Estuve una vez en Gerona en un restaurante que se empeñaba en darnos los menús en catalán, y no los tenía traducidos. Eramos como veinte personas, y teníamos que preguntar qué era cada uno de los platos en cada comanda. El dueño se veía obligado a traducirlo todo, plato por plato. Le preguntamos cómo no tenía carta en español, y nos contestó que "para qué?"
Al cabo de una semana, tomo la inteligente decisión de fotocopiar una traducción para incorporarla a la carta, pues tardaba cerca de una hora en tomar la comanda. Pero no lo hizo a gusto.
El grado de fanatismo con este tema demuestra el gran complejo de inferioridad de los catalanes, pues esto no pasa ni en el País Vasco ni en Galicia.
En cualquier zona turística de España, los menús están en español, inglés, francés, alemán y hasta ruso. Ningún español siente complejos por eso, ni exige a los "extranjeros" que apendan español para entrar en su restaurante.
Lo de este "poeta" es un claro ejemplo de este complejo tan particular, y del fanatismo absurdo que genera.
Esto pasa por darles alas... Y este caso no hará sino multiplicarse en el futuro, haciendo imposible la convivencia. Se estan buscando el repruebo. Y la reacción del dueño del restaurante con el poeta, puede ser un ejemplo de lo que pasará a nivel masivo y social, cuando la gota rebose el vaso de la paciencia.