MonteKarmelo
Madmaxista
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El Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) ha indicado que Kosovo, la provincia serbia que declaró unilateralmente su independencia de Belgrado en febrero de 2008, no violó el derecho internacional. Según ha argumentado el presidente del tribunal de la ONU, Hisashi Owada, "el derecho internacional no contempla prohibiciones sobre declaraciones de independencia". Owada continúa leyendo en estos momentos el fallo, que no es vinculante, y ha insistido en reiteradas ocasiones en la excepcionalidad del caso. Hasta hoy, 69 de los 192 miembros de Naciones Unidas habían reconocido a Kosovo como nuevo Estado. Entre ellos se encuentran Estados Unidos, Francia y Reino Unido. A Serbia la apoyan, entre otros, España, Rusia, China e India.
Serbia acudió al TIJ por considerar Kosovo una parte inalienable de su territorio, "el alma misma de su patria". Por eso, calificó la independencia de contraria al derecho internacional. Según sus juristas, "quiebra el principio de integridad territorial". Formalmente, el régimen administrativo de Kosovo sigue regulado por la resolución 1244, de la propia ONU, que puso fin a la guerra de 1999. La misma, pedía a ambas partes el compromiso de buscar "una solución dentro de los límites serbios". Belgrado considera que ello garantiza la integridad de la República Federal de Yugoslavia (RFY), vigente hace una década. Kosovo, por el contrario, presenta su separación como "la única forma de pacificar la región". El 90% de su población es étnicamente albanesa, y la limpieza étnica perpetrada por fuerzas serbias en su territorio, explica sus deseos independentistas. Aduce, asimismo, que la RFY desapareció en 2006, tras la independencia de Montenegro. No está, por tanto, obligada a contener su independentismo.
El TIJ tenía tres posibilidades. Podía considerar legal, o bien ilegal, la independencia de Kosovo. También cabía un fallo más ambiguo, pero que permitiera a los políticos soluciones como la barajada en círculos diplomáticos las últimas semanas. Consistiría en buscarle un estatuto especial al norte, y los alrededores de la ciudad de Mitrovica. Allí se concentra la mayoría de los serbios de Kosovo, y ha sido escenario de violentos choques interétnicos. De ponerse de acuerdo sobre este supuesto, solo Belgrado garantizaría la gobernabilidad del lugar. Para algunos expertos, aceptar en la comunidad internacional un Kosovo que haya declarado por su cuenta la independencia, franquearía el paso a separatismos de difícil encaje.
A pesar del contencioso que les separa, tanto Belgrado como Pristina desean sumarse en el futuro a la UE, y han tratado de no lastimar dicha posibilidad. Prueba de ello es el esfuerzo diplomático de alto nivel efectuado en vísperas del fallo. Hasmin Thaci, primer ministro kosovar, viajó el martes a Estados Unidos, uno de sus mayores garantes. Su colega serbio, Bozidar Delic, se desplazó a Bruselas. El lado kosovar, de todos modos, saca fuerzas del compromiso de los países que ya han reconocido su independencia de no dar marcha atrás. Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, ha confirmado "el apoyo de Washington a un Kosovo independiente, democrático y multiétnico, cuyo futuro está unido a las instituciones europeas y euroatlánticas".
En Kosovo, y durante toda la jornada, se encuentran en estado de alerta las tropas internacionales. Según el general Markus Bentler, de las fuerzas de protección de la misión de la OTAN, KFOR, "no hay motivos para pensar que haya amenazas". La cuestión de Kosovo, que suma hoy 1,8 millones de habitantes, supera con creces las guerras de los Balcanes. Se remonta a la derrota de sus tropas por el Imperio Otomano hacia 1389. Cinco siglos después, el fallecido ex presidente serbio Milosevic, recortó su autonomía. Para 1988 la guerra era ya abierta entre las tropas serbias y el Ejército de Liberación de Kosovo. Los 78 días de bombardeos de la OTAN para acabar con las luchas étnicas, le dejaron a Belgrado el control de una pequeña parte del territorio. Hace dos años, Kosovo declaró unilateralmente su independencia.
El Tribunal Internacional de Justicia dice que Kosovo no violó el derecho internacional al declarar su independencia · ELPAÍS.com
Serbia acudió al TIJ por considerar Kosovo una parte inalienable de su territorio, "el alma misma de su patria". Por eso, calificó la independencia de contraria al derecho internacional. Según sus juristas, "quiebra el principio de integridad territorial". Formalmente, el régimen administrativo de Kosovo sigue regulado por la resolución 1244, de la propia ONU, que puso fin a la guerra de 1999. La misma, pedía a ambas partes el compromiso de buscar "una solución dentro de los límites serbios". Belgrado considera que ello garantiza la integridad de la República Federal de Yugoslavia (RFY), vigente hace una década. Kosovo, por el contrario, presenta su separación como "la única forma de pacificar la región". El 90% de su población es étnicamente albanesa, y la limpieza étnica perpetrada por fuerzas serbias en su territorio, explica sus deseos independentistas. Aduce, asimismo, que la RFY desapareció en 2006, tras la independencia de Montenegro. No está, por tanto, obligada a contener su independentismo.
El TIJ tenía tres posibilidades. Podía considerar legal, o bien ilegal, la independencia de Kosovo. También cabía un fallo más ambiguo, pero que permitiera a los políticos soluciones como la barajada en círculos diplomáticos las últimas semanas. Consistiría en buscarle un estatuto especial al norte, y los alrededores de la ciudad de Mitrovica. Allí se concentra la mayoría de los serbios de Kosovo, y ha sido escenario de violentos choques interétnicos. De ponerse de acuerdo sobre este supuesto, solo Belgrado garantizaría la gobernabilidad del lugar. Para algunos expertos, aceptar en la comunidad internacional un Kosovo que haya declarado por su cuenta la independencia, franquearía el paso a separatismos de difícil encaje.
A pesar del contencioso que les separa, tanto Belgrado como Pristina desean sumarse en el futuro a la UE, y han tratado de no lastimar dicha posibilidad. Prueba de ello es el esfuerzo diplomático de alto nivel efectuado en vísperas del fallo. Hasmin Thaci, primer ministro kosovar, viajó el martes a Estados Unidos, uno de sus mayores garantes. Su colega serbio, Bozidar Delic, se desplazó a Bruselas. El lado kosovar, de todos modos, saca fuerzas del compromiso de los países que ya han reconocido su independencia de no dar marcha atrás. Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, ha confirmado "el apoyo de Washington a un Kosovo independiente, democrático y multiétnico, cuyo futuro está unido a las instituciones europeas y euroatlánticas".
En Kosovo, y durante toda la jornada, se encuentran en estado de alerta las tropas internacionales. Según el general Markus Bentler, de las fuerzas de protección de la misión de la OTAN, KFOR, "no hay motivos para pensar que haya amenazas". La cuestión de Kosovo, que suma hoy 1,8 millones de habitantes, supera con creces las guerras de los Balcanes. Se remonta a la derrota de sus tropas por el Imperio Otomano hacia 1389. Cinco siglos después, el fallecido ex presidente serbio Milosevic, recortó su autonomía. Para 1988 la guerra era ya abierta entre las tropas serbias y el Ejército de Liberación de Kosovo. Los 78 días de bombardeos de la OTAN para acabar con las luchas étnicas, le dejaron a Belgrado el control de una pequeña parte del territorio. Hace dos años, Kosovo declaró unilateralmente su independencia.
El Tribunal Internacional de Justicia dice que Kosovo no violó el derecho internacional al declarar su independencia · ELPAÍS.com