“Zelensky teme que la guerra Israel-Hamas pueda distraer la atención de Ucrania”, escribía el viernes el titular de The Hill, uno de los muchos medios que se hacían eco de las palabras del presiden…
slavyangrad.es
La lógica de la guerra proxy
03/12/2023
“Zelensky teme que la guerra Israel-Hamas pueda distraer la atención de Ucrania”, escribía el viernes el titular de
The Hill, uno de los muchos medios que se hacían eco de las palabras del presidente en una entrevista concedida a
AP como parte de un reportaje más amplio en el que los periodistas han seguido a Zelensky en su última visita propagandística al frente. Ucrania es consciente de que precisa de este tipo de actos de relaciones públicas, no solo para colocar su discurso en la prensa, sino para recordar a la población de los países que han de seguir financiando la guerra que el conflicto continúa. “Ya hemos visto las consecuencias del cambio en la comunidad internacional a causa de la tragedia en Oriente Medio”, explica Zelensky en la entrevista añadiendo que “solo un ciego puede no verlo”.
En un arrebato de sinceridad sin duda planificado, el presidente ucraniano se muestra consciente de tener que “luchar por la atención para la guerra a gran escala”. El objetivo está claro, no permitir “a la gente que se olvide de la guerra aquí”. El motivo para ello es aún más obvio: “Mire, atención es igual a ayuda. Si no hay atención, eso significará que no habrá ayuda”. Zelensky es consciente también de a qué país ha de apelar. Sin ninguna oposición real en la Unión Europea a continuar el gasto en ayuda humanitaria, financiera y militar a Ucrania, Kiev se juega mantener el nivel de ingresos percibidos de sus socios en Estados Unidos, cuyos fondos están, según lleva denunciando John Kirby desde hace semanas, a punto de agotarse. “Sin atención, puede que haya debilidad en el Congreso”, sentencia Zelensky.
El reportaje de
AP otorga a Ucrania algunos progresos tanto en el frente como en forma de destrucción del poder naval ruso en el mar neցro, pero admite que “la tan esperada contraofensiva, alimentada por decenas de miles de millones de dólares de asistencia occidental que incluía equipamiento pesado, no ha forjado los avances esperados”. De ahí que surjan para Ucrania dos temores a los que no quiere enfrentarse: la presión de sus socios a negociar con Rusia, algo que Zelensky rechaza rotundamente, y la falta de financiación para futuras ofensivas.
En busca de más dinero, el Gobierno ucraniano ha manejado numerosas estrategias a lo largo de los últimos meses, pero actualmente parece haber elegido dos vías para canalizar ese objetivo: reprochar a Occidente no haber entregado las armas suficientes con toda la rapidez esperada y el peligro de la derrota ucraniana. Ambos argumentos conviven a la perfección con la idea de la victoria segura que Ucrania utiliza a nivel interno. “Queríamos resultados más rápidos. Desde ese punto de vista, por desgracia, no hemos conseguido los resultados deseados”, afirma Zelensky aferrándose a la idea de que los planes marchan, aunque, como afirmó Ermak, lo hacen con ligero retraso. Todo puede achacarse a esa falta de armamento, algo que, en el imaginario ucraniano, puede solventarse de forma simple compensando las carencias actuales con más armamento para las futuras ofensivas para que 2024 sea el punto de inflexión que busca el jefe de la Oficina del Presidente.
“No hay suficiente potencia para conseguir los resultados deseados más rápido”, admite Zelensky para volver a insistir en que Ucrania “no recibió todas las armas que queríamos. No puedo estar satisfecho, pero tampoco puedo quejarme demasiado”. Ucrania es consciente de la necesidad de lograr atención de sus socios, de darles los argumentos necesarios para justificar más asistencia, pero sin alienar a sus élites políticas exigiendo demasiado. Esa es la principal consecuencia de la dependencia política, económica, financiera e industrial de Ucrania en estos momentos.
Como Arajamia hace ahora una semana, también Zelensky ha comprendido la necesidad de recuperar la producción militar. Hasta ahora, la
descentralización, es decir, la completa dependencia de la industria militar de sus socios, había sido considerada una ventaja para Ucrania, ya que esas fábricas se encontraban fuera del alcance de los misiles rusos. Sin embargo, ahora que la industria europea ha demostrado no ser capaz de proveer las armas y munición necesaria para mantener una guerra a gran escala y extendida en el tiempo, Kiev insiste en lograr recuperar esa producción.
La solución pasa nuevamente por más dependencia de sus socios, ya que Ucrania solo puede retomar la producción a base de instalar fabricación extranjera -la alemana Rheinmetall afirma estar dispuesta a producir en Ucrania, pese a que esas instalaciones serían inmediatamente consideradas un blanco para los misiles rusos- o de recrear su propia industria por medio de créditos extranjeros. “Zelensky está buscando aliados occidentales, entre ellos Estados Unidos, que ofrezcan créditos favorables y contratos para lograr ese objetivo”, escribe
AP. Ucrania que heredó de la República Socialista Soviética de Ucrania una potente industria militar que echó a perder en las tres décadas de independencia, desea recuperar la producción a base de dependencia occidental.
Con la capacidad de exigir constantemente más ayuda, más financiación y más trato de favor, Ucrania es consciente de que debe ofrecer algo a cambio, aunque sea un intangible como la protección. “En el caso de Ucrania, si la resiliencia fracasa ahora a causa de la falta de ayuda y escasez de armamento y munición, eso significará que Rusia probablemente invadirá países de la OTAN”, concluye Zelensky para lanzar una advertencia final: “Entonces, los niños americanos tendrán que luchar”.
La amenaza de oleada turística rusa de países de la OTAN existe únicamente en la imaginación de los guionistas ucranianos, que al igual que en la administración Biden confían en que logre el efecto deseado en la minoría trumpista del Partido Republicano. “Si no logramos ese apoyo del Congreso”, afirmó John Kirby nuevamente en referencia al bloqueo de los fondos solicitados por Joe Biden, “el mensaje que va a enviar a todo el mundo sobre lo mucho que importa Ucrania y lo mucho que Estados Unidos y nuestro liderazgo pueden ofrecer a nuestros socios de todo el mundo va a ser alto, claro y profundamente desafortunado”. La lógica de la guerra proxy es ya la única esperanza de Zelensky y de Biden.