero que el pobre no tenía y sin el cual ninguna vida espiritual es posible.

Lo mismo que tal oración se aplica a los individuos, lo mismo se puede hablar de los estados. Hay deudas impagables a pesar de la riqueza del país que las contrae (otra cosa son las deudas contraídas por los gobiernos de países donde las castas políticas y militares se enriquecen). Países que quieren pagar su deuda a costa de la miseria en que viven sus ciudadanos. “Perdónanos nuestra deudas” o al menos “haz posible que crezcamos y vivamos mejor para luego poder pagarlas”.

Es éste el contenido esencial de la “teología de la liberación”. Pero esto no lo puede rezar la estructura que gobierna la Iglesia. También ella es acreedora. ¿Cómo podría perdonar deudas banco tan importante como el vaticano?

En buena lógica creyente, el cristiano rico que reza “perdona mis deudas como yo perdono las de mis deudores” necesariamente se debe sentir impelido a perdonar débitos impagables de personas hundidas en la postración y la miseria. Y más si tales débitos lo son con intereses abusivos, como en todos los tiempos ha sucedido.

Recordemos cómo éste era uno de los motivos “reales” por el que los judíos eran odiados y perseguidos. Precisamente por ser acreedores con usura de deudas contraídas por sus convecinos. Matándoles o expulsándoles, la deuda quedaba saldada.

¿Y esta Iglesia merece la pena?
Por el mismo motivo por el que sacaron del catecismo al Santo Niño de La Guardia o a San Dominguito del Val

 

LMLights

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26.06.2016


Traigo a esta escena lectora la entrevista nº 28 que aparece en el libro “Otro Dios es posible” de María y J.I. López Vigil cuya lectura recomiendo “sobre todo” a los más píos.

En 1986 y reinando Juan Pablo II, la CEE, en connivencia con las CE de 26 países de habla española, impuso cambios en el texto de algunos textos litúrgicos y en la oración más repetida entre los cristianos, el Padrenuestro. El cardenal de Toledo dijo al respecto: “…cambios que "son muy gratos al oído". ¿Sólo eso?

Para nuestro propósito, poco importa que Dios Padre esté en el cielo o en los cielos. Más calado tiene este otro cambio: “…perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” por “perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”. Lo mismo que la Iglesia tergiversó algo tan fundamental en el Antiguo Testamento como es el Decálogo, lo mismo ha hecho en nuestros días con el Padrenuestro.

En el original griego que se conserva del Evangelio de Mateo, la frase en cuestión dice (transcripción difícil por los acentos): Kai afes emín ta ofeilémata ‘emón. La palabra “ofeilema (nominativo), ofeilématos (genitivo)” con su acusativo plural “ofeilémata” significa deber, obligación. Y el verbo “ofeilo”, en sus cuatro significados, deber, ser deudor / deber, estar obligado. En modo alguno, “ofensas”.

¿Cuál fue la posible u oculta razón para variar “deuda” por “ofensa”? Es cierto que ofensa, al ser más general y más inteligible, es un concepto que puede ser mejor comprendido por el vulgo, ése que nunca será acreedor de deudas. ¿Pero no hay en este cambalache algo escondido? ¿No ha sido una, en cierto sentido, reacción frente a la Teología de la Liberación que tenía en dicho versículo uno de sus fundamentos evangelizadores? La pregunta queda en el aire.

Volvemos al contexto evangélico en que Jesús pronunció esas palabras. Los capítulos 6º y 7º del Evangelio de Mateo son una declaración de principios que difícilmente cuadran con el marco en que hoy se mueve la Iglesia. Todo lo que ahí se dice, sí, lo predica la Iglesia, pero no se lo aplica a sí misma. Ni desde luego lo puede aplicar al tinglado mundial de los ricos, personas físicas y países.

Son bien conocidas las condiciones en que, en todos los tiempos, han vivido los pobres. También en tiempos de Jesús. Sacaban poco provecho de su labor extenuante e incluso, para poder dar de comer a su familia, se endeudaban con los ricos del pueblo, los terratenientes, o con los prestamistas usureros. La mayor parte de las veces no podían pagar las deudas. Deudas que se hacían eternas, que no podían pagar ni en mil años, y terminaban sus días no sólo humillados y desesperados sino esclavizados por las condiciones impuestas por el préstamo. Pasaba entonces –recordemos el sistema feudal-- y pasa ahora.

¿De qué hablaba, entonces, Jesús en el Padrenuestro? ¡De estas deudas! De las deudas materiales. Si los ricos creían en Yahvé, si rezaban a Yahvé, también ellos eran reos ante él de sus propias deudas. Nadie está libre de pecado. ¿Ofensas? Los ricos no habían ofendido a los pobres. ¡Les habían ayudado… endeudándolos!

Jesús en boca de Mateo y en el Padrenuestro no hablaba de ofensas. Hablaba de verdaderas y auténticas “deudas”. Deudas de dinero. Dinero que el pobre no tenía y sin el cual ninguna vida espiritual es posible.

Lo mismo que tal oración se aplica a los individuos, lo mismo se puede hablar de los estados. Hay deudas impagables a pesar de la riqueza del país que las contrae (otra cosa son las deudas contraídas por los gobiernos de países donde las castas políticas y militares se enriquecen). Países que quieren pagar su deuda a costa de la miseria en que viven sus ciudadanos. “Perdónanos nuestra deudas” o al menos “haz posible que crezcamos y vivamos mejor para luego poder pagarlas”.

Es éste el contenido esencial de la “teología de la liberación”. Pero esto no lo puede rezar la estructura que gobierna la Iglesia. También ella es acreedora. ¿Cómo podría perdonar deudas banco tan importante como el vaticano?

En buena lógica creyente, el cristiano rico que reza “perdona mis deudas como yo perdono las de mis deudores” necesariamente se debe sentir impelido a perdonar débitos impagables de personas hundidas en la postración y la miseria. Y más si tales débitos lo son con intereses abusivos, como en todos los tiempos ha sucedido.

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¿Y esta Iglesia merece la pena?
¿Porqué cambian DEUDA por OFENSA?. Pues porque toda DEUDA conlleva un precio a pagar.

Es por la mísma razón que el VATICANO actual (hijo del Concilio Vaticano II), ha cambiado tantas cosas en la liturgia, o incluso llegar a afirmar que "el infierno no exíste".

Si hay DEUDA hay "pago", no se salvan todos, hay infierno. Al DIABLO le interesa confundir.






 

Cicciolino

✅✅
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Cuando descubráis cómo y para qué se organiza un concurso de acreedores, os enteréis de que el 97% de las empresas que entran en él se liquidan y de que las deudas tributarias con la Seguridad Social no prescriben nunca, lo VAIS A FLIPAR POSITIVO-ROMANO-CANÓNICAMENTE...
 

ArmeroPeñaranda

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Un cristiano de bien reza siempre en latín, que es la lengua que nos une a toda la comunidad de los fieles, en este y en el otro mundo.
Los apóstoles hablaban en arameo o griego. Lo del latín es una cosa romana que sólo tiene utilidad para filólogos, arqueólogos e historiadores.
 

CaboPalomeque

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Los apóstoles hablaban en arameo o griego. Lo del latín es una cosa romana que sólo tiene utilidad para filólogos, arqueólogos e historiadores.
Los apóstoles y el propio Jesús hablaban en arameo, pero el latín (junto con el griego en Oriente) es y ha sido la lengua de la Iglesia desde prácticamente sus inicios, cuando el cristianismo se expandió a los paganos. El uso de las lenguas vernáculas es algo propio de los últimos 60 años.

Los restantes 1900 y pico años, generaciones y generaciones de cristianos han rezado en latín, y ahora forman parte de la Iglesia reinante en el Cielo. Cuando rezamos en latín nos unimos a ellos a una sola voz.