Estoy muy de acuerdo con el segundo párrafo y matizo un poco el primero.
Enterramiento previo como tal, muy complicado de disimular porque los procesos de putrefacción evolucionarían de acuerdo a dos escenarios distintos y esto l podría notar fácilmente cualquier forense con un poco de experiencia. Obviaré los detalles asquerosos, pero todo cadáver deja una impronta de líquidos en su entorno más cercano y en este caso una parte enorme de esa impronta quedó en la moqueta.
Técnicamente sería posible que los cadáveres permanecieran, nunca enterrados sino en superficie, en otro lugar previo pero hablaríamos de como mucho unas pocas horas antes del traslado.
Curiosamente, todos los cuerpos aparecen mucho más deteriorados en las áreas más próximas a la superficie y se encuentran pupas vacías y larvas vivas. Esto implica varias oleadas de moscas y por tanto un orificio por el que entra aire a la fosa.
Se supone que la mano aflora porque el peso de los 100 litros de agua de lluvia empapa los cuerpos y la moqueta, el peso extra hace que ceda el terreno y como la moqueta se quedó corta, parte de la mano termina saliendo a la superficie.
Luego llegan pequeñas fieras, cuyas mordeduras describió el Divo en las ropas más endebles de las víctimas, que devoran por completo el antebrazo y penetran adentro de la fosa para cebarse con los tejidos blandos a su alcance. En cuanto se abren camino, llegan las moscas.
Conociendo el ciclo de desarrollo de la especie concreta de mosca que dejase esas larvas y las temperaturas diarias de esa época, se podría determinar con bastante exactitud cuanto tiempo llevaba esa mano al aire.
Ese estudio hubiera sido fundamental en su momento. Básicamente porque lo estándar sería entre dos y tres semanas y se podría considerar o descartar que tanto los senderistas de las diapositivas como los ocupantes del coche blanco descrito por el municipal Cabarcos hubieran visto la mano de haber pasado junto a la fosa.
¿Se supone que las aliagas rotas y amontonadas sobre la fosa estaban secas, o no se sabe?
De hecho es el truco.
Plantas un par de colmenas, te escondes al lado con la escopeta, y en unas horas tienes tanta caza a tus pies que has dejado la comarca como un solar.