Yo siempre he dicho que la generación de los hoy septuagenarios, más allá de la dictadura, en lo referente a la economía y al poder llevar a cabo una vida en constante crecimiento económico, posiblemente es una de las que mejor contexto ha tenido a lo largo de la historia de la humanidad. A veces lo confundimos con las de los padres de estos, aquellos que nacieron a comienzos delo siglo XX, estos si las pasaron pilinguis, el nivel de desarrollo en la España rural, donde aún nacieron muchos era absolutamente bajo y pobre, guerras duras, la parte peor de la dictadura, la del ajuste de cuentas y represalias contra los vencidos, la de las cunetas, esto lo sufrieron los nacidos a comienzos del siglo pasada, los padres de esa generación de nacidos en los años cuarenta y cincuenta, pero no los septuagenarios y sexagenarios de hoy. Los que las pasaron pilinguis, nuestros abuelos, ya están criando malvas, sus hijos, nuestros padres, vivieron un periodo muy favorable y estable en lo económico y se nota en su patrimonio labrado a lo largo de sus años de actividad, algo inalcanzable por alguien que haya nacido en los setenta y ochenta. Al final son cuestiones de ciclo y, a estas alturas, debemos de tener por seguro que formamos parte de la generación del decrecimiento, seremos una de las generaciones viviremos peor que sus padres, nos toca la cuesta abajo. El problema añadido, es que a esta mala coyuntura económica se suma algo que a lo largo de la historia pasada, siglos anteriores, no ha existido de la forma que existe hoy, y es que los problemas, que ya deberían de estar siendo visibles hoy, se pueden retrasar en el tiempo gracias a la posibilidad de estirar la deuda al máximo, esto va a generar que estas generaciones "langosta" vivan al margen de los problemas económicos que ya forman parte de la actualidad y todo ello se traslade, de manera más grave, a las generaciones que venimos por detrás.