Los problemas de España eran y siguen siendo tres: cuestión territorial, jenaro e innigración.
Los problemas territoriales se arreglan suprimiendo las taifas, prohibiendo partidos antiespañoles como los vascos y catalanes, y expulsando de la Administración y de la política a unos cuantos miles de antiespañoles vascos y catalanes. Si no existen partidos victimistas, desleales y parasitarios como el PNV, difícilmente éstos van a poder influir en política. Y, además, los antiespañoles entienden muy bien el mensaje y cuando se ven amenazados se vuelven más españoles que los propios españoles: simples no son, hideputas sí.
El jenaro es fácil: derogación de normas y supresión de chiringuitos. Las xaros pelofrito que abran peluquerías o frieguen escaleras: pero los cargos en ONJ, asesorías y otras sinecuras deben ser suprimidos in æternum. Los funcionarios que no puedan ser reutilizados podrán disfrutar de la excedencia forzosa.
Y la innigración, por último, se apaña con detenciones y expulsiones masivas. Con sólo cortar la paga a todos los que de ella viven, huirán por millones a jovenlandia: lo que hay que asegurar es una buena muerte cristiana a los que quieran seguir viviendo de la delincuencia.