Usted es "consciente" y se dará cuenta de que en su conjunto la sociedad parece no serlo, como si vivir al día fuera su única meta. Y no es solo esta sociedad sino todas las sociedades que en tanto que masa distan mucho de representar esos valores que usted estima y que le habrá costado concretar mediante el discernimiento y su tendencia a profundizar. Estoy hablando de niveles de maduración más propios en la individualidad que de las tendencias generales de la sociedad. El "todo" social parece que siempre es un lastre, o, lo mejor escasea. Sin embargo, ¿cómo explicar a una sociedad centrada en vivir al día, con sus pulsiones y pasiones indómitas descuidadas de la virtud y que a la postre le arroja a los brazos de la esclavitud de los vicios? La conciencia liberal tacharía esta misma pregunta de ser una insolente e insoportable proposición paternalista, pero el liberal, de hecho, se desentiende de toda influencia que en su paternalismo le afecte a él en lo más mínimo. Su mapa mental -e idealista- es el de un mundo de individuos libres y responsables expuestos por gusto a todo tipo de inclemencias y quien pierde lo merece y si fracasa la mayoría no quiere saber nada. Hay un culto al hedonismo elitista que se abre paso poniendo en boca del pueblo lo que solo concierne a sus propias ambiciones sin que le importe el montón de cadáveres que le permitirán ascender al cielo de sus libertades... El liberal detesta la jerarquía en cualquiera de sus formas a menos que una vez asentado en el poder, acabe sufriendo la catarsis que le conducirá a comportarse paternalistamente con los flojos de ambición y talento si su propio talento y ambición van más lejos que ese famoso "vive y deja vivir".
El "non serviam" teológico es el espíritu liberal mirándose al espejo.
Si uno cree en la vida después de la vida, en la resurrección y la muerte, en la Gracia y la condenación, no tendría mayor pesar en que le recordaran los peligros que supone el mundo y sus placeres efímeros a su salvación. Debe pensar que la sociedad actual ,por medios tecnológicos, por la globalización de las ideas, por el acceso fácil a la cultura y por la disponibilidad de tiempo, no se parece apenas nada a las anteriores, salvo que se trata exactamente del mismo ser humano. Ciertas conductas que hoy nos parecen reproblables tuvieron sentido en otro tiempo. Es necesario practicar la empatía histórica.