AmericanSamoa
パシフィック
El otro día:
Estoy en la cocina del restaurante de un amigo mexa, aquí en el centro del país. Está él, la friegaplatos (lavalozas, que lo llaman), el cocinero y un ayudante. Bajo el fregadero se desencaja el tubo y comienza a salir agua. Se quedan todos paralizados y la friegaplatos dice en voz alta "hay una fuga de agua". No había ninguna "fuga": simplemente, se estaba saliendo el agua porque el tubo estaba mal enroscado y se había desencajado. No era ninguna "fuga". Pero no supieron reaccionar.
Y ahí estaba yo presente, con mi suéter, mis vaqueros y mis botas con los brazos cruzados apoyando mi ojo ciego sobre el congelador, mirando impertérrito, con la boca entreabierta como Chábeli Iglesias, a la friegaplatos y observando la pasividad del resto de los presentes, que parecían pensar que se trataba de un problema de alta complejidad: no podía creerme el nivel de estupidez que estaba presenciando.
Como nadie hacía nada y todos estaban como en pausa, en modo avión, mirando como pasmarotes, levanté mi ojo ciego del congelador, caminé hacia el fregadero, me agaché y enrosqué y ajusté bien el tubo que estaba visiblemente separado, por donde se salía el agua. "Problema" solucionado.
Como esta, te puedo contar decenas.
Al más mínimo problema, el que sea, cualquier cosa que no tengan prevista, no saben reaccionar. En España me quejaba de la pasividad de la gente en general, pero lo de México es algo inaudito. Se mienten entre ellos con total normalidad, de forma cotidiana; o cuentan con serenidad y simpatía una tortura policial, un secuestro o un crimen a alguien cercano, como si estuviesen contando una anécdota simpática.
No viajé aún a Centroamérica o Sudamérica, pero lo de los mexas no lo vi en ninguna parte del mundo.
Estoy en la cocina del restaurante de un amigo mexa, aquí en el centro del país. Está él, la friegaplatos (lavalozas, que lo llaman), el cocinero y un ayudante. Bajo el fregadero se desencaja el tubo y comienza a salir agua. Se quedan todos paralizados y la friegaplatos dice en voz alta "hay una fuga de agua". No había ninguna "fuga": simplemente, se estaba saliendo el agua porque el tubo estaba mal enroscado y se había desencajado. No era ninguna "fuga". Pero no supieron reaccionar.
Y ahí estaba yo presente, con mi suéter, mis vaqueros y mis botas con los brazos cruzados apoyando mi ojo ciego sobre el congelador, mirando impertérrito, con la boca entreabierta como Chábeli Iglesias, a la friegaplatos y observando la pasividad del resto de los presentes, que parecían pensar que se trataba de un problema de alta complejidad: no podía creerme el nivel de estupidez que estaba presenciando.
Como nadie hacía nada y todos estaban como en pausa, en modo avión, mirando como pasmarotes, levanté mi ojo ciego del congelador, caminé hacia el fregadero, me agaché y enrosqué y ajusté bien el tubo que estaba visiblemente separado, por donde se salía el agua. "Problema" solucionado.
Como esta, te puedo contar decenas.
Al más mínimo problema, el que sea, cualquier cosa que no tengan prevista, no saben reaccionar. En España me quejaba de la pasividad de la gente en general, pero lo de México es algo inaudito. Se mienten entre ellos con total normalidad, de forma cotidiana; o cuentan con serenidad y simpatía una tortura policial, un secuestro o un crimen a alguien cercano, como si estuviesen contando una anécdota simpática.
No viajé aún a Centroamérica o Sudamérica, pero lo de los mexas no lo vi en ninguna parte del mundo.