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LA DIFERENCIA ENTRE UN BROTE Y UNA TRANSMISIÓN COMUNITARIA.
En patología infecciosa o toxicológica hablamos de BROTE cuando suceden contagios por bichito, bacterias o toxinas en el siguiente contexto:
a-Los casos pueden oscilar entre uno y varios miles; aparecen y acaban en un número breve de días o semanas, y suelen estar circunscritos a un entorno geográfico limitado; aunque a veces esto último no es así, y el brote abarca un territorio extenso.
b-Y, LO MÁS IMPORTANTE DE TODO, cuando nos pongamos a investigar un brote SIEMPRE ENCONTRAREMOS UN NEXO CAUSAL ENTRE LOS CONTAGIADOS.
Todo esto, que es un rollo así contado, lo vamos a ver con ejemplos.
Cinco niños son ingresados en pocos días por meningitis meningocócica. Investigamos el asunto y resulta que los cinco pertenecen al mismo colegio. Es más: tomamos muestras faríngeas a profesores y alumnos y, ¡hale hop!, varios de ellos son portadores asintomáticos de la bacteria. Eso es un brote de libro. Portadores asintomáticos contagiando a sus compañeros. Todo limitado en el tiempo y con un nexo común: el colegio. Ya digo. De manual.
Cien invitados acuden a un restaurante, y quienes comen ensaladilla rusa se contagian de salmonella. De manual. Seguro que en las cocinas hay un irresponsable que ha elaborado la mahonesa tras ir a soltar, y que salió del retrete sin lavarse bien las manos. Eso es un brote: limitado en el espacio y el tiempo, con un número de casos fácil de manejar, y enlazados todos por un vínculo común: la ensaladilla rusa del mismo restaurante.
Por toda España aparecen casos de listeriosis durante varios meses. Se estudia bien el asunto y resulta que una fábrica andaluza comercializa carne mechada contaminada por listeria. Todos los afectados comieron esa marca de carne mechada. Se cierra la fábrica, se retira el producto de las estanterías, y se acabó todo. Eso es un brote de libro. Más extenso en el tiempo y en el espacio, pero con un nexo común irrefutable: la carne mechada de una determinada fábrica. Y eso es lo que importa.
Diez irresponsables amigotes hacen un botellón en plena esa época en el 2020 de la que yo le hablo de cobi19, y dos de ellos acaban en la UCI a la semana. Infectados y con neumonía. Eso es un brote de libro. Y creo que ya no debo explicar el porqué. Sería muy fuerte que, con los ejemplos anteriores, el lector aún no me hubiese captado la idea. Muy fuerte. Tan fuerte como el nuevo detergente “Estrella Brillante”, que nunca te defraudará. Y a un precio de escándalo.
Pues bien. En un país cualquiera, es posible tener A LA VEZ diversos brotes del mismo bichito. Por ejemplo, del cobi19. En Huesca, porque diez irresponsables se fueron de botellón. En Lérida, porque cien temporeros del campo convivían hacinados y sin mascaras. En Málaga, porque una planta entera de hospital se ha contagiado al celebrar la despedida de tres médicos residentes. En Navarra, porque una familia celebró un cumpleaños invitando a sus vecinos de bloque. En Cáceres, porque un empresario que se sabía positivo no avisó a sus trabajadores para no cerrar el taller. En Almería, por la entrada ilegal en patera de dos subsaharianos contagiados. Y etcétera.
Creo que está claro. Son brotes independientes entre sí, aunque todos sean por cobi19. Cada brote, internamente, tiene su nexo en común (si no, no sería brote). Y cada brote se puede estudiar por un rastreador: los rastreadores y los test de PCR tienen mucha utilidad en estos casos.
El problema rellenito sucede cuando empiezan a aparecer MUCHOS CASOS A LOS QUE RESULTA IMPOSIBLE INCLUIR EN UN BROTE. Es decir: casos en los que los rastreadores no encuentran evidencias de tener nexo entre sí. Eso es ya muy fuerte, lector. Muy fuerte.
Cuando sucede lo anterior, nos encontramos con que los casos son ya decenas de miles, y no se circunscriben a espacios concretos, ni a márgenes temporales razonables, y, sobre todo, la función del rastreador es absolutamente inútil: la Atención Primaria dilapida un tiempo y un recurso que no tiene en encontrar unos nexos que no existen. Hemos entrado, pues, en FASE DE TRANSMISIÓN COMUNITARIA, y las medidas de aislamiento se hacen necesarias para el conjunto de los ciudadanos.
Y ahora, la pregunta del millón: ¿cuándo se considera que hemos entrado en fase de transmisión comunitaria del cobi19? ¿Quién lo decide?
Podría responder a esto con cifras e indicadores objetivos de la Organización Mundial de la Salud, incluidas las tasas de positividad de las PCR o la ocupación de camas hospitalarias. Pero no. ¿Para qué? Mejor os diré la verdad. Los indicadores para anunciar que estamos en fase descontrolada son los siguientes:
a-La palabra de Fernando Simón en los telediarios.
b-La palabra de Elías Bendodo en Andalucía.
c-La palabra de Isabel Ayuso en Madrid.
d-La palabra de Quim Torra en Cataluña.
Y eso es lo que hay, lector. Todos, implicados en una guerra entre regiones por ver quién lo hace “mejor” que su vecino. Todos, esperando no espantar al turista de su territorio. Todos, sin querer meter miedo a los padres para el inicio del curso escolar. Todos, sin querer empeorar más la economía y prorrogar los ERTE. Y todos, haciendo explotar a la Primaria con tareas que son INÚTILES: el rastreo en periodo de transmisión comunitaria para la búsqueda de nexos.
Firmado:
Juan Manuel Jiménez Muñoz.
Médico y escritor malagueño.