Ay, qué recuerdos de la escuela me ha dado leer ciertos nombres y apellidos en este hilo. Me acuerdo de los Cabanellas en dibujo, que eran toda una saga familiar. A mi me dio clase la hija, una cuarentona bastante pija. Y te tenías que comprar el libro del padre sobre acotación y toda la pesca. Un tocho de 1000 paginas o así que debía costar 80€. Dibujo de primero la aprobaba todo el mundo para que no expulsaran a nadie el primer año.
En informática de primero nos enchufaron Turbopascal, que debe ser el lenguaje de programación más romántico que existe. Espero que lo hayan cambiado a otro lenguaje más corriente.
Los mejores eran los profesores de química, aunque los de industriales solo les teníamos en dos asignaturas. Pero los ingenieros químicos, con los que compartíamos edificio, se les veía más relajados.
Había una revistilla de la escuela, un magacine que se imprimía en una A3 y se doblaba, lo editaban los de un club que no me acuerdo el nombre. En una ocasión, un chaval escribió una carta en la cual se desahogaba de todo lo que era la Escuela, poniendo a parir a todo el mundo. En la siguiente publicación se debatió si fue buena idea publicarlo porque podía incentivar que alguno apareciera con un mechero en la escuela y descargara su frustración.
Las colas infinitas en la cafetería para comprar un bocata de lomo con pimientos por 3 euros. El menú eran 6 o 7€ creo, y estaba bien pero era imposible coger mesa si no llegabas a la 1. Había un pirado en la cafetería que debía ser la mascota de la universidad. Era un hombrecillo mayor, que se sentaba solo, con bigotillo a lo Hitler, y se ponía a hacer gestos con las manos en el aire. Un pirado, vamos. Se rumoreaba que era un ingeniero de argentina o por ahí que había que tenido que volver a sacarse la carrera y que por ello se había quedado grillado.
¿Los que estáis por aquí llegasteis a ver la piscina? Cuando yo llegué ya estaba hormigonada. Se decía que, antaño, hubo una piscina de verdad pero que en una fiesta, unos alumnos tiraron el coche de algún profesor y entonces se decidió cegarla. Nunca me creí esa historia la verdad.