pijoprogre
Madmaxista
Está claro, burbis. No hay otra.
Las necesidades del mundo moderno son viento joven, y ya tan prontamente nos atenazan, no nos dejan respirar. De la creciente necesidad,y con la ayuda inestimable de los gobiernos sucesivos, se sirven en los pináculos para conformar monopolios. El monopolio de Internet, el de la Televisión, el de la electricidad, el del precio del suelo, etc. La comodidad nos ha movido a una coyuntura de la búsqueda absoluta del facilismo mediante la vida en la urbe, sacrificando con ello nuestra, cada día más reducida, libertad y haciéndonos títeres de las megaempresas de turno.
La vuelta a un modelo productivo autárquico de moderada población permitiría la subsistencia en el criterio de la vida primitiva, mediante la ganadería y la minúscula agricultura, la que aporta la verdadera felicidad al hombre. Vivir para vivir y no vivir para trabjar. Es imperativo, no hay otra forma pacífica de resolver el problema.
Aquellos que no viren su vida en esta dirección sufrirán de la calamidad más absoluta. Las ciudades son cárceles para el hálito humano. Unos privilegiados vivirán para trabajar 16 horas al día, y los demás, tendrán que recoger del suelo las migajas. Para todos no hay ni habrá trabajo, para todos no hay ni habrá medios para sobrevivir, más allá del canibalismo.
Las necesidades del mundo moderno son viento joven, y ya tan prontamente nos atenazan, no nos dejan respirar. De la creciente necesidad,y con la ayuda inestimable de los gobiernos sucesivos, se sirven en los pináculos para conformar monopolios. El monopolio de Internet, el de la Televisión, el de la electricidad, el del precio del suelo, etc. La comodidad nos ha movido a una coyuntura de la búsqueda absoluta del facilismo mediante la vida en la urbe, sacrificando con ello nuestra, cada día más reducida, libertad y haciéndonos títeres de las megaempresas de turno.
La vuelta a un modelo productivo autárquico de moderada población permitiría la subsistencia en el criterio de la vida primitiva, mediante la ganadería y la minúscula agricultura, la que aporta la verdadera felicidad al hombre. Vivir para vivir y no vivir para trabjar. Es imperativo, no hay otra forma pacífica de resolver el problema.
Aquellos que no viren su vida en esta dirección sufrirán de la calamidad más absoluta. Las ciudades son cárceles para el hálito humano. Unos privilegiados vivirán para trabajar 16 horas al día, y los demás, tendrán que recoger del suelo las migajas. Para todos no hay ni habrá trabajo, para todos no hay ni habrá medios para sobrevivir, más allá del canibalismo.
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