Hasta después del verano no se notará el efecto de las primeras subidas en los tipos de interés. Insisto con lo que he dicho en repetidas ocasiones, justo ahora en este momento, alquilar empieza a ser más rentable que hipotecarse. A principios de 2000, con los pisos un 60% más baratos que ahora y con los tipos de interés tan bajos, se podía decir que te regalaban el dinero y te ponían en bandeja una hipoteca casi regalada. A costa de endeudarte con el banco, claro. Ahora el signo ha cambiado. Quien no compró vivienda en aquel momento, que no lo haga ahora. Que busque un alquiler a un precio razonable o espero a que haya el tan añorado reajuste en el sector inmobiliario.
Por cierto, os paso un link con lecturas burbujiles para estos dias:
http://www.lacaixa.comunicacions.com/se/ieimon.php?idioma=esp&llibre=200604
Aquí podréis descargaros en formato pdf el informe que elabora mensualmente el Departamento de Estudios de La Caixa. Este mes está dedicado íntegramente a la vivienda. El título lo dice todo: "Hogar, dulce (y muy caro) hogar".
Os paso el editorial del mismo:
Pocos asuntos económicos desatan tanta controversia como el boom inmobiliario que muchos países venimos disfrutando o sufriendo desde hace ya unos cuantos años. La magnitud y duración del actual ciclo alcista inmobiliario no tiene precedentes documentados. Los precios de la vivienda en algunos países desarrollados han subido muy por encima del 50%. La deuda hipotecaria ha alcanzado niveles récord. También es inusual el grado de sincronización de los movimientos de los precios reales de la vivienda en distintos países. Estas circunstancias crean preocupación por las consecuencias que un eventual estallido de la burbuja inmobiliaria pueda tener sobre el resto de la economía. Bancos centrales y autoridades económicas nacionales y supranacionales lanzan a menudo advertencias y amonestaciones para tratar de conjurar este riesgo.
La fiebre del ladrillo también se ha extendido a España, y de qué manera. Por número de viviendas construidas y por crecimiento de los precios encabezamos de largo el ranking europeo. ¿Hay burbuja? Por lo que se refiere a la demanda, su crecimiento parece bastante justificado. La favorable marcha de la economía, una fase de creación de empleo sin precedentes y un descenso irrepetible de los tipos de interés (cortesía de la adopción del euro) se han combinado con un inesperado flujo de entradas de pagapensiones. El hecho de que el número de viviendas por hogar no haya aumentado a lo largo de este ciclo sugiere que el componente especulativo del boom español no debe ser muy elevado. En cuanto a la escalada de los precios, debe apuntarse que el esfuerzo financiero que se exige a una familia media en la compra de su vivienda ha aumentado moderadamente respecto al correspondiente al principio del ciclo alcista de la vivienda.
Todo lo anterior obliga a descartar las previsiones catastrofistas. No es que no sea posible una crisis en el inmobiliario. Pero, en España, en un entorno de moderada inflación y de subidas contenidas de los tipos de interés, cabe esperar una desaceleración suave del sector, de consecuencias muy limitadas sobre el resto de la economía. De hecho, los países en los que la actividad constructora se ha frenado recientemente no han sufrido una caída significativa en los precios ni el resto de la economía se ha resentido en términos de crecimiento.
El auténtico problema que ha creado el boom de la vivienda en la economía española ha sido el enorme desvío de recursos hacia una actividad como la construcción que, si bien tiene las virtudes de generar empleo y provocar efectos de arrastre sobre el resto de sectores, no eleva el potencial de crecimiento a largo plazo. Hoy, la construcción de viviendas absorbe todo el ahorro de las familias y por tanto dificulta la financiación de otros sectores productivos, dispara el déficit exterior y frena el crecimiento de la productividad. El encarecimiento de la vivienda se extiende al suelo y a los locales industriales y comerciales, distorsionando los costes de estas actividades, restándoles competitividad. Algún caso de deslocalización industrial tiene bastante que ver con la subida de los precios de los bienes raíces. Ciertamente, la naturaleza del actual ciclo inmobiliario permite esperar un aterrizaje suave del mismo. La cuestión es cuál será el motor de la economía una vez dejemos atrás los alegres años del inmobiliario.
27 de marzo de 2006