¿Porqué la Iglesia Católica, sustituyó la palabra deudas por ofensas en el Padrenuestro?

chicofeomalo

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No es nada económico. El concepto de deuda es más esencial en la tradición que el de pecado o el de ofensa y casa perfecta con la idea de "contraer una deuda con el dharma, cuya factura pagarás de una manera o de otra en aras de la restitución del orden quebrantado". Resultaba demasiado revelador para una sociedad tan vulgarizada como la actual.
 

Manoliko

Será en Octubre
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Opinen. Yo creo que fue una más de su descomposición jovenlandesal iniciada por el concilio Vaticano ii terminado en 1965.
El infame concilio donde el vaticano dio la espalda a la iglesia española y condenó el franquismo, para contentar a sus enemigos históricos PROTESTANTES.
 

GatoAzul

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ὀφείλημα opheílēma, of-i'-lay-mah; from (the alternate of) G3784; something owed, i.e. (figuratively) a due; jovenlandesally, a fault:—debt.

¿Porque acuerdan creer que se trata sólo de deudas jovenlandesales, puesto que las deudas materiales (mundano) no las entienden como algo que se pueda tener con Dios?

Romanos 4
1¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
2 Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.
3 Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
4 Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda;
5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
7 diciendo:
Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,
Y cuyos pecados son cubiertos.
8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.

Santiago 4
4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.


No hay que olvidar..

Mateo 21
13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

La convirtieron (y convierten) en algo mundano, engañando a los que buscaban a Dios ofreciendo falsas-mundanas "salvaciones".


Juan 10
8 Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
 

jaimitoabogado

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Porque la iglesia católica no es cristiana , viola los elementos más esenciales del cristianismo .
Elegid , esa palabra de Jesús , ha sido amada sin consentimiento por muchos cristianos .
Si quieres abortar , si quieres empujarte la cosa o pecar , es tu decisión , yo no te voy a imponer ser como yo , solo te indico el camino y ya tu decides .
 

dinio amol

ONOFRE
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(el artículo no es mío)


@Don Juan de Austria
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26.06.2016


Traigo a esta escena lectora la entrevista nº 28 que aparece en el libro “Otro Dios es posible” de María y J.I. López Vigil cuya lectura recomiendo “sobre todo” a los más píos.

En 1986 y reinando Juan Pablo II, la CEE, en connivencia con las CE de 26 países de habla española, impuso cambios en el texto de algunos textos litúrgicos y en la oración más repetida entre los cristianos, el Padrenuestro. El cardenal de Toledo dijo al respecto: “…cambios que "son muy gratos al oído". ¿Sólo eso?

Para nuestro propósito, poco importa que Dios Padre esté en el cielo o en los cielos. Más calado tiene este otro cambio: “…perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” por “perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”. Lo mismo que la Iglesia tergiversó algo tan fundamental en el Antiguo Testamento como es el Decálogo, lo mismo ha hecho en nuestros días con el Padrenuestro.

En el original griego que se conserva del Evangelio de Mateo, la frase en cuestión dice (transcripción difícil por los acentos): Kai afes emín ta ofeilémata ‘emón. La palabra “ofeilema (nominativo), ofeilématos (genitivo)” con su acusativo plural “ofeilémata” significa deber, obligación. Y el verbo “ofeilo”, en sus cuatro significados, deber, ser deudor / deber, estar obligado. En modo alguno, “ofensas”.

¿Cuál fue la posible u oculta razón para variar “deuda” por “ofensa”? Es cierto que ofensa, al ser más general y más inteligible, es un concepto que puede ser mejor comprendido por el vulgo, ése que nunca será acreedor de deudas. ¿Pero no hay en este cambalache algo escondido? ¿No ha sido una, en cierto sentido, reacción frente a la Teología de la Liberación que tenía en dicho versículo uno de sus fundamentos evangelizadores? La pregunta queda en el aire.

Volvemos al contexto evangélico en que Jesús pronunció esas palabras. Los capítulos 6º y 7º del Evangelio de Mateo son una declaración de principios que difícilmente cuadran con el marco en que hoy se mueve la Iglesia. Todo lo que ahí se dice, sí, lo predica la Iglesia, pero no se lo aplica a sí misma. Ni desde luego lo puede aplicar al tinglado mundial de los ricos, personas físicas y países.

Son bien conocidas las condiciones en que, en todos los tiempos, han vivido los pobres. También en tiempos de Jesús. Sacaban poco provecho de su labor extenuante e incluso, para poder dar de comer a su familia, se endeudaban con los ricos del pueblo, los terratenientes, o con los prestamistas usureros. La mayor parte de las veces no podían pagar las deudas. Deudas que se hacían eternas, que no podían pagar ni en mil años, y terminaban sus días no sólo humillados y desesperados sino esclavizados por las condiciones impuestas por el préstamo. Pasaba entonces –recordemos el sistema feudal-- y pasa ahora.

¿De qué hablaba, entonces, Jesús en el Padrenuestro? ¡De estas deudas! De las deudas materiales. Si los ricos creían en Yahvé, si rezaban a Yahvé, también ellos eran reos ante él de sus propias deudas. Nadie está libre de pecado. ¿Ofensas? Los ricos no habían ofendido a los pobres. ¡Les habían ayudado… endeudándolos!

Jesús en boca de Mateo y en el Padrenuestro no hablaba de ofensas. Hablaba de verdaderas y auténticas “deudas”. Deudas de dinero. Dinero que el pobre no tenía y sin el cual ninguna vida espiritual es posible.

Lo mismo que tal oración se aplica a los individuos, lo mismo se puede hablar de los estados. Hay deudas impagables a pesar de la riqueza del país que las contrae (otra cosa son las deudas contraídas por los gobiernos de países donde las castas políticas y militares se enriquecen). Países que quieren pagar su deuda a costa de la miseria en que viven sus ciudadanos. “Perdónanos nuestra deudas” o al menos “haz posible que crezcamos y vivamos mejor para luego poder pagarlas”.

Es éste el contenido esencial de la “teología de la liberación”. Pero esto no lo puede rezar la estructura que gobierna la Iglesia. También ella es acreedora. ¿Cómo podría perdonar deudas banco tan importante como el vaticano?

En buena lógica creyente, el cristiano rico que reza “perdona mis deudas como yo perdono las de mis deudores” necesariamente se debe sentir impelido a perdonar débitos impagables de personas hundidas en la postración y la miseria. Y más si tales débitos lo son con intereses abusivos, como en todos los tiempos ha sucedido.

Recordemos cómo éste era uno de los motivos “reales” por el que los judíos eran odiados y perseguidos. Precisamente por ser acreedores con usura de deudas contraídas por sus convecinos. Matándoles o expulsándoles, la deuda quedaba saldada.

¿Y esta Iglesia merece la pena?
El Gran Jubileo de la Iglesia Católica y la oración a San Miguel Arcángel fue lo primero que abolió el CVII.
 

MAESE PELMA

buscando un poco de paz
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Traigo a esta escena lectora la entrevista nº 28 que aparece en el libro “Otro Dios es posible” de María y J.I. López Vigil cuya lectura recomiendo “sobre todo” a los más píos.

En 1986 y reinando Juan Pablo II, la CEE, en connivencia con las CE de 26 países de habla española, impuso cambios en el texto de algunos textos litúrgicos y en la oración más repetida entre los cristianos, el Padrenuestro. El cardenal de Toledo dijo al respecto: “…cambios que "son muy gratos al oído". ¿Sólo eso?

Para nuestro propósito, poco importa que Dios Padre esté en el cielo o en los cielos. Más calado tiene este otro cambio: “…perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” por “perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”. Lo mismo que la Iglesia tergiversó algo tan fundamental en el Antiguo Testamento como es el Decálogo, lo mismo ha hecho en nuestros días con el Padrenuestro.

En el original griego que se conserva del Evangelio de Mateo, la frase en cuestión dice (transcripción difícil por los acentos): Kai afes emín ta ofeilémata ‘emón. La palabra “ofeilema (nominativo), ofeilématos (genitivo)” con su acusativo plural “ofeilémata” significa deber, obligación. Y el verbo “ofeilo”, en sus cuatro significados, deber, ser deudor / deber, estar obligado. En modo alguno, “ofensas”.

¿Cuál fue la posible u oculta razón para variar “deuda” por “ofensa”? Es cierto que ofensa, al ser más general y más inteligible, es un concepto que puede ser mejor comprendido por el vulgo, ése que nunca será acreedor de deudas. ¿Pero no hay en este cambalache algo escondido? ¿No ha sido una, en cierto sentido, reacción frente a la Teología de la Liberación que tenía en dicho versículo uno de sus fundamentos evangelizadores? La pregunta queda en el aire.

Volvemos al contexto evangélico en que Jesús pronunció esas palabras. Los capítulos 6º y 7º del Evangelio de Mateo son una declaración de principios que difícilmente cuadran con el marco en que hoy se mueve la Iglesia. Todo lo que ahí se dice, sí, lo predica la Iglesia, pero no se lo aplica a sí misma. Ni desde luego lo puede aplicar al tinglado mundial de los ricos, personas físicas y países.

Son bien conocidas las condiciones en que, en todos los tiempos, han vivido los pobres. También en tiempos de Jesús. Sacaban poco provecho de su labor extenuante e incluso, para poder dar de comer a su familia, se endeudaban con los ricos del pueblo, los terratenientes, o con los prestamistas usureros. La mayor parte de las veces no podían pagar las deudas. Deudas que se hacían eternas, que no podían pagar ni en mil años, y terminaban sus días no sólo humillados y desesperados sino esclavizados por las condiciones impuestas por el préstamo. Pasaba entonces –recordemos el sistema feudal-- y pasa ahora.

¿De qué hablaba, entonces, Jesús en el Padrenuestro? ¡De estas deudas! De las deudas materiales. Si los ricos creían en Yahvé, si rezaban a Yahvé, también ellos eran reos ante él de sus propias deudas. Nadie está libre de pecado. ¿Ofensas? Los ricos no habían ofendido a los pobres. ¡Les habían ayudado… endeudándolos!

Jesús en boca de Mateo y en el Padrenuestro no hablaba de ofensas. Hablaba de verdaderas y auténticas “deudas”. Deudas de dinero. Dinero que el pobre no tenía y sin el cual ninguna vida espiritual es posible.

Lo mismo que tal oración se aplica a los individuos, lo mismo se puede hablar de los estados. Hay deudas impagables a pesar de la riqueza del país que las contrae (otra cosa son las deudas contraídas por los gobiernos de países donde las castas políticas y militares se enriquecen). Países que quieren pagar su deuda a costa de la miseria en que viven sus ciudadanos. “Perdónanos nuestra deudas” o al menos “haz posible que crezcamos y vivamos mejor para luego poder pagarlas”.

Es éste el contenido esencial de la “teología de la liberación”. Pero esto no lo puede rezar la estructura que gobierna la Iglesia. También ella es acreedora. ¿Cómo podría perdonar deudas banco tan importante como el vaticano?

En buena lógica creyente, el cristiano rico que reza “perdona mis deudas como yo perdono las de mis deudores” necesariamente se debe sentir impelido a perdonar débitos impagables de personas hundidas en la postración y la miseria. Y más si tales débitos lo son con intereses abusivos, como en todos los tiempos ha sucedido.

Recordemos cómo éste era uno de los motivos “reales” por el que los judíos eran odiados y perseguidos. Precisamente por ser acreedores con usura de deudas contraídas por sus convecinos. Matándoles o expulsándoles, la deuda quedaba saldada.

¿Y esta Iglesia merece la pena?

RELIGION DIGITAL ES UNA WEB HEREJE.
 

victormiw

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26.06.2016


Traigo a esta escena lectora la entrevista nº 28 que aparece en el libro “Otro Dios es posible” de María y J.I. López Vigil cuya lectura recomiendo “sobre todo” a los más píos.

En 1986 y reinando Juan Pablo II, la CEE, en connivencia con las CE de 26 países de habla española, impuso cambios en el texto de algunos textos litúrgicos y en la oración más repetida entre los cristianos, el Padrenuestro. El cardenal de Toledo dijo al respecto: “…cambios que "son muy gratos al oído". ¿Sólo eso?

Para nuestro propósito, poco importa que Dios Padre esté en el cielo o en los cielos. Más calado tiene este otro cambio: “…perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” por “perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”. Lo mismo que la Iglesia tergiversó algo tan fundamental en el Antiguo Testamento como es el Decálogo, lo mismo ha hecho en nuestros días con el Padrenuestro.

En el original griego que se conserva del Evangelio de Mateo, la frase en cuestión dice (transcripción difícil por los acentos): Kai afes emín ta ofeilémata ‘emón. La palabra “ofeilema (nominativo), ofeilématos (genitivo)” con su acusativo plural “ofeilémata” significa deber, obligación. Y el verbo “ofeilo”, en sus cuatro significados, deber, ser deudor / deber, estar obligado. En modo alguno, “ofensas”.

¿Cuál fue la posible u oculta razón para variar “deuda” por “ofensa”? Es cierto que ofensa, al ser más general y más inteligible, es un concepto que puede ser mejor comprendido por el vulgo, ése que nunca será acreedor de deudas. ¿Pero no hay en este cambalache algo escondido? ¿No ha sido una, en cierto sentido, reacción frente a la Teología de la Liberación que tenía en dicho versículo uno de sus fundamentos evangelizadores? La pregunta queda en el aire.

Volvemos al contexto evangélico en que Jesús pronunció esas palabras. Los capítulos 6º y 7º del Evangelio de Mateo son una declaración de principios que difícilmente cuadran con el marco en que hoy se mueve la Iglesia. Todo lo que ahí se dice, sí, lo predica la Iglesia, pero no se lo aplica a sí misma. Ni desde luego lo puede aplicar al tinglado mundial de los ricos, personas físicas y países.

Son bien conocidas las condiciones en que, en todos los tiempos, han vivido los pobres. También en tiempos de Jesús. Sacaban poco provecho de su labor extenuante e incluso, para poder dar de comer a su familia, se endeudaban con los ricos del pueblo, los terratenientes, o con los prestamistas usureros. La mayor parte de las veces no podían pagar las deudas. Deudas que se hacían eternas, que no podían pagar ni en mil años, y terminaban sus días no sólo humillados y desesperados sino esclavizados por las condiciones impuestas por el préstamo. Pasaba entonces –recordemos el sistema feudal-- y pasa ahora.

¿De qué hablaba, entonces, Jesús en el Padrenuestro? ¡De estas deudas! De las deudas materiales. Si los ricos creían en Yahvé, si rezaban a Yahvé, también ellos eran reos ante él de sus propias deudas. Nadie está libre de pecado. ¿Ofensas? Los ricos no habían ofendido a los pobres. ¡Les habían ayudado… endeudándolos!

Jesús en boca de Mateo y en el Padrenuestro no hablaba de ofensas. Hablaba de verdaderas y auténticas “deudas”. Deudas de dinero. Dinero que el pobre no tenía y sin el cual ninguna vida espiritual es posible.

Lo mismo que tal oración se aplica a los individuos, lo mismo se puede hablar de los estados. Hay deudas impagables a pesar de la riqueza del país que las contrae (otra cosa son las deudas contraídas por los gobiernos de países donde las castas políticas y militares se enriquecen). Países que quieren pagar su deuda a costa de la miseria en que viven sus ciudadanos. “Perdónanos nuestra deudas” o al menos “haz posible que crezcamos y vivamos mejor para luego poder pagarlas”.

Es éste el contenido esencial de la “teología de la liberación”. Pero esto no lo puede rezar la estructura que gobierna la Iglesia. También ella es acreedora. ¿Cómo podría perdonar deudas banco tan importante como el vaticano?

En buena lógica creyente, el cristiano rico que reza “perdona mis deudas como yo perdono las de mis deudores” necesariamente se debe sentir impelido a perdonar débitos impagables de personas hundidas en la postración y la miseria. Y más si tales débitos lo son con intereses abusivos, como en todos los tiempos ha sucedido.

Recordemos cómo éste era uno de los motivos “reales” por el que los judíos eran odiados y perseguidos. Precisamente por ser acreedores con usura de deudas contraídas por sus convecinos. Matándoles o expulsándoles, la deuda quedaba saldada.

¿Y esta Iglesia merece la pena?
Otros ya han explicado que el significado de la palabra deuda en este contexto no es monetario ya que lógicamente a Dios no le debes dinero, le debes arrepentimiento por los pecados y obrar según sus mandamientos. Hoy en día cae en desuso esa acepción y por eso se cambió.

La idea del autor no es original sino que se ha ido repitiendo a lo largo de los años por ciertas personas que no sólo pretender confundir con la omisión burda del significado de "deuda" en este contexto para reforzar argumentos políticos en la actualidad, sino que además se ponen ejemplos extravagantes como este:
Sacaban poco provecho de su labor extenuante e incluso, para poder dar de comer a su familia, se endeudaban con los ricos del pueblo, los terratenientes, o con los prestamistas usureros. La mayor parte de las veces no podían pagar las deudas. Deudas que se hacían eternas, que no podían pagar ni en mil años, y terminaban sus días no sólo humillados y desesperados sino esclavizados por las condiciones impuestas por el préstamo. Pasaba entonces –recordemos el sistema feudal-- y pasa ahora.
Se ponen ejemplos del sufrimiento de los pobres hace mil años para justificar que la gente en el siglo XXI no pague su hipoteca o sus créditos al consumo. Como si esos créditos se hubieran pedido porque no tenían nada que comer y no puedan pagarlos porque están en una miseria absoluta al borde de la muerte...

Obviamente la doctrina cristiana es favorable a perdonar la deuda de alguien que estuviera en la miseria. Lo que no respalda la doctrina cristiana es el impago de deudas porque "los bancos son malos", "los ricos ya tal" o "tengo derecho a tener XXX y pido un crédito". El que impaga una deuda sin que medie causa de fuerza mayor está incumpliendo a su palabra y cometiendo un robo.

Ninguna triquiñuela barata del lenguaje va a servir para poder decir que el cristianismo respalda el impago general de deudas ni que fomenta la irresponsabilidad financiera. Si no quieres pagar deudas ni intereses me parece muy bien: no pidas créditos.
Mucho menos sentido tiene aplicar ninguno de estos razonamientos a la deuda del estado, que no es una persona con la que tener compasión sino una organización criminal. Se puede argumentar con buenos motivos que el estado impague deudas con ciertos acreedores pero desde luego esa argumentación no tiene nada que ver con la doctrina cristiana sino con los fundamentos del derecho bancario.
 

Larata

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Porque ellos no perdonan a los deudores. Los exterminan tras excomulgarlos.
 

Zippo

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Deudas, éste y sólo... Así serán hasta el final de mis días
 

victor_crowley

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Otros ya han explicado que el significado de la palabra deuda en este contexto no es monetario ya que lógicamente a Dios no le debes dinero, le debes arrepentimiento por los pecados y obrar según sus mandamientos. Hoy en día cae en desuso esa acepción y por eso se cambió.

La idea del autor no es original sino que se ha ido repitiendo a lo largo de los años por ciertas personas que no sólo pretender confundir con la omisión burda del significado de "deuda" en este contexto para reforzar argumentos políticos en la actualidad, sino que además se ponen ejemplos extravagantes como este:

Se ponen ejemplos del sufrimiento de los pobres hace mil años para justificar que la gente en el siglo XXI no pague su hipoteca o sus créditos al consumo. Como si esos créditos se hubieran pedido porque no tenían nada que comer y no puedan pagarlos porque están en una miseria absoluta al borde de la muerte...

Obviamente la doctrina cristiana es favorable a perdonar la deuda de alguien que estuviera en la miseria. Lo que no respalda la doctrina cristiana es el impago de deudas porque "los bancos son malos", "los ricos ya tal" o "tengo derecho a tener XXX y pido un crédito". El que impaga una deuda sin que medie causa de fuerza mayor está incumpliendo a su palabra y cometiendo un robo.

Ninguna triquiñuela barata del lenguaje va a servir para poder decir que el cristianismo respalda el impago general de deudas ni que fomenta la irresponsabilidad financiera. Si no quieres pagar deudas ni intereses me parece muy bien: no pidas créditos.
Mucho menos sentido tiene aplicar ninguno de estos razonamientos a la deuda del estado, que no es una persona con la que tener compasión sino una organización criminal. Se puede argumentar con buenos motivos que el estado impague deudas con ciertos acreedores pero desde luego esa argumentación no tiene nada que ver con la doctrina cristiana sino con los fundamentos del derecho bancario.
La oración no dice que tengas que perdonar o ser perdonado por Dios, dice que perdones a tus deudores, que es muy distinto.

Y si, los judíos perdonaban todas las deudas, cualquiera fuera su origen cada 50 anios. Y tiene sentido, la deuda perpetua la pobreza y la miseria, impide a los descendientes de las cigarras poder tener una vida digna porque no hay manera de salir de ese círculo vicioso de deuda-pobreza.
 

XXavier

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A mí tampoco me pareció acertado retocar el Padrenuestro en español, pero no se puede saber qué dijo Jesús exactamente, no solo porque los evangelios fueron escritos muchísimos años después, sino porque Jesús hablaría al pueblo en arameo. Es muy posible que Jesús conociera el griego corriente, porque era un hombre culto y la zona estaba muy helenizada. Por otro lado, el diálogo con Pilatos parece directo...

Cuando me enseñaron, de muy niño, el Padrenuestro fue en inglés, el 'Our Father'. Y todavía recuerdo que decía 'forgive us our trespasses'... Hoy, sigue igual, como acabo de verificar en internet. La palabra 'trespass' se puede traducir muy aproximadamente como 'infracción'; nunca como 'deuda'. En alemán, por cierto, 'Schuld' es la palabra usada en el 'Vaterunser', y significa igualmente 'deuda' y 'culpa'.
 
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chicofeomalo

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Al circunscribir el quebrantamiento de la ley de Dios (la deuda dhármica contraída en función del orden violado) a esa evanescencia infraconsciente que es la mera "ofensa", lo que haces es inocular la ceguera jovenlandesal en los fieles.