Buenas noches,
La últimas páginas del hilo me recordaron a una historia que más o menos es así (admito que no la recuerdo al pie de la letra y quizás la cuento de manera muy diferente a como la leí en su día; pero para mí, lo importante es el mensaje):
Hubo una vez en un pueblo una disputa muy fuerte entre dos personas, dichas personas eran muy amigas, pero sus diferencias fueron más fuertes que su amistad, para añadir leña al asunto, eran de las más relevantes en el pueblo y todo el pueblo las tenía en muy alta estima, lo cual era muy engorroso para todos porque ambos tenían la convicción de que llevaban la razón.
Así que cada vez que uno de ellos se encontraba con alguien del pueblo no paraba de explicarle los motivos de la disputa argumentando que él tenía la razón, los del pueblo como buenamente podían se escaqueaban de dar su opinión, ya que el dar la razón a alguno automáticamente implicaba ponerse en contra del otro, así que los implicados en la disputa no encontraban persona en donde sentirse apoyados ni mucho menos quién les diera la razón.
Así que uno fue a pedir consejo al "sabio" del pueblo, que no era más que un anciano al que todo mundo le pedía consejo y el amablemente se los daba, el dar consejos llenos de sentido común le había dado fama de sabio y por ello, todo el pueblo le tenía en muy alta estima y le consideraban un sabio.
Cuando llegó con el sabio éste estaba con su mujer, le contó sus motivos de la disputa y sus razones por las cuales creía que el tenía la razón, entonces el sabio le dijo: "Tú tienes la razón", cuando escuchó esa frase, se sintió aliviado, ¡por fin había encontrado a alguien -y que alguien- que le daba la razón y que veía las cosas como son!, así que sonriente agradeció al sabio y se fue rumbo a su casa, se sentía tan bien, que incluso pensó que la disputa había ido demasiado lejos y lo mejor sería reconciliarse con su amigo.
Iba tan absorto en sus pensamientos que no se dió cuenta que el otro de la disputa le había visto salir de la casa del sabio, lleno de ira pensando que le había "lavado el coco" al sabio, decidió ir a contarle al sabio lo realmente sucedido en la disputa para que supiera la verdad y no las mentiras que seguramente el otro le habría contado.
Cuando llegó con el sabio éste aún estaba con su mujer, le contó sus motivos de la disputa y sus razones por las cuales creía que el tenía la razón, entonces el sabio le dijo: "Tú tienes la razón", cuando escuchó esa frase, se sintió aliviado, ¡por fin había encontrado a alguien -y que alguien- que le daba la razón y que veía las cosas como son!, así que sonriente agradeció al sabio y se fue rumbo a su casa, se sentía tan bien, que incluso pensó que la disputa había ido demasiado lejos y lo mejor sería reconciliarse con su amigo.
La mujer del sabio que había presenciado ambas explicaciones tan distintas y contrarias, encima vió cómo su marido le había dado la razón a ambos, no pudo evitar comentar:
Oye, pero cómo es posible que le hayas dado la razón a ambos si las historias son contrarias, alguno de los dos no dice la verdad o ambos han mentido, quizás cada uno ve las cosas de manera distinta y cree tener la razón, puede ser cualquier cosa, pero los dos no pueden tener la razón sobre una disputa que los ha llevado a dejar de hablarse.
El sabio tranquilamente le responde: "Tú también tienes razón"
