Recuerdo un meme que he visto aquí recientemente: "no es que estés cuerdo, es que no hemos puesto todavía nombre a lo tuyo". De un tal Freud apócrifo.
Como bien dices es una cuestión de moral vs enfermedad mental-tendencia sensual. Anulada la moral asociada a las inclinaciones sensuales, solo queda tratarlas desde el punto de vista psiquiátrico o legal. Lo que antes era pecado o falta moral, ahora puede ser cualquiera de esas dos clasificaciones que quedan. Si no es posible concluir que una inclinación sensual obedezca a malformaciones en el cerebro o a procesos traumáticos que sí podrían ser tratados como enfermedades mentales, la conclusión es que cada cual tiene sus propias inclinaciones y no hay nada más que decir... Solo queda la Ley y lo que en ella se determine como normal o apropiado, o en último extremo, legal o ilegal, teniendo en cuenta además cómo las leyes manan de los manantiales ideológicos, que son la fuente de toda "normalidad". Nos quedamos en que las inclinaciones sensuales, en tanto que pulsiones naturales de los individuos, no deberían estar condicionadas por los códigos morales al uso y en todo caso, dada la trayectoria que vamos siguiendo, es cuestión de tiempo que lo consigan.
Robar no está descrito que yo sepa como una enfermedad, aunque existe la cleptomanía que define al que roba compulsivamente, lo cual si es considerado una enfermedad o un desajuste del comportamiento. Según ésto, la inclinación sensual tampoco sería en sí misma un delito, pero al contrario que la cleptomanía, la promiscuidad no está considerada que yo sepa como una enfermedad aunque se permita la asistencia psiquiátrica para tratar de arreglarla un poco.
Se ve claramente un transvase de empoderamiento hacia el cuerpo en detrimento del espíritu. Estamos aceptando que dejarnos llevar por nuestro cuerpo es una reacción "natural" frente a moralinas varias, particularmente religiosas, que nos han esclavizado durante siglos... Llegado a este punto, cabe preguntarnos qué nos puede hacer más felices, si someter al cuerpo desde principios morales, que son alimento del espíritu, o someter al espíritu a un proceso de "corporización" entendiendo y asumiendo las insaciables necesidades del cuerpo que expresará su naturaleza sin ningún condicionante de índole distinta de la legal. El caso es que un espíritu "corporizado", es un espíritu esclavo de su cuerpo; un espíritu encogido, débil, como ausente. La fortuita "felicidad" obtenida por los goces corporales adormecen más aún ese espíritu que ya es esclavo de darle gusto al cuerpo. Al final, quien es esclavo de su cuerpo, es esclavo de la ley que determina entre qué rango de excesos y privaciones se halla el punto justo, cambiante en cualquier caso pues no es posible establecer límites desde el ámbito puramente biológico.
¿Quién es más esclavo, el que sometido a una ley moral alcanza a dominar su cuerpo, o el que sometido a una ley civil contingente siente la inclinación poderosa de darle gusto a su cuerpo dentro de los márgenes (cambiantes) que establezca la Ley? A lo primero se le dio en llamar "moral de esclavo", entonces, ¿cómo podemos llamar a esa esclavitud que depende del grado de permisividad de las leyes respecto a procurarnos cualquier gozo corporal? ¿Cuerpo de esclavo tal vez?
Desde aquel "prohibido prohibir cosas" a éste actual "intolerancia contra los intolerantes", han pasado cuarenta años, que parecen muchos, pero no son nada.
No somos animales conducidos por las llamadas naturales de los instintos. Cuando un ser humano "cede" a los instintos, desciende por debajo de los propios animales porque en su interior no opera "solo" la llamada de la naturaleza, sino "otras cosas" que están quedando en desuso. Es por nuestra condición espiritual que las pulsiones naturales que regulan a las demás especies, en nuestro caso se convierten en inclinaciones hacia la destrucción si no están reguladas por principio morales "estables" y fuera del alcance de las distintas ideologías. Dirán, con razón algunos, que quién establece esos principios. La respuesta sería la "Ley Natural"... pero me temo que no estarían de acuerdo. Entonces solo nos queda seguir adelante y ver qué pasa, si acabamos destruyéndonos o viene algo o alguien con una moral que nadie se atreverá a discutir por la cuenta que le tiene.