- Separación de poderes: probablemente implica república presidencialista, con elección por separado de presidente (con su gobierno) y parlamento (no digo que se eche al rey al río: que se recicle, como figura histórica, en otra cosa, quizá parecida o no, pero en todo caso sin suplantar la firma del presidente en leyes y decretos). Sistema de control del ejecutivo por el legislativo y viceversa: cualquiera puede repudiar al otro (disolverlo), pero si lo hace debe dimitir y convocar nuevas elecciones. La separación de poderes implica también elección de los miembros del poder judicial no mediatizada políticamente (que los partidos no metan mano en eso; quizá elección, previa valoración meritocrática objetiva, desde dentro del gremio).
- Reforma del sistema electoral para las dos cámaras: el senado, verdadera cámara territorial, con poder de filtro para el legislativo (congreso) y representación de todas las regiones/provincias en función de territorios y población (no solo población); parlamento con representación proporcional, solo en función de población: una persona = un voto. El presidente, idem: una persona = un voto.
- Una buena ley de partidos: listas abiertas y democracia interna de los partidos. Incluir algún tipo de sistema meritocrático para la elección de candidatos de los partidos.
- Contrato-programa para las propuestas electorales. Inhabilitación para las siguientes elecciones de un partido en una circunscripción si deja de cumplir un cierto porcentaje de sus propuestas electorales. Se prometería mucho menos y se haría mucho más y más seriamente.
- Obligatoriedad de referendum vinculante para todo aquello que no estuviera en programas electorales, incluidas situaciones sobrevenidas. Los distintos ejecutivos tendrían capacidad ejecutoria (sin consulta) sobre un limitado número de aspectos de la vida pública, que deberían quedar perfectamente delimitados (competencias) en la ley. Nuevo sistema de promoción popular de referendum que favorezca la iniciativa popular en lugar de dificultarla como ahora con el objetivo de que la consulta popular se haga algo frecuente y habitual en España y que la participación política se convierta en algo natural.
- Ley de protección exhaustiva del derecho de opinión y de intimidad, con especial énfasis en la protección de internet y telecomunicaciones en un mundo en el que mucha información circula por medios electrónicos, fáciles de controlar y monitorizar.
- Ley anti-lobbies que dificulte (nunca podrá evitarlo totalmente) la influencia excesiva de los grandes poderes extraciudadanos en la toma de decisiones. Por ejemplo, inhabilitación política automática para el representante que tome decisiones bajo presión o connivencia con poderes extraciudadanos (con o sin dinero de por medio).
- Sistema consultivo permanente y con publicidad constante del estado de opinión de la ciudadanía con respecto a aspectos de estado que permitan valorar la adecuación entre las políticas que se realizan y el deseo de los ciudadanos.
- Ley de publicidad electoral: no más campañas sucias. Reducir al máximo la batalla electoralista mediante mecanismos legales: que los hechos hablen, no los bocarranas.
- Ley de transparencia en las cuentas públicas: patrimonio de los políticos, obligatoriedad de publicar presupuestos y balances de todas las administraciones (local a nacional) en lenguaje inteligible, control de todas ellas por el Tribunal de Cuentas con publicidad de todos los resultados, etc.
- Redacción de una nueva Constitución que recoja todos estos puntos: nueva definición de los tres poderes, de las cámaras, de los partidos y del sistema electoral.
- Redacción (promoción de) de una nueva y verdadera Constitución Europea por mandato popular y con asamblea constituyente internacional declarada ex-profeso (no "comisión de sabios"). Nuevo referendum vinculante. La nueva Constitución solo será aceptada si contiene espíritu inequívocamente democrático, de participación del pueblo en las decisiones, y no tecnocrática y alejada del ciudadano, como el actual Tratado de Lisboa (la asamblea constituyente deberá rechazarla de antemano si es así).
Supongo que García-Trevijano tendría mucho que matizar a esto. Tantos años predicando en el desierto y, quizá, por fin este llegando el día, Don Antonio.