Confunde la carpeta y el dossier que saca es uno de pilinguis, whisky del bueno, los sitios con la mejor langosta, gastos reservados de meterse cosas por la nariz, dice "ups, mequivocao, no volverá a ocurrir", tropieza, se cae, se caga encima, vuelve a exiliarse. Su hijo anuncia que, como castigo, dejará de llamarlo "papá" y le dirá "Juan Carlos". La parroquia aplaude llena de fervor; tenemos una gonarquía ejemplar, a la par que barata.