La odisea de alquilar con cerca de 80 años: «Nos pidieron contrato de trabajo»

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12 Jul 2020
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Pisos sin ascensor y alquileres por las nubes, dos trabas para los pensionistas


«Cómo ha cambiado esta ciudad. Cuando llegamos, hace 21 años, encontramos este piso por un anuncio en el supermercado. Hoy no ves carteles de ‘‘se alquila'' en ninguna ventana», cuenta Juan. Este vecino de 79 años de la zona de Nuevos Ministerios vive en una cuenta atrás. Él y su mujer tienen que dejar su casa, en la que viven de alquiler desde hace dos decenios, antes de que termine el año. Una tarea compleja, la de encontrar un apartamento a un precio «razonable», que se vuelve todavía más enrevesada cuando se trata de dos personas mayores.



Juan y Carmen, dos nombres ficticios ya que prefieren preservar su intimidad, piden disculpas por el «pandemonio» del salón, con las cajas para la mudanza. Este imprevisto los coge cerca del umbral de los 80 años. «Hubo un cambio en la propiedad en el piso, la cesión a un hijo, y nos enviaron un burofax para decirnos que lo tenemos que dejar. El problema es que es muy difícil encontrar en tan poco tiempo dónde vivir. Aquí pagábamos 580 euros, los alquileres por este barrio están en los 800 euros, y de ahí para arriba», comenta Juan, natural de Padrón aunque criado en Argentina.



Aunque los dos tienen su pensión, las cuentas se les complican. Además, Juan explica cómo por los problemas de movilidad de su mujer necesitan un piso con ascensor, «muchos de los que vimos no tienen», y que acepten a su mascota, una cortesana. Un factor que también los condiciona.




«Las inmobiliarias nos piden un contrato de trabajo. Yo les digo que no tengo, que soy pensionista. Tampoco les vale el contrato de mi hijo, tiene que ser el de la persona que alquila, me responden», apunta con resignación.



Entre 2.000 y 3.000 euros

Las condiciones que piden los propietarios tampoco facilitan la situación de muchos aspirantes a alquilar. «Necesitas en el orden de entre 2.000 a 3.000 euros para entrar en un piso. Además del mes, te piden dos fianzas, seguro de impago e incluso, en un caso, nos reclamaban la comisión para la inmobiliaria», incide.




Hay otra fecha que les preocupa. Para no perder la ayuda estatal para el alquiler de la vivienda que les aprobaron en octubre, tienen que tener otro contrato en vigor antes del 15 de enero. «A estas alturas del año, hay muchos pisos para estudiantes por aquí, pero o son por habitación, o por temporada o sin ascensor. Un cuarto o un quinto solo con escaleras para acceder», aprecia.



Conscientes de que se les acaba el tiempo, acudieron a los servicios sociales del Ayuntamiento de A Coruña, del que ya reciben el talón restaurante. «Nos dijeron que la ayuda para el alquiler de la que disponen es para unidades familiares que no superen los 700 euros de ingresos, ¿cómo vas a poder alquilar si solo cobras eso?», se pregunta. «Una trabajadora social nos insinuó que podíamos pensar en una residencia de ancianos», reconoce todavía disgustado y reacio a esta alternativa. «Nosotros estamos bien, no necesitamos eso», remarca.




Según el último informe de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), las viviendas en el circuito de comercialización en el mercado del alquiler están en «mínimos históricos» en la ciudad. Son sobre unos 375 pisos y a un precio medio de 750 euros el mes por vivienda. El metro cuadrado subió a los nueve euros de media.



«Alquilar en A Coruña se puso muy difícil, y cada día que pasa, se pone peor», concluye este vecino. Él y su mujer son conscientes de que les toca volver a empezar en un nuevo hogar, solo piden que sea en unas condiciones dignas y no abusivas.
 
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