La NBA ya no es una competición deportiva, se ha convertido en una SECTA, por cierto, una secta con cuantiosos intereses.
A partir de ahí, las opiniones de cualquier miembro de la SECTA se tienen que enfrentar a la aprobación de la comunidad. O lo que es lo mismo, el pensamiento minimamente racional, no es que brille por su ausencia, sencillamente resulta delictivo, una pura herejía para los integrantes de la nueva religión revelada.
Así que lo que tenemos son los intereses de unos muchimillonarios con una mentalidad pervertida por el delirio de pertenencia a grupo con el trasfondo de intereses monetarios personales verdaderamente cuantiosos.
Lo que diga nuestro privilegiadísimo señorito del baloncesto, se lo puede meter por el ojo ciego, cagarlo y tirar de la cadena.
Y todo sin entrar en la memez ahistórica pueril que nos suelta el intelectual de la pelota.