kozioł
Madmaxista
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Library : Nazi Persecution of the Church
nancy Persecution of the Church Information about Hitler's persecution of the Church and of Catholics during the reign of Nazism.
www.catholicculture.org
Persecución nancy de la Iglesia, parte #2/2
Las medidas legales contra el clero fueron acompañadas por ataques violentos en las calles, presbiterios y puestos fronterizos. Los servicios religiosos fueron interrumpidos, las procesiones disueltas e incluso católicos individuales agredidos. En medio de un brote particularmente vicioso de violencia por parte de jóvenes nazis en 1935, apareció un gran aviso en la sede de la policía en Essen que decía: "¡La policía apoya a las Juventudes Hitlerianas!" Cuando se le pidió a un inspector de policía que investigara los ataques casi fatales de las Juventudes Hitlerianas contra adolescentes católicos en Limburgo en febrero de 1935, desestimó la queja diciendo: "Solíamos tener peleas de vez en cuando cuando éramos niños".
Esa Pascua, los peregrinos que regresaban a Alemania de la bendición de Pío XII en Roma fueron castigados en los puestos de control fronterizos por unidades de la Gestapo y las SS. Fueron sacados de sus trenes y mantenidos esperando durante siete horas bajo una lluvia torrencial, mientras que las maletas se abrieron y el contenido se dispersó. Todo lo que pertenecía a una "organización denominacional" (banderas, pancartas, libros, tiendas de campaña, incluso cuchillos y tenedores) fue confiscado. Se lanzaron insultos a los peregrinos: "¡Así que estos son los papistas, las personas que apuñalaron a Alemania por la espalda en 1918! Deberían ser golpeados y enviados a un campo de concentración... Cortarles la garganta sería lo mejor". En medio de protestas indignadas, la policía local simplemente dijo que había estado buscando uniformes ilegales.
En el momento de la elección del Reichstag de 1938, sacerdotes y laicos fueron atacados después de que la votación había terminado. En Fellbach, cerca de Stuttgart, el padre Sturm, el párroco, estaba rodeado por un grupo de unos 25 hombres de las SA y las SS que exigían saber por quién había votado. Después de saquear su presbiterio, la pandilla lo obligó a correr el guante de patadas, escupitajos y burlas: "Ahí está el traidor. Padre Sturm". Después de unas dos horas de abusos, fue llevado ante el alcalde, quien le dio una conferencia sobre las creencias del Führer y sus puntos de vista personales sobre los deberes de un párroco en la nueva Alemania. A medianoche el P. Sturm fue liberado.
Aunque las pandillas itinerantes de las SA y las Juventudes Hitlerianas habían sido advertidas contra la conversión de cualquier clérigo de alto rango en mártires, aterrorizar a los sacerdotes era algo común. Muchos sacerdotes fueron maltratados: uno arrojado por una ventana tenía ambas piernas rotas. El cardenal Faulhaber de Munich fue fusilado, y la residencia del cardenal Innitzer en Viena saqueada en octubre de 1938. Hubo un incidente notorio ese mes cuando el obispo Sproll de Rottenburg fue maltratado. Más tarde recibió esta carta anónima de disculpa de un hombre de las SA, obligado a participar en los disturbios: "Siempre he estado orgulloso de mi país, pero el sábado pasado estaba, por primera vez, avergonzado de llamarme alemán".
Canciones, películas, discursos de miembros del partido, campañas de carteles y producciones teatrales satirizaron cruelmente al clero a fines de la década de 1930. La obra anticlerical de Anderl Kern, titulada El último campesino, se representó en toda Alemania con una aclamación crítica casi universal. Los personajes incluían un párroco con un hijo ilegítimo, un ojo para el sesso opuesto y dinero fácil; un joven seminarista que llega a casa, anunciando que ha perdido su vocación: y una progenitora que intenta asesinar a una sirvienta con rosarios en una mano y una daga en la otra. Al final de la obra, el ex seminarista emerge como "el verdadero héroe alemán", habiendo renunciado al sacerdocio y prometido engendrar una gran familia para la seguridad y el futuro de la raza aria.
La estrategia nancy era, esencialmente, destruir el catolicismo eliminando todas las organizaciones apoyadas por la Iglesia, desde escuelas y grupos de niños hasta sindicatos católicos. En 1939, las escuelas católicas y los sindicatos fueron prácticamente destruidos. Reemplazarlas fueron las Escuelas Nacionalsocialistas, el Frente de Trabajo nancy y las Juventudes Hitlerianas con su contraparte femenina, la Liga Alemana de Niñas.
El ataque inicial a las escuelas católicas en Munich redujo el porcentaje de estudiantes del 84% en 1934 al 65% por ciento en 1935. En 1937, los padres se vieron obligados a elegir la escuela de sus hijos frente a dos testigos, generalmente soldados de asalto en uniforme completo. Estos testigos advirtieron sobre futuros problemas y pérdida de empleo. Los propios niños también sufrirían. No habría premios de escuela primaria para ellos; los premios se financian únicamente en las escuelas públicas. A los padres que aún están a favor de las escuelas católicas se les podría decir que "sus pequeños tendrán que ir a una escuela en las afueras, a millas de distancia".
Se celebraban regularmente reuniones para votar sobre el tema de las escuelas católicas o "comunitarias". En Espira, una ciudad de unos 40.000 habitantes situada en el Rin, un trabajador le dio a su obispo detalles de cómo se había obtenido su "voto" en 1937: "Me dijeron que fuera a las oficinas del Consejo Parroquial. Al llegar allí declaré, quiero la escuela católica romana y me preparé para irme. El líder de la célula nancy local me retuvo y escribió una nota a mi empresa afirmando que debido a mi declaración sería despedido de mi trabajo. Un agente de policía me dijo que si no cambiaba de opinión nunca volvería a obtener trabajo público".
El gobierno en Alemania financió todas las escuelas, católicas y estatales. Un consejero del Ministerio de Educación de Baviera anunció que solo en 1936, de los 1.600 puestos de enseñanza anteriormente otorgados a monjas, 600 serían quitados de ellos y transferidos al personal secular. El concejal no se molestó en explicar qué pasaría con los desafortunados 600. Los efectos económicos de tales despidos forzados obligaron a muchas casas religiosas a cerrar. Las monjas fueron conducidas a trabajos de subsistencia. Algunos tuvieron que regresar con sus padres o mudarse con parientes comprensivos. Sin embargo, otros solicitaron puestos de trabajo en la industria. En Baden, en el verano de 1938, había 41 monjas trabajando en una fábrica textil, todas antiguas maestras. ¡El gobierno anunció entonces que todas las monjas que renunciaran a los votos tendrían derecho automáticamente al empleo estatal!
Así, el 27 de octubre de 1938, Adolf Wagner, Ministro del Interior bávaro declaró con orgullo: "Las escuelas confesionales en toda Baviera se han transformado ahora en escuelas comunitarias". Para enero de 1939, más de 10,000 escuelas católicas habían sido suprimidas en Alemania, y para fines de abril de ese año, el Catholic Herald (Londres) informó que otras 3,300 escuelas habían sido abolidas por decreto en lo que se describió como "Un día neցro para la Renania católica".
Las asociaciones juveniles católicas, con una membresía colectiva de cientos de miles, fueron atacadas por ser "no alemanas". Se recordó a los maestros que, como empleados del Estado, tenían el deber de alentar a sus alumnos a unirse a las Juventudes Hitlerianas o a la Liga de Niñas Alemanas (GGL). Una maestra les dijo a sus hijas: "Únanse a la Liga Alemana de Niñas. Cuando salgas de la escuela querrás un novio y si no has estado en el GGL no conseguirás uno. Y luego, cuando te cases, tu esposo perderá su trabajo en el momento en que descubran que no has sido miembro de la GGL". Miles de empleados católicos fueron amenazados con medidas disciplinarias o despido a menos que se aseguraran de que sus hijos estuvieran inscritos en las Juventudes Hitlerianas o en la Liga Alemana de Niñas. Los gremios de formación, como la Asociación Prusiana de Maestros-Artesanos, comenzaron a anunciar a partir de 1935 que solo aquellos inscritos en organizaciones del Partido nancy serían aceptados como aprendices. Los ferrocarriles alemanes, que emplean a cientos de miles, aprobaron una ordenanza similar el mismo año. Incluso los agricultores comenzaron a emitir avisos con el mismo efecto, con tiendas que anunciaban trabajos a tiempo parcial siguiendo su ejemplo. El New York Times del 1 de junio de 1937 informó de un discurso de Hitler que decía: "Nos llevaremos a sus hijos. No se nos escaparán".
Con la censura silenciando la radio y la prensa, la Iglesia local era a menudo el único lugar donde la población católica escuchaba una voz de protesta. Era extremadamente peligroso para los sacerdotes hablar, aunque algunos, como el padre Rupert Mayer de Munich, estaban dispuestos a arriesgarse a ser encarcelados. Los sacerdotes eran muy conscientes de que los títeres nazis probablemente estarían en la congregación escuchando sus sermones.
Los clérigos de alto rango que desafiaron al Tercer Reich en sus políticas racistas y anticristianas incluyeron al obispo Clemens Conde von Galen de Munster, el arzobispo von Preysing de Berlín, el cardenal Bertram de Breslau, el cardenal Schulte de Colonia y posiblemente el más famoso de todos, el cardenal Michael von Faulhaber de Munich. Su serie de sermones de Adviento, predicados desde el púlpito de la Iglesia de San Miguel, despertó el interés nacional e internacional. Se hicieron tan populares que miles escucharon, algunos incluso en las calles afuera. En el primero de los sermones, predicado el 3 de diciembre de 1933, Faulhaber defendió el cristianismo defendiendo al pueblo del que había brotado: los judíos. Les recordó que el cristianismo no hacía distinción racial entre judíos y gentiles, sino que solo pedía que sus seguidores poseyeran fe. Al mes siguiente, los disparos destrozaron las ventanas de su estudio en el primer piso. En marzo de 1934, la edición publicada de sus sermones, "Judaísmo, cristianismo y germanismo" fue prohibida por sus "puntos de vista calumniosos sobre el Estado".
Faulhaber continuó sus denuncias de la política nancy sobre las escuelas católicas, las organizaciones juveniles, las elecciones amañadas, las leyes de esterilización, los ataques al Papa y los intentos de reemplazar el cristianismo con lo que él llamó religión "falsa". Los nazis mantuvieron implacablemente su campaña de propaganda contra Faulhaber.
Faulhaber jugó un papel considerable en la redacción de la gran encíclica antinazi, Mit brennender Sorge ("Con ansiedad ardiente") publicada en marzo de 1937. Denunció repetidos ataques a la fe, la ruptura de casi todos los artículos del Concordato y las teorías ideológicas y políticas nazis. La encíclica fue introducida de contrabando en Alemania bajo los ojos de agentes de la Gestapo a quienes se les había advertido de antemano que esperaran algún tipo de protesta de Roma. Las copias se imprimieron en secreto en varias partes del país y la red católica clandestina se comprometió a distribuirlas a las parroquias de toda Alemania. Cientos de ayudantes, en automóviles, motocicletas y bicicletas, entregaron copias en secreto al clero. Según el Daily Telegraph (Londres) del 22 de marzo de 1937: "la encíclica declaró que los nazis habían dejado claro que estaban librando una 'guerra de exterminio' contra la Iglesia, y después de innumerables rechazos, el Papa había decidido tomar una posición final".
La reacción a la publicación de la encíclica fue inmediata. El régimen alemán envió una protesta formal a Roma; fue rápidamente rechazada por el cardenal Pacelli. Hitler y Goebbels enfurecidos dieron órdenes de llevar a juicio a docenas de clérigos acusados de inmoralidad y "calumnias contra el Estado". La Gestapo y los escuadrones de las SS fueron enviados para encontrar qué imprentas habían producido la encíclica: 12 fueron confiscadas y los editores detenidos. En una parroquia, Essen, en la diócesis de Oldenburg, siete niñas fueron arrestadas dentro de una iglesia mientras entregaban copias después del servicio del Domingo de Ramos.
La fin del Papa Pío XI en febrero de 1939 y la elección de su sucesor, el cardenal Pacelli, provocaron burlas de Das Schwarze Korps ("El Cuerpo neցro"), revista de la casa de las SS y portavoz de Heinrich Himmler. Se refería a Pío XI como el "Gran Rabino de los cristianos, jefe de la firma Judá-Roma". El cardenal Pacelli ya había sido etiquetado en el periódico como un aliado de judíos y comunistas en una serie de caricaturas y artículos publicados en el momento de su visita oficial a Francia en 1937.
A veces se imponían nuevas políticas nazis desde arriba, a veces se rescindían a medida que cambiaban los dictados de los acontecimientos políticos o Berlín adoptaba nuevas estrategias. El acoso podría disfrazarse o incluso detenerse. En agosto de 1936, por ejemplo, cuando se celebraban los Juegos Olímpicos en Berlín, se dieron órdenes de detener la persecución contra judíos, católicos y protestantes y ocultar los juicios de los ojos de los periodistas extranjeros. La maquinaria de persecución volvió a entrar en acción tan pronto como los corresponsales se fueron.
Con la llegada de la guerra en 1939, Hitler favoreció posponer la destrucción total del cristianismo para continuar más eficazmente la guerra. Otros en el partido, sin embargo, pensaron que era un error frenar el Kirchenkampf, la batalla contra la Iglesia. Martin Bormann recordó al líder de las SS Himmler en 1941 que "la influencia de la Iglesia debe ser eliminada por completo". Había poca división de opinión entre los principales nazis con respecto a la persecución de los judíos. La guerra le dio a Hitler nuevas oportunidades para purificar Europa de no arios. Los eslavos debían ser esclavizados o asesinados, el pueblo judío exterminado en toda Europa. Con el cierre de las fronteras de Alemania y la extensión de su poder profundamente en Rusia, las capacidades nazis para apiolar alcanzaron niveles inimaginables.
Aunque la escala de la persecución cristiana no se puede comparar con el Holocausto judío, excepto quizás en Polonia, las dos persecuciones son parte de ese único horror que fue el nazismo.
Lo que Hitler hizo y pretendió para los cristianos es una parte esencial del cataclismo que fue la inmensa tragedia de la Segunda Guerra Mundial y la masacre sin precedentes del pueblo judío.
A Baldur von Schirach, el líder de las Juventudes Hitlerianas, le gustaba dirigirse a las reuniones masivas de sus seguidores con un lema: "Somos una juventud que cree en Dios, porque servimos a la Ley Divina que se llama Alemania".
No debemos olvidar que la concepción blasfema de la Ley Divina condució, por diez mil caminos torcidos, al sufrimiento catastrófico, a la guerra, al pillaje y a los hornos de la fin.
Karol Jozef Gajewski, de Sandbach, Cheshire, Inglaterra, es profesor y estudioso de Historia Europea.
