1. Los alfombras eran casi todos veteranos de las guerras coloniales o se habían criado con ello, tenían experiencia en guerra.
La verdad es que no. La guerra del Rif acabó en 1925, diez años antes de la Guerra Civil, y los únicos veteranos con experiencia de guerra eran los oficiales y suboficiales españoles de carrera, y algunos jovenlandeses veteranos. La mayoría eran demasiado jóvenes para haber participado en la guerra. Los que sí habían hecho la guerra de jovenlandia, habían ascendido a jefes.
Otra cosa es que sus primitivas condiciones de vida hicieran de ellos buenos soldados: sufridos, resistentes y con conocimiento del terreno... pero esa ventaja se convirtió en una desventaja cuando lucharon en terreno urbano que les era totalmente ajeno, como en la batalla de la Ciudad Universitaria.
Además olvidas una cosa importante. Las fuerzas indígenas no eran todos jovenlandeses. Los oficiales y suboficiales eran españoles, así como la cuarta parte de sus efectivos, las compañías de ametralladoras. Los batallones de infantería tenían tres compañías de fusiles y una de máquinas. Y como en la guerra de jovenlandia (y en cualquier otro ejército colonial, ya puestos) siempre se desconfiaba de la posibilidad de que las tropas nativas se amotinaran o se pasaran al otro bando, por eso las ametralladoras eran servidas por europeos. En la Primera Guerra Mundial se vio que el grueso de la potencia de fuego del batallón la proporcionan las ametralladoras, sobre todo en la defensa, da igual las bajas que sufra la unidad, mientras todavía quede alguien vivo para disparar con las ametralladoras.
Sin desmerecer la bravura de los jovenlandeses, por otra parte superior al promedio de las tropas coloniales de la mayoría de ejércitos, de pasada comentar que en el ejército francés de las dos guerras mundiales, los marroquíes eran considerados la élite, mejores que los argelinos y estos a su vez mejores que los tunecinos. Repito, sin desmerecer la valentía y capacidad de sacrificio, e incluso patriotismo, o si se prefiere, identificación con la causa nacional de los jovenlandeses, de los que hay abundantes ejemplos, proezas heroicas de los Regulares como la defensa del Pingarrón en la batalla del Jarama se debieron a los mandos y suboficiales españoles. Pasaba con todas las tropas coloniales, en realidad, luchaban bien, o muy bien, siempre que tuvieran oficiales europeos dándoles órdenes y ejemplo.
Otra cosa es que no todos los jovenlandeses eran iguales. Para empezar, no todos eran de Regulares, aunque son las unidades más famosas y conocidas. También estaban los tabores de la Mehala, el ejército del Sultán de jovenlandia, con oficiales y suboficiales nativos, y los Tiradores de Ifni, los saharauis, que a mi parecer eran los mejores de todos.
Aunque hubiera cierta proporción de veteranos rifeños en los Regulares al comenzar la guerra, el inexorable desgaste pasaba factura, sobre todo en unidades que se empleaban como tropas de choque o porque eran las únicas tropas disponibles, como en el caso del ejército de África. Como el resto del ejército, los jovenlandeses que luchan en 1938 en Teruel y el Ebro, ya no son los mismos del Alzamiento. Entre otras cosas porque muchos de los sucesivos reemplazos no provenían del Protectorado español, si no que eran nativos del jovenlandia francés, y se alistaba porque estaba sufriendo una hambruna. No es la misma motivación la de alguien que se alista para comer que la de los jovenlandeses que se unieron al Alzamiento. Hoy en día a los fiel a la religión del amores los aborrecemos, pero por extraño que parezca, en aquel tiempo los jovenlandeses si no se sentían españoles, al menos se identificaban con la causa de los nacionales. Cosa que por otra parte también ocurrió en las guerras mundiales, con los norteafricanos luchando por Francia y los indios por el imperio británico.
Los BBII eran estudiantes y demás civiles. Cierto es que tiene mucho mérito el abandonar la comodidad del hogar por ir a luchar a otro país por lo que crees justo.
Mérito los narices. Salvando un puñado de idealistas (iluso) americanos o británicos ilusos o engañados que no tenían ni idea de dónde se estaban metiendo, como el célebre Orwell, los brigadistas están en el mismo plano jovenlandesal que los yihadistas actuales que iban a la guerra de Siria o los neonazis europeos que se han metido en la guerra de Ucrania. Da igual la ideología, hay que ser un fanático, o estar mal de la cabeza, para ir a una guerra que no es la tuya. Y eso, subrayo que vale también para los escasos voluntarios extranjeros en el bando nacional, ya fueran rusos blancos, o franceses de ultraderecha.
Los comunistas de los años 30 eran unos fanáticos violentos y sanguinarios. Incluso aunque algunos brigadistas fueran personas decentes, venir a España y ver los crímenes que cometían los gente de izquierdas españoles del bando al que apoyaban, y no desertar inmediatamente basta para hacer de ellos cómplices por omisión.
Además, recuerdo el contexto, era la época de la Gran Depresión y la mayoría de los voluntarios no eran estudiantes si no obreros en paro, reclutados a través de la Komintern, dirigidos desde Moscú, y con la intención clara de ganar experiencia de combate para ulteriores revoluciones. La revolución comunista sólo había triunfado en Rusia, pero en Alemania y en Hungría, por poner ejemplos, siempre estaba presente el peligro de una nueva revolución.
Que algunos fueran perseguidos por las dictaduras de sus países, como los alemanes o italianos, no les hace ni idealistas, ni demócratas. A mí que me expliquen qué sentido tiene luchar contra Hitler o Mussolini matando españoles.
La verdad es que las tropas de las Brigadas Internacionales fueron mediocres combatientes tirando a malos. Cuando aparecieron en la batalla de Madrid tuvieron un efecto jovenlandesal importante por su presencia, y porque al menos tenían una semblanza de organización y disciplina militar, de la que carecían los milicianos y también eran tropas frescas mientras que los milicianos estaban desmoralizados por tantas derrotas y retiradas.
Luego a mediados de 1937 las tornas han cambiado, los milicianos que ya están fogueados y encuadrados en el Ejército Popular miran por encima del hombro a los internacionales, que ya estaban desmoralizados porque habían sufrido muchas bajas porque estaban mal mandados, el Jarama fue una carnicería, y el mando rojo los empleaba como carne de cañón prescindible, en la batalla de Brunete se produce algún episodio de amotinamiento. Más adelante, los brigadistas supervivientes y veteranos desprecian a los reclutas españoles a la fuerza que son empleados para cubrir las bajas, porque ya no vienen más voluntarios internacionales y para entonces la guerra está perdida y los conscriptos están poco motivados. Para la batalla del Ebro las brigadas internacionales poco tenían de extranjeras.
Por otra parte, algo totalmente previsible. A los internacionales, nadie les había dado vela en este entierro, y aunque no se desmotivaran, estaba el problema de encuadrar y adiestrar a decenas de miles de voluntarios de diversas procedencias y nacionalidades con los problemas de idioma que suponía, sin experiencia militar o los que la tenían, en distintos ejércitos, y con unos mandos elegidos más por sus lealtades políticas que competencia profesional. Les faltaba la cohesión y lmotivación, sencillamente.
2. Los mandos. La mayoría de los militares con experiencia en combate estaban del lado nacional.
A unos les dirigían mandos veteranos que ya habían participado en cruentas guerras mientras que a otros les tocaron pichones (no necesariamente jóvenes de edad) sin experiencia que se habían pasado toda su vida entre cuarteles, fiestas, despachos y cortes.
A nivel de jefes es cierto que la mayoría de africanistas se sublevaron, pero ¿de quién es la culpa? Los gente de izquierdas, siguiendo el programa revolucionario trazado por Lenin y los bolcheviques se dedicaron a socavar al ejército y a las fuerzas de orden público con vistas de eliminar y someter las únicas fuerzas que resistían a la revolución. Cuando se dieron cuenta de que en vez de un golpe de estado y unas cuantas luchas callejeras para las que bastarían turbas armadas, tenían que librar una guerra de verdad, se encontraron con que no tenían ejército y que no se improvisa de un día para otro. De todas formas militares no faltaban, entre los carreristas acomodaticios al poder establecido y los leales "geográficos", a los gente de izquierdas no les faltaron cuadros de oficiales profesionales y técnicos.
Pasados los primeros meses de guerra, en que se pasa de columnas a ejércitos de masas, la superioridad de los nacionales en mandos experimentados se diluye. El ejército nacional era igual de tosco e improvisado que el ejército rojo, y las bajas entre los oficiales van menguando la superioridad cualitativa del primer año de guerra. Una vez leí en un libro que no recuerdo ni volví a encontrar, cómo Kindelán le hacía una exposición a Franco de lo inútiles que eran la mayoría de los mandos nacionales que habían sido promovidos a puestos para los que no estaban preparados, cosa por otra parte de esperar cuando pones a comandantes a mandar divisiones y a tenientes coronles a mandar cuerpos de ejército. Y a nivel de oficiales subalternos pues qué decir, los alféreces provisionales que apenas sabían de guerra y sólo podían dar ejemplo de valor a la tropa, de ahí el dicho "alférez provisional, cadáver efectivo".