murcielago
Madmaxista
El Dr. Bartlett dijo: “la mayor carencia de la raza humana es nuestra falta de habilidad para entender la función exponencial”.
Más allá de las teorías malthusianas, ahora resulta que aquellos que criticamos ciertos aspectos del sistema o modelo económico-financiero español e internacional somos unos envidiosos. Pues vale, que sigan viviendo por encima de sus posibilidades, que cuantos más se unan a esa gran fiesta habrá más felicidad en el mundo.
Parece obvio que aquí cada uno dibuja su realidad en base a sus propias percepciones, tanto las que le afectan directamente como aquellas que puedan afectar a sus familiares y allegados más directos. Será por eso que una supuesta crisis sólo puede ser analizada a posteriori, por economistas objetivos que cuenten con datos contrastados suficientes. Así que, por el momento, poco me importa lo que publiquen los medios y la opinión que exprese cada uno. Yo prefiero centrarme en aquellos debates que sean capaces de tambalear mis verdades particulares. A ver si alguien es capaz de echar por tierra las tesis del Dr. Bartlett y es capaz de esbozar un escenario a medio y largo plazo optimista, sin grandes tragedias ni conflictos bélicos de gran impacto, ni re-loads en plan matrix.
Algunos desprecian ciertas leyes universales y buscan una aparente estabilidad que no es real, porque la única realidad es el propio cambio. En la actualidad, evitar las etiquetas visillera, pepita, mileurista, disponer de situación económica saneada, tener el típico pisito de 100m2 y una hipoteca bastante cómoda son razones suficientes para sentirse bien, estar cerca de la felicidad (en este caso dejaré a un lado otras cuestiones importantes como la salud o el amor) o simplemente creerse que uno se encuentra a salvo de las posibles y funestas consecuencias de un cambio de ciclo severo. De aquí algunos añitos, es muy posible que los objetivos y los fines de los seres humanos sean otros, sobre todo si se confirma definitivamente el cénit del petroleo y se consagra la propia insostenibilidad del sistema actual. Aquellos que estamos acostumbrados a formar parte de las minorías de opinión, que solemos nadar contra corriente y que valoramos la importancia de no ofrecer resistencia a los cambios, tal vez, estemos más capacitados para no perder parte de nuestra felicidad particular. Lo que sí me gustaría dejar claro, a modo de conclusión, es que a nosotros, a este tipo de gente que describo, no nos mueve la envidia, lo que nos mueve es simplemente la búsqueda de la verdad, en definitiva, la compresión del cambio.
Saludos.
Más allá de las teorías malthusianas, ahora resulta que aquellos que criticamos ciertos aspectos del sistema o modelo económico-financiero español e internacional somos unos envidiosos. Pues vale, que sigan viviendo por encima de sus posibilidades, que cuantos más se unan a esa gran fiesta habrá más felicidad en el mundo.
Parece obvio que aquí cada uno dibuja su realidad en base a sus propias percepciones, tanto las que le afectan directamente como aquellas que puedan afectar a sus familiares y allegados más directos. Será por eso que una supuesta crisis sólo puede ser analizada a posteriori, por economistas objetivos que cuenten con datos contrastados suficientes. Así que, por el momento, poco me importa lo que publiquen los medios y la opinión que exprese cada uno. Yo prefiero centrarme en aquellos debates que sean capaces de tambalear mis verdades particulares. A ver si alguien es capaz de echar por tierra las tesis del Dr. Bartlett y es capaz de esbozar un escenario a medio y largo plazo optimista, sin grandes tragedias ni conflictos bélicos de gran impacto, ni re-loads en plan matrix.
Algunos desprecian ciertas leyes universales y buscan una aparente estabilidad que no es real, porque la única realidad es el propio cambio. En la actualidad, evitar las etiquetas visillera, pepita, mileurista, disponer de situación económica saneada, tener el típico pisito de 100m2 y una hipoteca bastante cómoda son razones suficientes para sentirse bien, estar cerca de la felicidad (en este caso dejaré a un lado otras cuestiones importantes como la salud o el amor) o simplemente creerse que uno se encuentra a salvo de las posibles y funestas consecuencias de un cambio de ciclo severo. De aquí algunos añitos, es muy posible que los objetivos y los fines de los seres humanos sean otros, sobre todo si se confirma definitivamente el cénit del petroleo y se consagra la propia insostenibilidad del sistema actual. Aquellos que estamos acostumbrados a formar parte de las minorías de opinión, que solemos nadar contra corriente y que valoramos la importancia de no ofrecer resistencia a los cambios, tal vez, estemos más capacitados para no perder parte de nuestra felicidad particular. Lo que sí me gustaría dejar claro, a modo de conclusión, es que a nosotros, a este tipo de gente que describo, no nos mueve la envidia, lo que nos mueve es simplemente la búsqueda de la verdad, en definitiva, la compresión del cambio.
Saludos.