Vale, aquí va la foto. Como puedes ver, ofende al buen gusto. Pero es sorprendentemente eficaz. Me lié una mañana a reciclar los cubos de pintura vacíos que había almacenado. Les recorté casi todo, queda un pequeño esqueleto para sostener la malla. Y ésta se sujeta con bridas pequeñas, sin complicaciones.
Hice la prueba -dejando plantas sueltas sin tapar- de ver si se perdía mucha luz. Y no hay diferencia apreciable. Mi vecino, que es puro pragmatismo, me copió la idea pero todavía la simplificó más. Hizo conos con la malla y le puso en la base un trozo de barra corrugada para que no le los lleve el viento. Dice que no le han vuelto a comer los caracoles las lechugas.
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