El presidente francés concedió la tradicional entrevista durante la celebración del Día de la Bastilla
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(5) El fracaso de las democracias oligárquicas para proteger a la población, en su mayor parte endeudada | Burbuja.info
Emmanuel Macron ha conmemorado la Fiesta Nacional del 14 de julio, aniversario de la toma de la Bastilla, iniciando la Revolución de 1789, anunciando sangre, sudor y lágrimas, para Francia y para Europa, previsiblemente.
Tras el gran desfile militar, en los Campos Elíseos, entre el Arco del Triunfo, recordando las campañas militares de Napoleón, y la Plaza de la Concordia, donde se instaló
la guillotina, en 1793, Macron concedió la tradicional entrevista del jefe del Estado, para anunciar las grandes líneas de la diplomacia y la política nacional, íntimamente ligadas, en esta ocasión.
Macron comenzó poniendo en perspectiva el futuro inmediato de Europa, con esta advertencia de fondo: «La guerra de Ucrania va a durar. Debemos prepararnos para un conflicto prolongado en el tiempo». Sin entrar en matices temporales, el tono de voz del presidente sugería con claridad una guerra dura y larga, que puede prolongarse «mucho tiempo». Bastante más allá de «algunos meses».
La guerra, el derramamiento de sangre, el costo de vidas humanas, la devastación de pueblos y ciudades, en Ucrania, es una tragedia, en curso, que «puede prolongarse».
En términos prácticos, Macron teme que Francia y Europa «solo» pueden hacer tres cosas: «intentar evitar que la guerra desborde más allá de las fronteras ucranianas», «ayudar al pueblo ucraniano y sancionar la economía rusa».
La
sangre derramada en el corazón de Europa del Este también tendrá un costo económico y social en toda Europa: «Debemos prepararnos a un escenario en el que estemos preparados para prescindir por completo del gas ruso. Rusia utiliza el gas como arma de guerra. Rusia impone una guerra híbrida. Debemos acelerar la búsqueda de nuevos abastecimientos, gracias al gas de Noruega, Qatar, Argelia, Estados Unidos».
La sangre derramada en Ucrania, el «sudor» de la dependencia del gas ruso, tienen una doble
consecuencia económica y social bien conocida: menos crecimiento, inflación galopante, empobrecimiento colectivo. Macron anuncia una necesidad nacional urgente: «Será necesario trabajar más y más tiempo».
A muy corto plazo, el presidente francés confirma medidas presupuestarias de urgencia, para intentar paliar los problemas más inmediatos: ayudas a las familias más modestas y más dependientes, reforma del sistema nacional de pensiones… medidas tan imprescindibles como insuficientes.
Entre el sudor y las lágrimas, Macron resume las perspectivas francesas y quizá europeas con esa tendencia pedagógica: «Será necesario trabajar más y más tiempo». En términos prácticos, lo que confirma el presidente francés es la «necesidad» de incrementar las horas de trabajo semanales y los años de trabajo antes de la jubilación.
En Francia, la semana laboral, en el servicio público, es de 35 horas. En la empresa privada, puede trabajarse más. Con ciertas trabas y limitaciones Macron sugiere que será «necesario» trabajar más horas, la semana, al mes, por año.
En Francia, el sistema nacional de pensiones es uno de los más complicados e injustos entre las grandes democracias industriales. Muchos funcionarios y trabajadores de los transportes públicos pueden jubilarse entre los 55 y los 60 años. En la empresa privada, la jubilación mayoritaria es a los 62 años… Macron confirma su deseo de reformar en profundidad el sistema nacional de pensiones. Advirtiendo que será necesario trabajar «más tiempo».
Las declaraciones del presidente de la República, el día de la Fiesta Nacional, tienen algo de programa presidencial oficioso, por detallar: quedan claras las perspectivas, a la espera del programa de acción para
afrontar esas perspectivas, medianamente inciertas, graves y duras.
