Eso, venga, ahi', tanto quejarse de como de hezs son los hezs, detalladamente, separemos aqui los buenos de los feos y los malos.
En el siglo XIX gran parte de la alta y menos alta sociedad rusa, idiotizada por el liberalismo
(occidentales), empezó a arrobarse con los revolucionarios
(nihilistas), en una suerte de esnobismo suicida. Es lo que cuenta
Dostoyevski en
Los endemoniados.
Así se expresaba Dostoyevski en carta dirigida a su editor el 8 de abril de 1870, cuando estaba redactando
Los endemoniados:
“Lo que escribo ahora es tendencioso. Quiero expresarme con fuego. ¡Ah, los nihilistas y occidentales vociferarán contra mí! ¡Me llamarán retrógrado! Pero, ¡que el diablo se los lleve, expresaré todo mi pensamiento!”
Efectivamente, cuando apareció la novela, fue atacado despiadadamente por la prensa de izquierdas y por la liberal, “que en la época era mayoría y contaba con el fervor del pueblo” (Carlos de Arce).
En un pasaje de la novela, Verkhovenski, el cabecilla de la célula revolucionaria, dice:
“Tengo la cuenta de todos: el maestro que se ríe con los niños de su Dios y de su cuna, es de los nuestros. El abogado que defiende a un asesino culto porque es más instruido que sus víctimas, a las que se ha visto obligado a dar de baja de la suscripción de la vida para robarlas, es de los nuestros. Los jurados que absuelven criminales por un soborno, son de los nuestros. Los escolares que asesinan a un campesino para experimentar sensaciones extraordinarias, son de los nuestros. El procurador que tiembla de miedo ante el pensamiento de no parecer muy liberal, es de los nuestros. Añada a estos, los funcionarios, los escritores: muchos de ellos están con nosotros y no se dan cuenta. Por otra parte, la docilidad de los estudiantes y de los necios es absoluta; en cuanto a los profesores, están cargados de bilis.”
Michel Houellebecq (que por lo demás me parece un plasta) dice que la literatura no sirve para nada, que de lo contrario nunca habría existido “esa gente izquierdista que ha monopolizado el debate intelectual durante todo el siglo XX”, porque Dostoyevski ya la había desenmascarado al escribir
Los endemoniados en 1872.
(Lo mismo se puede decir de la gente de demagogos que han comido el tarro a la plebe con el timovirus, porque Don Juan Manuel ya la había desenmascarado al escribir
Los burladores que ficieron paño al rey en el siglo XIV.)