Perdona que te corrija, pero los flujos pirocláscticos necesitan de una inmensa columna de humo y ceniza. El mejor ejemplo (y relato) del mismo, es el que nos dejó Plinio (el Joven) cuando el desastre de Pompeya y Herculano en el siglo I. Allí el Vesubio generó una brutal columna vertical que ascendió muchos kilómetros y perduró. Pero en un momento dado revertió su comportamiento, desplomándose sobre si misma. Ahí es donde se creó aquel monstruo incandescente que abrasó a los ingénuos romanos, ignorantes de lo que se les venía encima.
Tengo un libro con el testimonio de Plinio, voy a buscarlo y lo aporto al hilo...