HDR
SPQR
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En los noventa me parecía un puñetero genio de mente rápida y chisporroteante... Ahora lo veo un tío muy justito, ahí leyendo un guión de cosa sin gracia, con unas dotes interpretativas muy limitadas... Es más, es que lo veo limitado como persona; no sabe ni cómo saludar a la gente, ni cómo escuchar a los entrevistados, ni cómo mostrar empatía, ni ná...
¿Llegasteis a admirar a algún personaje que ahora os parezca muy limitado?
Puede que en su momento fuese brillante, lo recuerdo de Caiga Quien Caiga. Pero ser de izquierdas destroza la mente de cualquiera.
No es un sabio como siempre quiere aparentar, es un intelectual. Un intelectual no es un estudioso, ni un sabio, sino un vendido, mercenario a sueldo de ideologías y corrientes políticas a las que se agarra y en las que encuentra algún tipo de sustento.
En su caso, es un afrancesado leyendanegrista. Toda su obra está basada en verter falsedades sobre España y contribuir a manchar su Historia (no es historiador y en efecto no tiene ni fruta idea, por lo que vive de falsos topicazos repetidos constantemente).
Sabe que eso vende mucho entre la masa ignorante.
Margaret Weis y Tracy Hickman.
Su obra es decente, sin ser genial. Los adoraba, pensaba que eran unos escritores de la leche, con una imaginación desbordante y bueno, de imaginación no creo que anden mal, pero su forma de escribir es sarama.
Pienso igual, sobrevalorados y famosos por ser anglosajones. Javier Negrete les pega 25 mil vueltas con su saga de Tramórea y no le conoce nadie porque es español...
Este es un sabio que cae constantemente en las redes del intelectualismo. He leído parte de su obra sobre el comercio. Completamente vendido a la versión protestante, anglosajona, germanófila, de la Historia. Hace una obra dedicada a hablar del libre comercio en la Historia y jamás habla de quien dio origen al capitalismo, el Imperio Español. No es que hable mal, sino que ni la menciona. Para él sólo existe Inglaterra, Holanda... Otro vendido al oficialismo leyendanegrista.
Hace poco coincidió con Roca Barea en una charla, y ahí ante ella no le quedó más remedio que admitir su error con España, a regañadientes... Su obra no es incorrecta pero es carente, termina siendo un desperdicio lamentable por lo que podría haber sido.
