Por cierto, el paquismo queda así herido de muerte, y nos lleva hacia una era de auténticos bares de hez, caros, rancios y pseudo-modernos con camareros millenial que no se saben la carta de memoria, pero te la recitan mientras la leen en su puñetero iPad al mismo tiempo que mascan chicle, cuyos baños están impolutos porque se limpian y desinfectan cada fruta hora. Huelen a desinfectante en cada rincon, que cagas mejor que en tu casa. Donde se ha visto eso, no me jorobes. Casi son cagaderos en los que puedes consumir algo, que al revés.
En el Museo del Jamón, Esos camareros iban pelo en pecho con la cadenaca de oro, no se habían duchado hacia 3 días el más limpio. Incluso una vez nos peleamos con ellos y respondían bien los me gusta la fruta, le echaron narices. Luego nos hicimos tan amigos, y nos pasábamos todos los Viernes.