De Fraudez no te creas ni lo que le veas. Y además, es un puñetero cutre incluso sin la necesidad del estulto de Ivan Redondo (que desde su despido y fin política estará abriendo el tercer ojo en alguna rotonda de polígono).
Mira que hay mujers sacando brillo platanos en las juventudes sociatas para conseguir mamandurria pública, y va y coge una charo cardiforme y derroída, con tatuajes indestinguibles sin extender el pellejo en un bastidor de bordado.