Pero Navalny nunca ha sido una amenaza para el establishment; su discurso ultraliberal hace que al ruso medio (que es estatalista) le den arcadas. Los navalnianos que conozco son como los votantes de Más Madrid. Hipsters, de profesiones liberales, que miran por encima del hombro a los demás, y que tienen un visión idealizada de Occidente. En nuestros países se tiende a magnificar a alguien que es más conocido en Rusia por su faceta de bloguero que por la de político. Además, algunos de sus colaboradores es posible que también terminen en la guandoca por pasarse de la raya, por llevar a cabo acciones que en un país como España conllevarían penas de prisión.
Mientras tanto, en Turquía el diputado Selahattin Demirtas lleva ya unos cuantos años entre rejas, entre otros cargos por insultar a Erdogan (le llamó ladrón y traidor). Y ni sanciones ni palos. Si en Rusia hicieran lo mismo que en Turquía, unos cuantos twitteros españoles que residen en Rusia habrían ya pasado por los tribunales o habrían sido expulsados del país.